Mariantuá Correa, escritora: “La desaparición es un círculo que ocurre todo el tiempo y en todas partes”
En ‘Ciudad Láser’, la autora colombiana atraviesa las espinas de los desaparecidos, el clasismo y las relaciones tóxicas de mano de una inusual investigadora
Es un libro y es una reunión de miedos. Es Soledad, una joven que desaparece en una ciudad latinoamericana que parece Bogotá, pero podría ser cualquier otra. Es una investigadora que no es madre, pero busca como una. Es la duda, la culpa, un enigma. Es el linaje del amor aprendido, la violencia detrás de fragmentos del cuerpo, es la diferencia de clases: es, siempre, la supervivencia. Ciudad Láser es una novela, la primera de Mariantuá Correa, que escarba y rebusca entre lo oscuro: “¿Qué es lo peor que puede pasar en una depilación láser, lo peor de lo peor?”.
Cuando tenía ocho años, Correa (Barranquilla, 1992) dejó de hablar. Después de una mudanza ida y vuelta entre Colombia y Reino Unido no pronunció palabra. Durante dos años se comunicó por cartas, leía sin parar, escribía —qué remedio— sin parar. Le quedó la manía: “Digamos que verbalmente se me pueden chispotear cosas, pero la escritura para mí es un orden y una sinceridad. Me funciona como terapia, pero también me funciona como diagnóstico. Yo no sabía hasta qué punto me importaban tanto algunos temas hasta que escribí Ciudad Láser”. Algunos temas: la desaparición forzada, la violación a la intimidad, las relaciones codependientes.
Correa, que estudió Derecho en la Universidad de los Andes, trabajó con un grupo de abogados durante el plebiscito de 2016 de Colombia para firmar la paz entre el Gobierno y la guerrilla. Juntos sintetizaron el acuerdo, las deudas históricas, lo que suponía el perdón. Ahí conoció la desaparición. Hay más de 110.000 desaparecidos en Colombia, más de 110.000 en México. “La desaparición no te deja hacer las paces con ninguna premisa, no es un vivo, no es un muerto, es una incertidumbre. Las personas con familiares desaparecidos están en un hueco: tienen pasado y tienen muchas expectativas de futuro, pero el presente está totalmente desdibujado”. El presente convertido en un lugar “incómodo, difícil de habitar, el tiempo de una espera”.
En Ciudad Láser (Almadía, 2024) quien desaparece es Soledad, una joven que ha llegado de una pequeña isla, liderada por un grupo de sabias llamadas Las Abuelas, a una capital. No conoce a nadie, entra a trabajar en un centro de estética, empieza una relación con un buscavidas. “Me interesa mucho como una persona buena, termina, por circunstancias, llegando a lugares muy poco sanos”, explica la autora, que indaga: “Me asustan mucho las relaciones codependientes. En mi linaje femenino se ha confundido muchísimo la idea del amor con ser necesario, le soy útil al otro y al serle útil me desdibujo yo”. Lo que le ocurre a Soledad, explica Correa, es una desaparición real y metafórica.
Mientras Soledad se difumina hay un ancla de la novela. Giselle Horn es una investigadora de la Fiscalía colombiana que hace lo que no ocurre tanto en los ministerios públicos latinoamericanos: busca, rastrea, no cede. Una inspectora que “no tiene más cercanos que los desaparecidos”. “Yo quería que le importara un carajo, la burocracia. Nunca importa cómo, sino qué, mi moral es encontrar, mi ética es encontrar, lo otro después veo cómo lo resuelvo. Entonces claro, ojalá, hubiera más detectives como mi detective. Igual y seguro los hay, solo que están muy ocultos por toda la falla del sistema”.
Con el libro ya impreso, Correa explica: “La misma novela es en su estructura el dilema de la desaparición. Hay una voz, en tercera persona, que va narrando la desaparición de Soledad, es una voz que va muy rápido, que casi parece un hoyo negro, es caótica y se acerca muy poco a los personajes, va contando las cosas como con una cámara. Mientras que la detective es la persona que pone orden en el juego. En esta tensión de orden y caos está el asunto de la desaparición, porque eso deja: la brecha misma, esa esperanza de que aparezcan, entonces le pongo orden, pero esa desazón caótica de que en verdad lleva mucho tiempo sin estar acá, ¿no?”.
El mismo párrafo abre y cierra la novela. “No tenía la intención de que el caso se resolviera, sí que quería dar algunas pistas de porque esta mujer había podido desaparecer, pero me interesaba más mostrar que la desaparición es un círculo, que ocurre todo el tiempo y además ocurre en todas partes”.
El sonido de una salsa suave
Es una novela que habla. Dice: “El man era cucho recucho”, o “¿usted tiene algo que hacer ahora? No, yo estoy desparchado”. O dice: “Se huele la carne entre las uñas”, también “servíme otro guaro, que ya tengo la garganta seca de tablar tanta basura, bien piscinero”. Es una novela que suena a “salsa suave, de las que cuentan una historia de terror en clave tropical”. Para hacerla hablar, Correa, que vive desde el 2021 en Barcelona, usó a su favor el tiempo y la distancia, estar lejos del acento y del lenguaje. El escenario plasmado es “la Colombia del rebusque”, el clasismo y el privilegio, los lugares donde los estratos coinciden, aunque sea de forma artificiosa, como un centro de estética.
En su próximo proyecto, la autora narra diferentes episodios de una chica que, acompañada de su perro, trata de encontrar su lugar en un país que no es el suyo. Ahí hurga en otra de sus grandes obsesiones: “La manipulación del deseo. Creo que es el gran mal de este tiempo, ya no ocurre como en las distopías que de pronto nos censuran los libros o las reuniones comunitarias de pensadores, sino que ahora se manipula el deseo: ¿qué es lo que quieres? ¿Por qué lo quieres? Eso se conecta un poco con Ciudad Láser. Es lo que me preguntaba yo cuando me hacía la depilación, cuando nació la novela: ¿por qué me estoy quitando los pelos? En verdad, ¿por qué lo estoy haciendo?”.
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