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España se seca

La explosión del regadío hiperintensivo agudiza la desigualdad del campo español

La falta de una estrategia hídrica nacional satisface a los agricultores en el corto plazo pero preocupa a los ecologistas

19/07/2023. El agricultor Vicente Guerre bebe agua en su viñedo en Torremejía (Badajoz).
19/07/2023. El agricultor Vicente Guerre bebe agua en su viñedo en Torremejía (Badajoz).EdP

El regadío hiperintensivo está en auge y se extiende a los cultivos de secano pese a que España se queda sin agua. Mientras el termómetro marca 43 grados, Vicente Guerre (Torremejía, Badajoz), sostiene una generosa rama de aceitunas y explica cómo será la nueva organización de sus 14 hectáreas. “Voy a hacer hileras de olivos de un metro de alto separados por un metro y medio. Plantaré el triple de árboles”, cuenta. Es uno de los 1.200 agricultores de la comarca de Tierra de Barros (Badajoz) que se beneficiará de los 270 millones que la Junta de Extremadura ha destinado a la reconversión de 15.200 hectáreas de cultivo de secano en regadío —205 millones provienen de fondos europeos y 65 de los regantes de Barros— . El caso de la región extremeña es un ejemplo de cómo las administraciones abren o cierran el grifo según convenga la rentabilidad económica o la sostenibilidad ecológica.

Multiplicar la producción gracias al regadío hiperintensivo es una gran oportunidad para los agricultores, pero los expertos no dudan en calificarlo como un suicidio hídrico. El olivar de secano produce 4.000 kilos de aceituna por hectárea, mientras que con el riego hiperintensivo alcanza los 12.000. El método más común es el cultivo en seto: los árboles se organizan en filas de hasta mil leñosos, pegados entre sí, y se separan por calles de cinco metros de ancho. La imagen del olivo centenario de hasta 12 metros de altura que históricamente ha salpicado el paisaje de las carreteras comarcales de esta región y de otras provincias como Albacete, Ciudad Real y Toledo contrasta con la actual, en la que los pequeños arbustos no superan un metro de alto.

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Comparativa entre un olivar tradicional (izquierda) y un olivar hiperintensivo en seto en Tierra de Barros (Badajoz). EdP

Guerre recuerda la sorpresa que se llevó cuando la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) aprobó el proyecto. “Siempre han sido muy roñosos”, apunta. Los agricultores como Guerre celebran los más de 43.000 millones de litros, el equivalente a 16.000 piscinas olímpicas, que la CHG y la Junta destinarán a los 12 municipios que vertebran la comarca. El presidente de la Comunidad de Regantes de Tierra de Barros, Isidro Hurtado, comparte la ilusión de Guerre. “La inversión merece la pena. En un futuro, nos permitiría ampliar el abanico de cultivos a más variedades como el brócoli para competir con otros territorios”, explica.

Miles de hectáreas de olivos, almendros, vides y pistachos con riego hiperintensivo rodean los embalses de Badajoz, que a finales de julio están al 26,8% de su capacidad, 27 puntos por debajo de la media de la década, según datos de la Aemet. La situación hace que los ecologistas recelen del cortoplacismo del proyecto. El responsable de agua de WWF, Alberto Fernández, rechaza la ambición de los agricultores que buscan maximizar sus beneficios sin reparar en su impacto ecológico. “Es un suicidio hídrico. Pan para hoy y hambre para mañana”, asegura.

La agricultura ocupa el 33,7% del territorio nacional. En los últimos 25 años, el regadío ha crecido en España hasta ocupar la cuarta parte de esta extensión (cuatro millones de hectáreas), pero desde Ecologistas en Acción sostienen que España solo tiene capacidad para regar la octava parte. El embalse de Alange, a 16 kilómetros de Torremejía, es el principal surtidor del proyecto de la Junta. Allí, dos mujeres pasean a un fox terrier por la orilla de lo que una vez fue la playa de Alange. Ahora afronta la tercera ola de calor del año con tan solo el 12% de su capacidad, un 32% menos que hace 10 años en las mismas fechas. El resto del suministro lo aportarán el pantano de Villalba y la Estación de Bombeo e Impulsión de Almendralejo, ambos en la provincia de Badajoz.

Evolución del regadío en España entre los años 2002-2022

El agua que regará las tierras pacenses desenmascara las contradicciones del nuevo Plan Hidrológico Nacional y reabre las disputas hídricas entre territorios. El Plan prevé la supresión de alrededor de 90 embalses no viables o en proyecto y reducirá un 70% la cantidad de agua trasvasada al Levante para regar. Diego Jalón, catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Politécnica de Madrid, explica que el riego es la manzana de la discordia entre las regiones. “El regadío es un pozo sin fondo. Todos queremos regar más, pero los recursos son limitados”, arguye.

Mientras el suelo extremeño contará con agua a raudales, en el sureste peninsular tiemblan ante el anunciado recorte del mayor trasvase del país, el Tajo-Segura. La progresiva reducción de la cantidad trasvasada, que culminará en 2027, es un capítulo más de la guerra del agua entre los regantes del Levante y los agricultores manchegos. Municipios murcianos como San Javier o San Pedro del Pinatar, que concentran las explotaciones hortofrutícolas de la zona, denuncian que las restricciones tendrán unos efectos demoledores en la economía regional, según explica Mariano Zapata, presidente de la Asociación de empresas agrícolas de ProExport. “Lo más importante para los productores de alimentos es saber de cuánta capacidad de riego vas a disponer para saber si la cosecha será rentable”, precisa.

La inseguridad por los recortes en el suministro en el Levante ha provocado el traslado de parte de las cosechas a otras regiones como Castilla-La Mancha. Los agricultores de la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena no ven con malos ojos estos traslados y aseguran que el conflicto no es ni con los ecologistas ni con los agricultores manchegos, sino con los políticos. “Con tantos cambios entre normativas y restricciones nos sentimos en medio de un partido de tenis”, sentencia Zapata.

La posición de los ecologistas es clara: las políticas agrarias del Gobierno muestran su “absoluta inconsciencia del valor del agua”, afirma Fernández. El experto de WWF critica el doble rasero de la Administración, que restringe la aportación hídrica en el Levante por motivos ambientales, pero en Badajoz apuesta por transformar cultivos de secano en vastas extensiones de regadío hiperintensivo en plena sequía. Fernández alude a fines electoralistas a la hora de explicar el comportamiento de los gobiernos autónomos. “El agua se convierte en un incentivo para atraer al votante. Un deseo más en la carta a los Reyes Magos”, apunta.

La posibilidad de desarrollar un plan hidrológico nacional ha sido una propuesta recurrente de los partidos políticos españoles en las dos últimas décadas. Pero la falta de acuerdo ha impedido concretar una estrategia nacional duradera que pueda solucionar las preocupaciones de los agricultores como Guerre: “El agua, por mínima que sea, da vida”, concluye.

Este trabajo forma parte de un especial sobre la sequía realizado por los alumnos de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Consulta aquí más información sobre el máster.


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