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Pensándolo bien
Columna
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México es mucho más que los arrebatos de Trump

Esta es la economía número 12 o 13 en el mundo y, dentro de cuatro años, cuando el republicano se vaya, seguirá siéndolo

Donald Trump en la sala Roosevelt de la Casa Blanca en Washington, el 21 de enero de 2025.
Donald Trump en la sala Roosevelt de la Casa Blanca en Washington, el 21 de enero de 2025.AARON SCHWARTZ / POOL (EFE)
Jorge Zepeda Patterson

Sí, Donald Trump es todo eso de lo que venimos indignándonos, pero México es mucho más que ese personaje y lo que representa. Dejemos atrás los lamentos y afrontemos de la mejor manera posible el impacto del tsunami desatado. Si de un lado emocionalmente hay un infante empoderado y encaprichado, habrá que mostrar que de este otro lado hay un adulto responsable en la mesa. El momento de las quejas tiene que dar lugar al análisis de la realidad más allá de los discursos y gestos mediáticos, al ámbito de los hechos para anticipar medidas y paliar las consecuencias.

Pero, de entrada, habría que vacunarnos contra las perspectivas catastrofistas porque ellas mismas, y no Trump, precipitan las catástrofes o, por lo menos, agudizan los problemas. La economía, la cotización del peso, los mercados o la estabilidad social están condicionadas por las percepciones. Mantener una perspectiva realista y responsable es el primer paso para responder a una emergencia.

Esto no significa minimizar el impacto o las consecuencias por el arribo de Trump a la Casa Blanca. La respuesta no puede ser ni la pasividad ni la negligencia disfrazada de confianza ingenua. Pero tampoco el pánico.

Habría que entender que lo que sigue no es una batalla entre México y Estados Unidos, incluso estrictamente comercial. Trump no es Estados Unidos, por más que exista un movimiento pendular favorable a su agenda. Se trata de una sociedad sumamente polarizada; con las dos poderosas costas, este y oeste, opuestas a la cosmovisión reaccionaria de MAGA (Make America Great Again). Basta decir que, en cuestión de horas, 22 Estados de la nación neutralizaron el decreto firmado por el nuevo presidente, que eliminaba la nacionalidad en automático a los nacidos en territorio estadounidense. O la obispa Mariann Edgar Budde, que en el servicio religioso oficial el día de las ceremonias confrontó a Trump, en su presencia, respecto a los derechos de los migrantes y la diversidad sexual.

Retrógrada, como es, la oleada de conservadurismo que inunda a Estados Unidos está enfrentada a la arraigada cultura de tolerancia y diversidad que ha caracterizado a las vanguardias de este país a lo largo de tantas décadas. El propio movimiento conservador está plagado de contradicciones. Corrientes bíblicas de puntilloso moralismo votando a favor de delincuentes cínicos empedernidos; saludos nazis provocadores (Elon Musk) para asombro de la poderosa comunidad sionista que apoya a Trump; millonarios intereses que se nutren de la agroexportación a México, de la mano de obra barata ilegal o de cadenas de producción intrarregionales por mencionar solo algunos. En fin, prácticamente un tercer país formado por la vida fronteriza a ambos lados de la línea. Nada de eso va a cambiar en lo sustancial, por más que sufra empellones aquí y allá temporalmente.

Y la otra razón es México. Habrá un chivo en cristalería, pero lo sustancial no está a su alcance. Se trata de la economía número 12 o 13 en el mundo, y dentro de cuatro años cuando Trump se vaya seguirá siéndolo, y un escalón más o un escalón menos no va a cambiar eso. Prácticamente es del mismo tamaño que la de Rusia, aunque de composición muy diferente (y dicho sea de paso, se trata de un país que ha mantenido su crecimiento a pesar de varios años de sanciones de parte de Estados Unidos). México es una de las naciones referentes en la comunidad internacional, con estabilidad política notoria para América Latina y la mayor población en el hemisferio occidental después de Estados Unidos y Brasil. Y habría que decir, para ponernos maximalistas, que Brasil, sin tratado comercial con Estados Unidos, ha tenido tasas de crecimiento más altas que las nuestras.

No son argumentos para minimizar, insisto, un contexto amenazante. Ni para negar que nuestro mejor escenario sigue siendo el modelo de integración productiva con el mayor mercado de consumo del mundo. Pero prepararse para la tormenta no es lo mismo que espantarse frente a un inminente e inventado naufragio o creer que no hay vida tras un aumento tarifario.

Paradójicamente la preparación misma podría traer alguna ventaja pasado el temporal. El esfuerzo que está haciendo nuestro país para convertir a la extensa cadena consular en una estructura ágil, articulada y más eficiente podría ser el primer paso, por fin, para tener un papel mucho más activo entre la comunidad latina. Es incalculable el valor que adquiriría la posibilidad de un cabildeo poderoso de nuestros intereses en la sociedad estadounidense. También podría dejar algo positivo y permanente la logística que se está generando para la atención de migrantes y posibles deportados en la frontera norte, apenas atendidos hasta ahora.

Los infundios y ataques de Trump respecto a los cárteles mexicanos, mal que bien, tendrán un efecto reforzante sobre la campaña en marcha por parte de Claudia Sheinbaum para combatir con mayor efectividad al crimen organizado. La obsesión estadounidense puede ser una buena noticia a condición de tejer una puesta en común con las autoridades intermedias (no la Casa Blanca) para atender, por fin, un problema que involucra a los dos países, necesariamente.

El combate a la piratería y, sobre todo, el propósito de emprender una estrategia acotada de sustitución de importaciones para combatirla, son buenas noticias para empresarios y trabajadores en ramas relacionadas con textiles, juguete, calzado y varias industrias básicas.

Francamente la mejor de nuestras respuestas es la manera puntual y asertiva con que está tomando Claudia Sheinbaum este momento. En su mañanera ha diseccionado en detalle las medidas que irá tomando Trump, sus alcances y limitaciones, al margen del efectismo mediático y el discurso altisonante. La presidenta está informando puntualmente lo que el Gobierno mexicano hace al respecto, las acciones emprendidas en los distintos frentes. Cabeza fría y un meritorio equilibrio entre la dignidad, la defensa de la soberanía y la responsabilidad. En este momento la relación con Estados Unidos es la prioridad esencial, afirmó este miércoles, pero siempre desde la lógica de la búsqueda del bienestar de la población. Mesura y realismo. Los mercados están escuchando. Muchos mexicanos, élite incluida, también. Habrá turbulencias y malos ratos, sin duda, pero México es mucho más que afectaciones a un tratado comercial y hostilidad a nuestros migrantes. En una de esas, podría salir algo bueno de las respuestas que construyamos y la actitud que asumamos.

@jorgezepedap

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