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Un ‘casting’ propio de ‘Supervivientes’ para alquilar piso en Madrid

La falta de oferta en el mercado de arrendamiento eleva los criterios de selección de los inquilinos: se pide fianza, varias mensualidades, nómina, contratos y hasta los perfiles de redes

Un hombre mira los anuncios de una inmobiliaria en el barrio de Argüelles, en Madrid, el pasado 24 de julio.
Un hombre mira los anuncios de una inmobiliaria en el barrio de Argüelles, en Madrid, el pasado 24 de julio.

Es el inquilino perfecto. Tiene entre 30 y 40 años, estabilidad económica comprobable y contrato de trabajo con más de cinco años de antigüedad. Gana más de 3.000 euros al mes. No tiene perros ni gatos, ni hijos. Ni siquiera peces. Sus ahorros le permiten pagar tres meses de adelanto para entrar a vivir a su nuevo piso. Uno de fianza, otro de gestión y, por supuesto, el mes en curso. Es serio y formal. Representa al 10% de la población española, y a él lo buscan, generalmente con éxito, los dueños de los pisos en alquiler en Madrid, dejando atrás a cientos de candidatos que flaquean en alguno de los requisitos de los castings, cada vez más exhaustivos, del mercado inmobiliario. Una prueba exprés, donde un grupo de concursantes lucha por sobrevivir a los exigentes criterios de selección para conseguir el premio final: un lugar donde vivir. Un proceso que podría volverse un exitoso reality al estilo del famoso Supervivientes.


Este creciente fenómeno se explica por la enorme demanda y la poca oferta en el mercado. Según las inmobiliarias de Madrid, cada piso que sale en alquiler tiene más de cien interesados en menos de cinco días, lo que permite a los dueños refinar sus criterios de selección. Javier Sierra, presidente de Remax España, asegura que los propietarios “hacen un casting para ver quién es el que mejor pinta tiene, el que más ofrece y el que más todo”, y compara el procedimiento con el de una subasta al mejor postor. Solo que en esta no solo reina el dinero.

Gonzalo Navarro, andaluz de 30 años, es uno de los candidatos que suele ser descartado con frecuencia. Es músico y tiene pinta de músico. Toca la guitarra, lleva el pelo largo y las uñas de su diestra largas para hacer de púas. A pesar de cumplir con los requisitos económicos para alquilar un piso para él solo, la ausencia de un contrato de trabajo, fruto de la temporalidad de su profesión, le ha impedido hacerlo. Presume de los artistas con los que ha trabajado para intentar convencer a los dueños. Una “exitosa” gira con Isabel Pantoja y otra “exitosísima” con Soleá Morente. “Bueno, exagero un poco, pero es que, si no, me quedo sin casa”, dice. El brillo de su oficio le ha alcanzado para alquilar la habitación de la casa que comparte con otras siete personas y que consiguió por conocer a la inquilina anterior, después de más de 30 visitas a pisos por todo Madrid. En ella se van 450 euros al mes.

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La intensidad del casting por el que pasan los posibles inquilinos aumenta cuando intermedia una agencia, algo que en España sucede en el 70% de los casos, según la Federación de Asociaciones de Empresas Inmobiliarias (Fadei). El trabajo de los agentes es encontrar a ese cliente ideal. Y utilizan sus medios para lograrlo. El primer escalón al que se enfrentan los candidatos es que sus gastos de alquiler no superen el 30% de sus ingresos. Una exigencia que requeriría que el interesado gane 3.000 euros mensuales para poder vivir solo, algo que solo logra cerca del 25% de los contribuyentes, según los últimos datos de la Agencia Tributaria.

Perfil de inquilinos

Como segundo paso, las agencias suelen elaborar un perfil para que el propietario elija a su próximo inquilino de acuerdo con criterios al gusto. En Tu Piso en Madrid piden nóminas, contratos y experiencia laboral comprobada. En Remax, Icíar Basterrechea relata hasta dónde pueden llegar en la búsqueda: “Vemos el perfil en redes, revisamos LinkedIn y si es necesario hacemos un estudio más en profundidad”. De los cien que, en principio, pretendían alquilar, seleccionan los 10 perfiles más convincentes y dejan que el propietario decida.

Todo esto representa lo que Carlos Martínez, propietario de nueve pisos en alquiler en Madrid, cataloga como un filtro “natural”. Sus propiedades, todas para una persona, cuestan entre 1.000 y 1.100 euros mensuales. Tiene clientes, según cuenta, generalmente extranjeros: “Para ellos, un alquiler de 1.000 euros no es tan caro como para un español”. Pide las últimas tres nóminas, dos meses de fianza y suele alquilarlos en menos de una semana.

Pero no todos los extranjeros que llegan a la capital tienen un poder adquisitivo elevado. Sabrina Salmen, mexicana de 26 años, perdió la oportunidad de alquilar un piso por su origen, después de que un casero le dijera, según narra, que no alquilaba a latinos porque “solo saben hacer fiestas”. Aunque la intención de quien alquila es centrarse en encontrar al arrendador con mayor estabilidad económica, los agentes consultados concuerdan en que el dueño, además de tener la última palabra, decide de acuerdo a sus intereses personales.

Esto lleva, en algunas situaciones, a actos discriminatorios, con o sin mediación inmobiliaria. El presidente de Remax reconoce la escondida mala praxis de algunos clientes: “No dirán que no le alquilan a alguien por ser negro, dirán que no lo hacen porque hay otro candidato con más solvencia”. Sus agentes aseguran no seguir ningún criterio que escape de la ley, pero también dicen no tener poder ante las decisiones de los dueños. En la inmobiliaria, y así lo afirma Sierra, a pesar de todo, “lo más importante es satisfacer al propietario”.

Para los agentes inmobiliarios y los dueños, el problema de fondo está en la falta de vivienda y la dificultad de desahuciar por impagos en España. Hacen un balance negativo de la nueva ley de vivienda, aprobada hace poco más de un año, y reclaman mayor intervención del Gobierno para la construcción de vivienda social. El fundador de Tu Piso en Madrid, Edoardo Corda, asegura que la norma “desprotege a los propietarios”, haciendo que haya menos oferta y precios más altos. Sierra es enérgico en la crítica a la ley que, según dice, lejos de solucionar el problema lo ha empeorado. Apunta que además de tensionar el mercado con los límites en los precios, otorga garantías a las personas vulnerables para evitar los desahucios. “En este país, si el propietario se equivoca y su inquilino deja de pagarle, tardará año y medio en sacarlo”, dice. Y termina con una frase que dibuja el panorama del alquiler en Madrid: “Nadie quiere a un vulnerable”.

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