_
_
_
_

Juan O’Gorman, más allá del mural de la UNAM

El Museo Universitario de Ciencias y Artes presenta una retrospectiva del primer gran arquitecto moderno mexicano que ahonda en su variado trabajo y su compromiso político

Un visitante observa los bocetos del mural 'La revolución mexicana' de Juan O'Gorman, el 12 de febrero en Ciudad de México.
Un visitante observa los bocetos del mural 'La revolución mexicana' de Juan O'Gorman, el 12 de febrero en Ciudad de México.Gladys Serrano
Carlos S. Maldonado

La educación de la clase obrera mexicana estaba en el centro de las preocupaciones del arquitecto Juan O’Gorman (Ciudad de México, 1905-1982). Educar a las masas en un país ensangrentado por la revolución se convirtió en una obsesión para este funcionario, a tal punto, que dedicó gran parte de su creación al diseño de escuelas funcionales y de fácil construcción. Muchas de ellas aún siguen en pie y los planos pueden observarse en una exposición organizada por el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA), que ahonda en el trabajo de este artista socialmente comprometido.

Es un tributo a un arquitecto cuyo trabajo es respetado en el ámbito académico, pero que no ha sido suficientemente dimensionado, que no ha logrado el nivel de reconocimiento de otros colegas, como Mario Pani o Luis Barragán, premio Pritzker en 1980. “O’Gorman es el primer arquitecto moderno mexicano con una relevancia a nivel de América Latina. Y eso ha sido incorporado con cierta facilidad a la historia de la arquitectura, pero no en una dimensión más profunda”, explica Adriana Sandoval, directora de la Fundación Nancarrow O’Gorman, que impulsa la exposición.

La obra 'Cactus de lava' de Maribel Portela en la exposición 'Todo O’Gorman, Juan O’Gorman'.
La obra 'Cactus de lava' de Maribel Portela en la exposición 'Todo O’Gorman, Juan O’Gorman'.Gladys Serrano

La muestra ha sido montada en este museo que se alza al lado de la Rectoría de la UNAM y su célebre biblioteca, posiblemente la creación más importante de O’Gorman. En el museo se presenta una representación a escala de ese edificio portentoso, diseñado junto a los arquitectos Gustavo Saavedra y Juan Martínez de Velasco. Se trata de una estructura funcional, sencilla en aspecto, como toda la arquitectura creada por O’Gorman. Él se encargó de la confección del hermoso mural que cubre la construcción, que forma parte del complejo universitario designado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO. “Desde el principio, tuve la idea de hacer mosaicos de piedras de colores en los muros ciegos de los acervos, con la técnica que ya tenía bien experimentada. Con estos mosaicos la biblioteca sería diferente al resto de los edificios de la Ciudad Universitaria, y con esto se le dio carácter mexicano”, explicó el arquitecto sobre su obra.

En la exposición pueden verse las cartas que confirman el contrato para la ejecución de la biblioteca, así como los permisos para la realización del mural. Están también los planos que muestran cómo estos arquitectos habían pensado en un lugar verde, con pasajes con buganvilias, fresnos, jacarandas, lantanas. Un lugar para pensar, crear y crecer. “La arquitectura de Juan O’Gorman, aunque sí efectivamente es una puesta en práctica de la receta de Le Corbusier, tiene un sentido social muy distinto que abriría una veta para entender cuál es el proceso de asimilación de la modernidad en México y América Latina, con la adaptación de ese método arquitectónico a una realidad social de la posrevolución”, comenta Sandoval.

Maqueta de la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria, construida por Juan O'Gorman.
Maqueta de la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria, construida por Juan O'Gorman.Gladys Serrano

Menos reconocidas que la suntuosa biblioteca de Ciudad Universitaria son las escuelas primarias que diseñó O’Gorman, una preocupación muy fuerte para el arquitecto, que creía en la transformación social a través de la educación. Él fue funcionario de la Secretaría de Educación y desde ese ente intentó impulsar un cambio para que la sociedad mexicana accediera al conocimiento. “Entiende que la arquitectura se puede convertir en una herramienta fundamental para un México posrevolucionario, que había puesto una cuota de sangre en las clases populares que habían combatido en la Revolución. Había una necesidad del Estado mexicano por subsanar ese problema. En ese contexto, O’Gorman se da cuenta de que menos es más: menos gasto, pero más beneficio y esa práctica la lleva a la Secretaría de Educación Pública y a consecuencia de eso hay más escuelas para más niños con un menor costo”, explica Sandoval.

Es así que el arquitecto del compromiso se inclinó sobre su escritorio de diseño para trabajar en la producción de un modelo funcional de colegios que permitieran inscribir a un mayor número de estudiantes. Ese escritorio —la trinchera desde donde se hizo la revolución educativa en México, como lo llama Sandoval—, forma parte de la muestra, así como los instrumentos de trabajo del arquitecto, como sus lápices de colores, sacapuntas y reglas de diferentes escalas y formas. Aquí también se muestran proyectos de bloques de casas utópicas, lugares de habitación para los obreros. Hay, además, maquetas de casas diseñadas para artistas, simples, sin grandes espacios, pero hermosas. “Se trata de una arquitectura enfocada en la necesidad de ese sector de la población. Asume la arquitectura orgánica no como una presea, sino como una herramienta. Y a diferencia de Le Corbusier, que pensaba que la arquitectura podría frenar la revolución porque daba a los obreros una suerte de vivienda promedio como aspiracional, O’Gorman dice: No, la revolución tiene que ver con la arquitectura, porque esta arquitectura dignifica la vida de las clases populares”, acota la curadora.

Adriana Sandoval, curadora de la exposición, este 12 de febrero en el Museo Universitario de Ciencias y Artes.
Adriana Sandoval, curadora de la exposición, este 12 de febrero en el Museo Universitario de Ciencias y Artes.Gladys Serrano

A diferencia de otros arquitectos que lograron gran fama, O’Gorman se vio en fuertes apuros económicos. A partir de 1948 comienza la construcción de su casa, la que llamó la cueva, porque se alzó en medio de ese mar de piedras volcánicas que es la zona sur de Ciudad de México, al lado del campus central de la UNAM. A la casa le siguió agregando detalles hasta 1952, hasta convertirla en un refugio utópico, un escape para un mundo que venía de su peor momento: la Segunda Guerra Mundial. “Es una casa que más que arquitectónica es escultórica, porque parte de una cueva y de una especie de mano a mano con la naturaleza. Es una casa ornamental, pero habitable para un sujeto moderno. Para la crítica fue una especie de retroceso, de contradicción, pero lo que la crítica tan limitada no entendía es que la propia modernidad estaba en un proceso muy turbulento y que ejercicios como estos se dieron en la literatura, en la pintura, donde aquellos que llegaron a creer en la modernidad como una vía civilizatoria, se dieron cuenta de que había fracasado”, recuerda Sandoval.

O’Gorman necesitó financiar en un momento los estudios de su hija en Estados Unidos y decidió vender su cueva utópica, pero con el compromiso de que el comprador debía mantenerla intacta. No fue así: el recinto fue destruido en 1969. “Por eso es tan importante que esta exposición esté en este sitio, porque este sitio fue dirigido muchos años por la persona que destruyó la casa, Helen Escobedo. Entonces genera una gran tensión. A mí lo que me interesa es decir que si hablamos de la destrucción de la casa cueva como un crimen cultural, un crimen no se perpetúa de manera aislada. Un crimen regularmente, aunque tenga un actor central, tiene cómplices, testigos y también contó con el silencio de todo un aparato que ante la destrucción se quedó callado”, critica la curadora. En la exposición se puede ver la maqueta de lo que fue aquella cueva, tal vez como una última revancha de O‘Gorman, el arquitecto del compromiso social.

Visitantes observan planos y dibujos a lápiz hechos por el arquitecto y artista mexicano.
Visitantes observan planos y dibujos a lápiz hechos por el arquitecto y artista mexicano.Gladys Serrano

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_