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El Colegio San Ildefonso exhibe una retrospectiva de Ernst Saemisch, el artista que buscó la belleza en medio del horror de las guerras

La exposición ‘La naturaleza íntima de la vida’ presenta 220 bocetos, dibujos y pinturas del creador alemán, que ahondan en su espanto por los conflictos y su pasión por el arte como un poder sanador

'Noche de luna' (1950) de Ernst Saemisch.
'Noche de luna' (1950) de Ernst Saemisch.Ernst Saemisch (Adriana Zumaya)
Carlos S. Maldonado

El horror de la guerra estremeció profundamente al creador alemán Ernst Saemisch (Friburgo, 1902). En momentos cuando el mundo se enfrenta a las terribles imágenes del genocidio en Gaza o al espanto que estremece Ucrania, no hay nada más oportuno que la revisión de la obra de un pintor que alzó la voz contra el dolor causado por las dos grandes guerras mundiales y las crueldades que las personas son capaces de imponer. El Colegio San Ildefonso de Ciudad de México presenta a partir de este domingo una retrospectiva del artista, que reúne 220 bocetos, dibujos y pinturas realizadas por el creador alemán —que radicó en México— entre 1920 y 1984, y que reflejan su “búsqueda formal de la esencia, a partir del horror, hacia la naturaleza, lo que refuerza la idea de que el arte tiene un poder sanador para quien lo ve y para quien lo crea”, explica el curador de la exposición Eugenio Caballero, diseñador de producción cinematográfica y ganador de premios Oscar, BAFTA, Goya, Platino y Ariel.

La exposición, titulada La naturaleza íntima de la vida. Ernst Saemisch 1902-1984, estará abierta del 15 de diciembre al 18 de mayo de 2025 y es un homenaje a un autor que estuvo muy influenciado en su etapa final por el afamado movimiento muralista mexicano, sobre todo por artistas como José Clemente Orozco y Rufino Tamayo. La muestra está dividida en cuatro partes, en las que se exploran las experiencias de Ernst después de la Segunda Guerra Mundial, sus reflexiones en torno al dolor y el sufrimiento; su pasión por la naturaleza como “un refugio vital” ante la angustia y la consternación; y sus trabajos durante su estancia en México, donde falleció en 1984, que muestran su obra con cristales, ceometrías y rejas, con las que “profundiza en experimentaciones formales en las que las líneas y los colores se convierten en protagonistas, llevándolo finalmente a sumergirse por completo en la abstracción y liberarse de las convenciones estéticas establecidas”, explican desde San Ildefonso.

Saemisch nació en Alemania en 1902, en Günterstal, un barrio en el sur de Friburgo, en las cercanías de la Selva Negra germana, por lo que siempre mantuvo una intensa pasión por la naturaleza. Su padre fue ministro de Hacienda durante la República de Weimar, lo que le permitió a Saemisch relacionarse con intelectuales de renombre de la época, como Haber, Nernst, Heisenberg y Einstein. Saemisch mantuvo posiciones críticas y combativas, lo que llevó a que lo expulsaran de la prestigiosa Academia Estatal de Arte de Kassel. En 1921, recuerdan sus biógrafos, ingresó a la escuela Bauhaus de Weimar, que más tarde sería arrasada por los nazis. “A Saemisch le tocó vivir una efervescente época impregnada por grandes rupturas en el arte, la filosofía y la ciencia, así como por las grandes guerras y la oscuridad del nazismo. En 1964 emigró a México, cuya cultura ancestral lo atrajo desde una edad temprana. Amando profundamente el país, Saemisch murió aquí, en 1984, dejando un gran legado”, explican desde la organización que lleva el nombre del creador alemán.

Eugenio Caballero, ganador del Oscar a mejor dirección artística por El laberinto del fauno, explica en entrevista telefónica que a pesar de los horrores que Saemisch vio “tenía una enorme alegría de la vida, era un tipo muy positivo”. Había en este artista tal ansia por vivir que lo llevó a dejar la escuela Bauhaus y embarcarse como marinero para conocer el mundo, vivir experiencias intensas. Las dos grandes guerras, sin embargo, lo marcaron. “Sobre todo una posguerra en una Alemania en una situación muy dura, donde procurarse el alimento era difícil. Fue testigo de esa época”, dice Caballero. “Lo que me llamó mucho la atención en su obra fue la profunda observación que tenía de su entorno, cómo reflejó el dolor de la muerte de su madre cuando era muy joven, cómo captó a las personas que se encuentra en un Berlín que resurge después de la Primera Guerra Mundial, con aires positivos. Y a la par nunca dejó de pintar las montañas y la naturaleza, que acabó siendo su refugio”, agrega el curador.

Eugenio Caballero en Los Ángeles, California, en noviembre pasado.
Eugenio Caballero en Los Ángeles, California, en noviembre pasado.Ernst Saemisch (Adriana Zumaya)

La segunda sala abierta en la exposición explora lo que Caballero llama “el periodo muy sombrío” de Saemisch, en el que toca temas relacionados con ese horror vivido. “Hay retratos sobre militares nazis, reflejos del miedo. Está El príncipe de la vida y la muerte, que es una obra oscura. Todo esto lo pinta como reflejo de lo que vivió, pero después deja de pintar personas, después de la guerra, después de ese periodo de vaciarse, y se refugia mucho en los paisajes y en la naturaleza”, comenta el curador. “Lo que más me llamó la atención es esta búsqueda formal de lo figurativo a lo abstracto, influenciado por el contacto que tuvo con las vanguardias, pero hay una cosa que me parece mucho más personal, que es cómo a través del arte y la transformación de lo que observa, se va curando. Hay un poder sanador en el arte. A mí me gusta la idea de pensar no solo en el arte como tal, sino en el arte siempre en relación con el artista. Me parece que son muy importantes las circunstancias del artista, porque le da una dimensión humana. Y eso es lo que encontró de forma muy contundente en la obra de Saemisch”. Si el arte cura en tiempos de guerra, estos días de espanto son una buena excusa para sanar de la mano de Saemisch, el artista que buscó la belleza en medio del horror.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.
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