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Cinco planes de ocio baratos para hacer en familia esta Navidad

Actividades navideñas para familias felices como el espumillón y el turrón y disfrutar juntos estas vacaciones

Galletas con forma de Papá Noel.
Galletas con forma de Papá Noel.

Antes de lanzaros una serie de propuestas para con alegría pasar en familia estas fiestas, quiero recomendaros que, aunque no tengan cole no se despeguen muchísimo de los libros. Puede que los de mates y los que hablan sobre el sintagma nominal podamos aparcarlos unos días, pero los libros de piratas, aventuras sin freno, animales que hablan, niñas salvajes y pollos que comen mucho y les crece la barriga hay que abrazarlos y repasarlos. Y no me digáis que no les gusta leer, ¡si hay algunos que no tienen letras! ¡Si en los libros están todas las historias posibles!

Plan 1. Descubrir la biblioteca municipal más cercana

Las bibliotecas son unos espacios en los que reina el silencio y la tranquilidad, y entre tanto villancico y cuñado espetando “verdades” guarecerse en estos espacios calentitos merece la pena. Los niños y niñas tienen dónde elegir y sobre todo, buen personal para preguntar. “Perdone usted, ¿sabe de algún libro de elfos que se hayan manifestado en contra del trabajo manufacturado mal pagado?” o “¿tiene un cuento para bebés en el que el reno tenga texturas atractivas para el disfrute y deleite de mi bebé?” Los bibliotecarios son gente supermaja que están deseando que niños y niñas descubran un sin fin de libros. Hay suelos de colchoneta, y sentarse o tumbarse y acompañarlos en la noble aventura del leer es un gozo. Otra cosa que tienen las biblios, a las que hay que sacar partido, son sillas y mesas a la altura de los niños y las niñas: ¿Y si echamos en la mochila unos colorinchis y dibujamos un árbol de navidad en una libreta?

Plan 2. Galletas navideñas con formas difusas y granos de chocolate

Niños y niñas, ¡resulta que la comida no se hace sola! Detrás de cada manjar que se degusta estos días (y todos) hay una cadena de personas humanas que realiza el trabajo con una sonrisa (y esperemos que bien pagados). El plan es que aprendan sobre el esfuerzo de preparar y que esa energía se vea recompensada degustando lo que ellos mismos han preparado. Los niños y las niñas deberían ser los encargados de comprar los siguientes ingredientes (y de que no falte ni uno): 2 huevos, 190 g de pepitas de chocolate (o una barra de chocolate y con unos golpecitos los hacéis pepitas), 120 g de azúcar (por un poco y un día no va a pasar nada), 170 g de mantequilla, 1 cucharita de sal, 1 cuchara de lavadura, 1 cuchara de bicarbonato y 500 gramos de harina. Herramientas para preparar el confín: 2 boles, unas varillas y papel para hornear (si no hay encima de la bandeja, no dramas).

  1. Precalienta el horno 170º (un adulto siempre delante)
  2. En el bol pequeño mezcla la harina, la levadura, la sal y el bicarbonato.
  3. En el bol grande pon la mantequilla y el azúcar. Agrega los huevos. Bate que bate todo (varillas).
  4. Junta el bol grande con el bol pequeño.
  5. Incorpora las pepitas del chocolate.
  6. Haz montoncitos y juega a darle formas divertidas.
  7. Hornea unos 12 minutos. (Un adulto siempre delante)
  8. Saca la bandeja del horno y deja respirar las galletas. Se pondrán duras conforme se enfríen.
  9. Bon appetit.

Plan 3. En hielo o en tierra, patinar siempre es un buen plan.

Cuidado con las bufandas largas porque se han visto muchos tropiezos humanos con esta prenda indispensable. Una de las sensaciones más maravillosas con el cuerpo es la de deslizarse por el suelo y dar vueltas. Para los más precavidos siempre hay rodilleras y cascos, pero a veces hasta caernos de culo y reírnos nos sienta bien. Madres y padres, tened el teléfono de emergencia a mano y poco más. Ir a patinar sobre hielo (que seguro que algún ayuntamiento cerca ha habilitado una pista) y a posteriori degustar un calentito chocolate sienta gloria para el cuerpo. Lo importante es que los padres se caigan mucho y los niños se rían más.

Plan 4. Un día de senderismo que ensancha los pulmones y baja el tensiómetro

Dice el maestro y escritor Ares González que la naturaleza regula el ritmo de vida de los niños. Llegar al campo o a la montaña y bajar (los padres) el ritmo para poder escuchar, andar, disfrutar e incluso hablar (tranquilamente) con los demás es casi el mejor regalo que se le puede hacer al cuerpo por estas fechas. No hace falta que nos acribillemos con una gran caminata, pero un pequeño (mediano) paseo puede servirnos para abrir los pulmones y hacer hambre. En la mochila siempre agua y algo de frutos secos. La parada para picotear (y respirar) siempre es una maravilla. Hay diferentes apps que van chivándote qué clase de árboles y plantas vas encontrando, sin embargo, casi es mejor apagar el móvil e irse inventando fábulas y leyendas en torno al bosque y sus seres. Dejen subir y saltar a los niños a los árboles. Que corran y hagan “el ganso”, que destensen y disfruten, serán esos bellos momentos los que recuerden. Otra buena idea es ir haciendo acopio de las hojas que (en el suelo) vamos encontrando durante el paseo para luego secarlas en casa en un cuaderno. Una vez en el hogar podemos buscar a qué árbol pertenecía y animarles a que escriban cómo ha ido el día en el campo. Y si no les gusta escribir, pues que lo hagan formato cómic es una buena opción.

Plan 5. Bailar un rock and roll en la plaza del pueblo

Lo más divertido de una fiesta no puede faltar en navidad. Como dicen en Cataluña: “quant més serem més riurem”. Así que, ¿y si invitamos a amigos y amigas y con un altavoz ponemos musicote para que (con mascarillas y cuidado, por favor) muevan el cuerpo en los parques o plazas? Puede que la vergüenza nos pueda un poco al principio, pero seguro que los peques nos dan una lección y se animan rápido. El baile es una actividad que no solo llena los cuerpos de positivismo y de ganas de vivir, también es fuente de desahogo y un antiestrés que ni valerianas. Los musicólogos y maestros de música recomiendan que les ofrezcamos distintos ritmos y tipos de música. Que la música amansa a las fieras y les hace tremendamente felices. Así que no le pongamos peros a nada: que viva el pasodoble y lo último de Rosalía.

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