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Cómo abrigar bien a los niños en invierno. Una pista: no todos sienten igual el frío

Proteger a los menores de las bajas temperaturas no implica forrarles de ropa. Es más eficaz la estrategia de las capas de cebolla para poder ajustarse a los cambios entre espacios al aire libre y lugares cerrados

Abrigar niños invierno
Los adultos deben preguntar al niño si tiene frío o calor antes de salir a la calle. A la hora de abrigarles, su bienestar es esencial.getty

Los padres tienden a abrigar en exceso a sus hijos para protegerles de las bajas temperaturas, pero tanto el exceso como la escasez de ropa son errores que pueden provocar que el menor enferme. “A la hora de vestirlos, hay que tener en cuenta primero que el metabolismo de los niños es distinto al de los adultos, por lo que generan mayor calor corporal”, explica Cristina García Millán, coordinadora de la Unidad de Dermatología Pediátrica del Grupo Pedro Jaén. Y esto se debe a su gasto energético.

La ciencia avala esta afirmación. Un estudio publicado en la revista Science en agosto de 2021 concluyó que los bebés son los que gastan más energía a una mayor velocidad, mientras que el metabolismo no empieza a decaer realmente hasta cumplidos los 60 años. Además, esta investigación, elaborada con una muestra de más de 6.000 personas de 29 países, determinó que “las necesidades energéticas se disparan durante los primeros 12 meses de vida, de modo que, al cumplir el primer año, un niño quema calorías un 50% más rápido para su tamaño corporal que un adulto”.

Las bajas temperaturas en sí no tienen por qué ser el detonante para que los menores enfermen. Pero ir mal abrigados, sí. “El hecho de forrar a los niños de ropa no evita que se acatarren, porque entonces sudan más. Y los padres y madres suelen cometer el error de no escuchar a sus hijos sobre si sienten calor o frío”, explica Iván Carabaño, pediatra y profesor asociado de Pediatría en la Universidad Complutense de Madrid. Para este doctor, lo recomendable es aligerar la cantidad de ropa si el niño tiene calor. “Los hay que disfrutan llevando gorros, guantes y bufandas y otros que son más calurosos y estas prendas les causan agobio. Así que conviene preguntarles sobre su bienestar con respecto a la ropa de abrigo que llevan en invierno”.

Un niño correctamente abrigado es el que lleva ropa adaptada al lugar donde va a estar y a la actividad que va a realizar. La época invernal suele conllevar que se haga más vida en espacios cerrados, que al estar menos ventilados resultan un caldo de cultivo para que los niños se pongan malos. “No es igual ir a un centro comercial que asistir al colegio o a actividades en la montaña. También, es diferente si el niño todavía no camina, porque estará sentado en la silla y es más vulnerable al frío, que si ya anda y corre”, advierte García. “Y cuando un niño, de cualquier edad, llegue a una casa con la calefacción encendida hemos de aplicar el sentido común y retirar las prendas de más abrigo, porque se las habíamos puesto para que no pasaran frío al aire libre”, asegura por su parte Carabaño.

La dermatóloga recomienda que cuando hace mucho frío los niños usen prendas como gorro, bufanda, un buen calzado y guantes: “Y añadir solamente una camiseta o body de algodón, a ser posible de tirantes, junto con una camiseta o camisa y un jersey”. “En los casos de frío externo, el sistema ideal es el de capas de cebolla, o sea el capas de ropa, entre las que se crea una película fina de aire, que hace las veces de eficaz aislante frente a las bajas temperaturas”, resume Carabaño. Según este pediatra, es indispensable cubrirse la nariz: “La primera barrera frente a las infecciones respiratorias es la mucosa nasal, que es menos eficaz si hace frío, por lo que nuestras abuelas tendrían razón al ser firmes defensoras de cubrir esta parte del cuerpo y la boca”.

Los bebés y el frío

En el caso particular de los bebés hay que tener en cuenta que son especialmente sensibles a la térmica externa. Esto quiere decir que reaccionan con cierta intensidad a los cambios bruscos de temperatura, y estos pueden ser perjudiciales. “Los menores de un año tienen riesgo de sufrir hipertermia, porque no regulan bien su temperatura corporal, y el exceso de sudor dispara los casos de brotes de eccema atópico en estos menores, además de provocar humedad en la ropa que, al contacto con el cuerpo, acaba por producir que el niño tenga frío y pueda enfermar”, explica García.

Estar expuestos a mucho calor también afecta a los más pequeños. “Existe el peligro de que si duermen en una habitación con la calefacción excesivamente alta o muy arropados se produzca riesgo para su salud”, advierte Carabaño. Para este experto, lo mejor es acondicionar la temperatura en el dormitorio, de forma que no sobrepase los 22 grados centígrados: “Tampoco es recomendable abrigar al bebé con varias mantas a la hora de dormir ni cubrirle la cabeza. El niño debe permanecer libre y con posibilidad de moverse”.

Claves para abrigar bien a tu hijo

La dermatóloga Cristina García recopila seis pautas para abrigar bien a los niños este invierno:

  1. Abrigar más a los bebés que no se mueven, sobre todo cabeza, manos y pies —según los expertos, estas son las partes más vulnerables del cuerpo―. En niños y, sobre todo en bebés, la parte del cuerpo por la que se elimina más calor es la cabeza, así que un buen gorro o pasamontañas es imprescindible.
  2. Aligerar la ropa de los niños a partir de los siete años, por ejemplo prescindiendo de la camiseta interior.
  3. Evitar las prendas térmicas, salvo en la nieve, y optar por la ropa que se pueda desabrochar para poder regular el calor según el momento.
  4. Usar prendas de algodón y evitar los tejidos sintéticos, como la licra, que no favorecen la evaporación adecuada del exceso de calor.
  5. Evitar la ropa de lana en niños con piel atópica, porque provoca picor y puede empeorar el estado de su piel.
  6. Cuando los niños practican deporte al aire libre que conlleva estar tiempo inactivo, como en el caso de ser portero de un equipo de fútbol, conviene que lleven una camiseta térmica y que calienten el cuerpo con algo de actividad física (saltos, carreras cortas).

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