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La salida de José Sarukhán de la Conabio pone el foco en la política ambiental del Gobierno

El nombramiento de un técnico sin experiencia en biodiversidad, pero afín a Morena, ha ocasionado la dimisión del titular de la icónica institución

José Sarukhan
José Sarukhán, durante una ceremonia en el Palacio de Bellas Artes, en Ciudad de México.Isabel Mateos (Cuartoscuro)

A través de una carta dirigida a sus colaboradores el pasado 25 de agosto, José Sarukhán, cabeza de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) durante tres décadas y uno de los científicos mexicanos más reconocidos en el país y a nivel internacional, renunció al cargo.

Los motivos, expuestos en la misiva pública y que tanto revuelo han provocado en la comunidad académica, señalan las diferencias con la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), María Luisa Albores, quien nombró a un nuevo secretario ejecutivo sin tener en cuenta los criterios del científico. “A quien correspondía realmente la decisión en su responsabilidad de coordinador nacional, tal como expone el reglamento interno de la Comisión”, advierte el biólogo Rodrigo Medellín, una de las voces expertas que se han levantado contra la inesperada salida de Sarukhán.

“Se argumenta que el doctor llevaba mucho tiempo allí, y es cierto. Fue el propio fundador del organismo y él mismo pensaba que necesitaba un relevo, para el que aportó diversas propuestas que omitieron”, opina Luis Zambrano, uno de los más reconocidos ecólogos en México. “El nuevo cargo anunciado ha demostrado que a la Administración no le parecen importantes ni la naturaleza ni los ecosistemas de su país”, recalca el experto.

Sarukhan, biólogo especializado en agricultura y ecología, fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de 1989 a 1997, Premio Nacional de Ciencias y Artes de 1990 y tiene un asiento en la Royal Society. Ya octogenario, pero con una de las mentes más lúcidas y despiertas de la academia, es el único mexicano reconocido con el galardón Tyler, considerado el Nobel de la Ecología. “Hablamos de un científico con una carrera ilustre, que lleva más de 50 años trabajando por el medio ambiente. Y que va a ser sustituido por alguien que no tiene ni idea de biodiversidad”, señala Medellín.

Aunque todavía no ha sido anunciado oficialmente, la titular de la Semarnat decidió que el nuevo cargo lo ocupe Daniel Quezada: un economista, urbanista y geógrafo de nombre desconocido en el círculo científico y ambiental, pero con una trayectoria muy notoria en la política, y quien seguirá ocupando sus actuales responsabilidades en la Unidad Coordinadora de Participación Social y Transparencia y Titular de la Unidad de Transparencia de la Secretaría de Medio Ambiente al tiempo que desempeña su recién puesto en la Conabio.

Quezada, a quien EL PAÍS solicitó una entrevista por varios medios sin obtener respuesta, fue líder de la juventud del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y, después, uno de los militantes más destacados de Morena en Tizayuca, Hidalgo: un “obradorista de corazón”, como se lee en su perfil de redes sociales. “Su nombramiento evidencia que para el presidente es más importante la lealtad política que la experiencia y el conocimiento”, asegura Medellín. “El mensaje que transmiten, como si fuera un boletín político, es que no les importa en absoluto la Conabio. Y que no tienen una política ambiental”, agrega Zambrano.

“El perfil que va a ocupar requiere de mucho nivel, por eso estamos sumamente preocupados. No me extrañaría que en unos años el sustituto de Sarukhán pase a la historia como el verdugo de la institución”, declara Medellín, para quien la reciente noticia “es otro golpe más que ha recibido la Conabio, el último ataque a la agenda ambiental mexicana”, expresa el biólogo, haciendo referencia a los continuos recortes de los fondos para la conservación, como los destinados a las 182 Áreas Naturales Protegidas (ANP), que disminuyen año con año. “Se está despidiendo drásticamente personal científico de alto nivel y suspendiendo proyectos que beneficiaban directamente a la población más necesitada de este país”, denuncia el biólogo.

La Conabio: una institución ambiental sin precedente en el mundo

Fundada en 1992, la Conabio surgió con la misión de promover, coordinar y realizar actividades dirigidas al conocimiento de la diversidad biológica de México, y de contribuir a su conservación y uso sustentable. “En su momento, no había en el mundo una institución igual, con iniciativas pioneras, como nuestro icónico sistema de la biodiversidad copiado por tantos países”, señala Medellín, refiriéndose al Capital Natural de México, un atlas de toda la fauna y flora del país que se actualiza de forma continua y en cuya elaboración participaron más de 700 autores de las más diversas especialidades.

Además de producir ciencia de la más alta calidad, desde que se fundó, la institución se aseguró de que la información generada estuviera a disposición de todos, fomentando la ciencia ciudadana, “con el objetivo de que la sociedad entera entendiera mejor el entorno natural que le rodeaba”, contaba en la conferencia por el 30 aniversario de la Conabio el propio Sarukhán, hace solo unos pocos meses.

Para orgullo de la comunidad científica mexicana, el historial del organismo está plagado de iniciativas de éxito que protegieron la naturaleza al tiempo que contribuyeron al desarrollo y bienestar de la sociedad. Un ejemplo es la aportación de la Conabio a la creación de políticas públicas en conjunto con distintas Secretarías. Como la alerta nacional impulsada en los noventa para frenar la llegada al país de la palomilla del nopal, una mariposa endémica de Argentina responsable de la muerte de más de 25 millones de hectáreas de plantaciones en Australia y otros lugares.

Gracias a los mapas y datos que técnicos de la Conabio habían proporcionado a las autoridades, para cuando la plaga llegó a territorio mexicano, la Secretaría de Agricultura tenía toda la información necesaria y sabía cómo combatir al peligroso insecto, cuya expansión hubiera provocado pérdidas incalculables en la economía y la biodiversidad.

Como relata Medellín, esta iniciativa que consiguió frenar una catástrofe que “hubiera arrasado con las plantas endémicas más icónicas y representativas del país, el nopal, con más de 100 especies distribuidas a lo largo del territorio”, es solo una de tantas que llevó a cabo la Conabio. “Por aquellas fechas también se creó el sistema de detección temprana de incendios, que beneficia también a América central y al sur de Estados Unidos”, apunta Zambrana.

Políticas que estrangulan al sistema científico y ambiental

De acuerdo con el biólogo, los recortes “no han sido la única patada que ha recibido esta institución. Desde hace más de tres sexenios, la transversalidad era una parte muy importante de la agenda ambiental”. Los asuntos ambientales cruzaban todos los elementos de la agenda de desarrollo del país, desde la cartera de economía, pesca, turismo hasta defensa. Pero, según el biólogo, “a partir del inicio de este Gobierno esa transversalidad incipiente que habíamos promovido e impulsando tanto, se abandonó y hoy está completamente borrada y desdibujada de los programas de desarrollo”.

“Desde la nueva Administración también hay un ataque contra la independencia y la capacidad para operar con la congelación de recursos”, agrega Zambrano. En mayo del 2021, 40 investigadores altamente calificados que trabajaban en la institución fueron liquidados. Y el fideicomiso a través del que opera la Conabio, y del que depende económicamente, ya no recibe fondos federales. “El claro objetivo es eliminarla, hacerla desaparecer”, opina Medellín.

“Durante los años en los que Julia Carabias, bióloga de formación, fue la secretaria de la Semarnat, se impulsó mucho una poderosa vinculación entre el medio ambiente y la sociedad. Pero, por lo que hemos podido observar últimamente, parece que este régimen desprecia la ciencia, la cultura y el desarrollo sostenible”, afirma Daniel Piñero, de los mayores expertos en genética en México y uno de los tres nombres que Sarukhán había propuesto para reemplazar su liderazgo. Los otros dos candidatos eran el ecólogo Miguel Equihua Zamora y el ingeniero Raúl Jiménez Rosenberg, que, como Piñero, contaban con amplia experiencia previa de trabajo en la institución.

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