La rifa de un paraíso abandonado en el sur de Sinaloa
El fracaso del proyecto turístico Playa Espíritu lo condenó a su último destino, el sorteo mayor de la Lotería Nacional
En las costas del sur de Sinaloa, hay un desarrollo turístico fallido que este domingo será rifado por la Lotería Nacional. Los esfuerzos de algunos por frenar el concurso no fueron suficientes y el destino de Playa Espíritu ahora solo lo conoce el azar. El Gobierno sorteó la noche de este domingo una parte de lo que inició como un ambicioso proyecto a finales del sexenio de Felipe Calderón. La apuesta era convertir 2.300 hectáreas frente al Pacífico en un desarrollo de la talla de Cancún o Los Cabos. Trece años después, la jugosa oferta es otra: por 250 pesos (unos 12 dólares) cualquier persona puede ganarse un terreno en el paraíso.
Boleto a boleto y con un poco de suerte, el Gobierno regresa a los mexicanos algo de lo que considera un proyecto inviable. Playa Espíritu “no generó interés de consideración por parte de los desarrolladores e inversionistas derivado de la falta de conectividad de la localidad, además de que el predio presenta falta de servicios urbanos que dificultan su comercialización”, según justifica una vocera del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), organismo encargado del proyecto desde su creación en 2008. Por ello, asegura, el plan original no podrá ser retomado.
Aunque para algunos pueda ser un golpe de buena fortuna, el sorteo aplasta los planes de los empresarios de la región. Jesús Ernesto Rivera, un comerciante del municipio de Escuinapa dedicado a la venta de agua de coco, lleva más de una década impulsando el proyecto turístico que inició hace 50 años como un sueño para su abuelo. Contrario al Gobierno, el empresario asegura que sí existe interés por parte de inversionistas para desarrollar la zona, pero que con la Administración actual no ha sido posible continuar con el plan inicial.
“Siempre hemos batallado, pero ahora es cuando más trabas han puesto”, comenta. El empresario asegura que entre las compañías interesadas están tres cadenas hoteleras y una universidad suiza que busca construir un plantel en México. Rivera expone que el diálogo con las autoridades para recibir a los inversionistas no había cesado hasta hace unos meses, tras el anuncio de la rifa por parte del nuevo Gobernador del Estado, Rubén Rocha Moya. “El mismísimo Gobernador de Sinaloa, ante los ojos del presidente de la República, mató el proyecto”, afirma.
Playa Espíritu ha tenido muchas vidas. Nació como un antiguo rancho del exgobernador priista Antonio Toledo Corro, fallecido hace tres años. En 2008, fue comprada por el Gobierno de Calderón y durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018) quedó en el olvido, según recapitula Ricardo Tobías Solórzano, un empresario de refrescos de vainilla. “Yo creo que se perdió un sexenio muy fuerte que debió haber detonado en la etapa de Peña Nieto, que solo se dedicó a dejar el terreno ahí”, comenta el comerciante del municipio de El Rosario, al sur de Sinaloa.
Ubicado al sur del puerto de Mazatlán, arriba de Rosario y Escuinapa, en los límites con Nayarit, el pedazo de paraíso que está en rifa es una casa con vista al mar valuada en 28,9 millones de pesos (136.000 dólares) y 200 lotes rústicos con valor de unos 1,2 millones de pesos, cada uno. “Lo que más nos afecta de la rifa es que vamos a tener que negociar ahora con 200 personas, que son las dueñas de cada pedacito de tierra, en lugar de haber negociado con Fonatur”, expone Solórzano.
A la lucha por detener la venta del terreno se han sumado alrededor de 50 comerciantes y líderes locales, según afirma Juan Manuel Wong, otro empresario de la industria cocotera del sur de Sinaloa. Wong señala que pese a la respuesta del Gobierno, seguirán buscando la vía para negociar y detener las próximas rifas. “Mucha gente que se gane el terreno no va a saber qué hacer con él, además de que no tiene servicios”, expone.
Por otro lado, Solórzano indica que en el plan de inversión nacional y extranjera que están por presentarle al Gobierno contempla absorber la compra de la mayoría de los lotes que se sortean este domingo, así como el premio mayor. La casa frente al mar de 12.000 metros cuadrados de extensión y valuada en 28,9 millones de pesos, tiene 11 recámaras con baño en cada una de ellas. Además de una amplia cocina, comedor, sala de televisión, oficina, alberca, terraza, áreas verdes, área de servicio, bodega, barda perimetral y estaciones con cocheras techadas.
Según explica Fonatur, Playa Espíritu “pasará de una alta densidad contemplada originalmente a una densidad baja para quienes ganen los terrenos”. Su sustentabilidad, plantea, se logrará a través de un “turismo rústico enfocado a la naturaleza”. A diferencia de otros destinos creados por Fonatur, como Cancún, Huatulco, Loreto, Ixtapa y Los Cabos, Playa Espíritu no ha representado ser un “ejemplo global de planeación urbana y detonación de oportunidades”, justifica.
“La rifa permitirá que Fonatur deje de cargar con el mantenimiento de un desarrollo no comercializable por la mala planificación y devolverá al pueblo lo perdido”, continúa. Según el organismo, de 2008 a 2018, la inversión total del proyecto fue de más de 1.181 millones de pesos. Después, cada año el costo ha sido de 14 millones. El Segundo Gran Sorteo Especial 252 de la Lotería Nacional se llevará a cabo a este domingo a las 8 de la noche en el edificio El Moro y será transmitido en vivo.
Pese al abandono del proyecto, el Gobierno lo ha anunciado como una oportunidad de adquirir un terreno frente al mar. “Compren su boleto, su cachito, para hacerse de una propiedad segura. Es un edén, un paraíso”, decía el pasado martes el presidente Andrés Manuel López Obrador. En contraste, la rifa de Playa Espíritu también se ha sumado a la lista de sorteos de los símbolos de la corrupción y los errores de los Gobiernos anteriores. Primero fue la rifa simbólica del avión presidencial, que continúa estacionado en un hangar a la espera de venderse o alquilarse para fiestas o vuelos ejecutivos. Le siguieron en julio pasado las subastas de casas y bienes incautados a capos, como la casa de donde se fugó Joaquín El Chapo Guzmán.
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