Tres lecciones de los datos de pobreza
El fracaso del sistema de salud, la desatención a las clases medias y a las mujeres son los más grandes pendientes del Gobierno mexicano
Los nuevos datos de pobreza han dado cifras inesperadas. En el pico de la pandemia, luego de un cierre casi total de la economía mexicana y sin apoyos significativos a los pobres, la pobreza por ingreso aumentó en México en solo tres puntos porcentuales. Esto es cinco puntos porcentuales menos del aumento que se esperaba según estimados oficiales. Se esperaba que la pandemia dejara a 10 millones de personas en pobreza, pero el saldo fue de la mitad. El número, muy por debajo de las expectativas, deja a México asombrosamente mejor parado de lo que se esperaba, pero no por ello en buenas condiciones.
Hay 67 millones de personas viviendo por debajo de la línea de pobreza por ingreso, una injusticia para un país que es la décima quinta economía más grande del mundo, y que tiene 13 billonarios de talla mundial. Los datos muestran que en México el 52,8% de la población viven con ingresos menores a 3.560 pesos al mes y con carencias básicas. Un número intolerablemente alto.
La pobreza extrema no cede, aumenta. Existen 10,8 millones de personas viviendo en condición de pobreza extrema, un aumento de 2,1 millones con respecto a 2018. La incapacidad de México por reducir su pobreza extrema es un verdadero caso de estudio pues, según ha reportado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el problema podría resolverse con una mejor política social y un aumento anual en el gasto público de solo 75.000 millones de pesos –es decir el 2,8 % de la fortuna de los 13 billonarios.
Así, en México cada día es un día más en el que el Gobierno mexicano decide no terminar con la pobreza y los billonarios se mantienen incólumes. La política social del Gobierno de López Obrador tiene grandes áreas de oportunidad y ello es evidente en tres grandes lecciones que observamos en los datos de pobreza.
La primera es el fracaso del sistema de salud. En 2020 el número de personas que no tuvieron acceso a servicios de salud aumentó en 16 millones de personas, pasando de 20 a 36 millones, es decir un incremento del 78% con respecto a hace dos años.
Esto ocurrió a razón de que López Obrador cambió el sistema de salud, convirtiendo al Seguro Popular en el Insabi, sin que hubiera un incremento importante en el presupuesto. Así, muchas personas que se sabían beneficiarias del Seguro Popular ahora no saben que tienen derecho al Insabi y peor aún, en muchas ocasiones ni siquiera tienen capacidad de acceder a ese derecho porque no hay presupuesto suficiente.
México gasta en salud pública lo mismo que países de África subsahariana y mucho menos que el promedio de Latinoamérica. Y esto es algo que López Obrador no ha cambiado y que le ha cobrado fuertemente la factura con la pandemia. No hay un fracaso más grande para el Gobierno que su sistema de salud.
La segunda lección es para las clases medias y tiene que ver con la urgencia de demandar un cambio en la política social de México. Es momento de que el Gobierno deje de apostarle a solo reducir la pobreza y comience a apostarle a ampliar la clase media, lo cual no es lo mismo. En México hay 33 millones de personas que técnicamente no son pobres, pero que aun así tienen ingresos por debajo de la línea de pobreza o carencias.
Si bien la pobreza puede reducirse con el apoyo de programas sociales, la generación de una clase media no puede darse así. Crear una clase media requiere una economía funcional y buenos salarios. Requiere llevar la política social fuera de las transferencias en efectivo y más hacia las políticas de empleo.
Los salarios son el talón de Aquiles de la economía mexicana y la principal razón por la que en México la clase media no aumenta. En un país de 127 millones de habitantes, los nuevos datos de pobreza muestran que solo 30 millones de mexicanos no son pobres y no tienen carencias básicas. Considerando esto como un estimado (muy preliminar) del posible tamaño máximo de las clases media en México, los datos confirmarían que ser clase media es una rareza, un privilegio al que solo el 23,5% de la población tiene acceso. La clase media está estancada y no ha logrado aumentar en más de 5% en 12 años.
López Obrador aumentó el salario mínimo, pero debido a que la cantidad de empleo formal ha disminuido por la pandemia, muchos de los avances que se lograron con la política salarial se perdieron. Al inicio de su sexenio, López Obrador había logrado reducir la pobreza laboral a su mínimo desde 2008. Lamentablemente el dato no se mantuvo y hoy vuelve a atacar al 39% de la población mexicana. Por ello, solo dos estados mostraron incrementos de más de tres puntos porcentuales o más en el tamaño de las personas no pobres y sin carencias: Campeche y Chihuahua.
La situación ha sido aún peor para las mujeres, el eslabón más débil de toda la política social de México, y una importante tercera lección para el Gobierno de López Obrador. Durante su sexenio el ingreso corriente de los hombres ha aumentado mientras que el de las mujeres ha disminuido, ello a pesar de que, de acuerdo con los datos del Coneval, el ingreso de los hombres ya era 4.2% superior que el de las mujeres. Así, en México la pobreza tiene cara de mujer, habiendo 2,5 millones más de mujeres pobres que de hombres.
Las mujeres fueron las más afectadas por la pandemia porque se vieron obligadas a dejar sus trabajos para tomar labores de cuidado, sobre todo ante el cierre de las escuelas. Y muy probablemente también por los pocos apoyos que existen hacia las madres trabajadoras. El presupuesto para los programas que promueven la equidad entre hombres y mujeres ha aumentado muy poco, y continúa siendo insuficiente para el tamaño de la desigualdad.
Mucha más investigación tendrá que hacerse sobre estos datos, y sobre todo, sobre aquellos estados en los que observamos reducciones en pobreza. A pesar de la pandemia, en tres estados se observaron reducciones en las tasas de pobreza: Zacatecas, Colima y Nayarit. Todos estados relativamente pequeños y con condiciones iniciales relativamente menos precarias.
También será importante identificar posibles cambios metodológicos y en su caso debatir su validez ante las autoridades. Me parece que una parte central del ejercicio, y valoro mucho el que el Coneval lo haya hecho, es que se muestran los datos con y sin el efecto de las transferencias de los programas sociales. Al parecer, la política social en su totalidad solo logra reducir en 2 puntos porcentuales (2,5 millones de personas) la pobreza. Un efecto muy menor. En general si los datos nos dejan una enseñanza genérica esta sería: tenemos un México demasiado pobre y con una política social extremadamente poco efectiva. Hay mucho por hacer.
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