De la lactancia a la cuchara: consejos sencillos para que el bebé afronte la alimentación complementaria
Cucharas adaptadas, alimentos sólidos de tamaño adecuado y supervisión en la mesa son algunas de las claves para que el niño asiente desde una edad muy temprana una nutrición sana y equilibrada
La transición de la lactancia materna o el biberón a la introducción de otro tipo de alimentos como fruta, pescado o legumbres implica para los bebés un hito importante de adaptación a la que será su alimentación como adulto. En este momento, los padres tienen una oportunidad de oro para sentar en sus hijos las bases para una nutrición sana y equilibrada a una edad temprana.
En general, los seis meses es la edad recomendada para que un bebé comience a tomar una alimentación complementaria a la lactancia. No obstante, “cada niño es distinto y siempre hay que respetar sus ritmos. Los habrá que les encante la cuchara y otros a los que les cueste aceptarla”, explica Myriam Herrero, especialista en sistema digestivo y nutrición pediátrica del Hospital Universitario Rey Juan Carlos Móstoles de Madrid. “Los primeros días”, prosigue la experta, “acabará más comida en el babero que en la boca, por lo que hay que tener paciencia, ya que para el niño supone un gran cambio pasar de la alimentación por succión a depositar comida más consistente que la leche en la boca y tener que manejarla hasta tragarla”.
La nutrición tradicional infantil ha cambiado y en la actualidad se contempla que los niños pasen directamente de la lactancia a la comida sólida. Esta nueva modalidad se denomina alimentación guiada por el bebé (Baby-led Weaning, en inglés). De forma que no se requiere pasar por los purés antes de introducir los alimentos sólidos. “De esta manera, el niño no depende de un adulto que le dé de comer, sino que él mismo va cogiendo los alimentos que se le van presentando”, añade la nutricionista, que matiza que se requiere que el lactante haya alcanzado un grado de autonomía y desarrollo suficiente como para mantenerse sentado solo, “ya que hay riesgo de atragantamiento, por lo que tendrá que estar siempre supervisado y ofrecerle trozos blandos de tamaño mediano”.
La cuchara, todo un mundo por descubrir para los lactantes
El primer cubierto que el bebé utilizará en la mesa para comer será la cuchara, lo cual llevará su tiempo de aprendizaje. Por ello, existen utensilios adaptados a las diferentes edades del niño. “Las de iniciación son para mayores de cuatro meses y tienen menos fondo que las normales. Son de plástico para que el bebé no se haga daño. También las hay para seis meses, con algo más de capacidad. En general, todas tienen el mango más corto para facilitar que el niño se lleve solo la cuchara a la boca”, aclara Enrique La Orden, jefe del servicio de Pediatría y de la Unidad de Gastroenterología Infantil del Hospital Universitario Infanta Elena en Valdemoro. El también profesor asociado de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid considera importante que “el niño pueda fijarse en cómo se alimentan los adultos de su entorno con los cubiertos para que aprenda por imitación y curiosidad”.
Los dientes no son necesarios para que el niño pueda comenzar a tomar comida sólida. De hecho, según informa, se puede introducir una fórmula intermedia que sea mixta entre alimentos triturados y trocitos sólidos, según el niño vaya mostrando interés por ellos: “Los primeros que se incorporan son los ricos en hierro, como los cereales, y después las verduras junto con la carne, además de la fruta. No obstante, conviene evitar verduras que contengan hebras, como las acelgas, que puedan provocar atragantamientos, así como los trozos muy grandes, duros o demasiado pequeños”, continúa el experto. Por último, aconseja: “Hay que supervisar al niño con calidez y desde el juego para evitar crear ansiedad y estrés a la hora de comer y dejar que se familiarice con la comida oliendo, tocando y saboreando, ya que la alimentación no tiene únicamente una función nutricional, sino también social”.
Los progenitores pueden ayudar al niño a dar el paso que supone el cambio de la lactancia a otros alimentos siguiendo algunas pautas sencillas como las que menciona Myriam Herrero:
- Incorporar al niño a la mesa familiar lo antes posible, para que participe en la alimentación del resto de la familia.
- Fomentar la independencia del niño a la hora de comer, pero siempre con supervisión.
- Utilizar preparaciones sencillas desde el principio, tanto en los alimentos triturados como en los sólidos. Lo aconsejable es que el niño acostumbre su paladar a los sabores básicos de frutas o verduras y no a los que sean muy dulces o condimentados.
- Tener paciencia, porque el cambio a otros alimentos que no sean la leche no será fácil para el niño, pero la constancia dará sus resultados.
- Evitar ciertos alimentos antes del año de edad, como la miel, el azúcar, la sal, las verduras de hoja verde y la leche de vaca.
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