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¿Es bueno besar a los niños en la boca?

No existe una respuesta definitiva, que hay que ver caso por caso para poder hablar de algo normal o de algo sucio, inmoral

Una madre besa a su hijo.
Una madre besa a su hijo.Gabe Pierce

Besar a los niños en la boca ¿es bueno o malo? Pues, como diría un gallego, depende. Depende de muchos factores, edad del niño, de si quién besa es la madre o un tío lejano, no hay una respuesta definitiva. Las demostraciones de amor (y los besos lo son) son básicas para la supervivencia de la especie en todos los mamíferos.

Uno de los mayores expertos a nivel mundial en el estudio de los vínculos de amor entre personas es el neonatólogo Nils Bergman. Famoso por sus investigaciones en neurociencia perinatal, trabajó durante 12 años en la maternidad del Hospital de Mowbray en África del Sur dónde descubrió la importancia de no separar a madre y bebé durante las primeras horas del parto. Tal y como siempre afirma: “la oxitocina, además de ser una hormona, es un neurotransmisor, está implicada en comportamientos relacionados con la confianza, el altruismo, la generosidad, la formación de vínculos, los comportamientos de cuidado, la empatía o la compasión, pero hay mucho más: tiene un papel fundamental en el comportamiento maternal y sexual, en los comportamientos de agresión y su presencia interviene en la regulación del miedo, eliminando las respuestas de parálisis”.

Manuel Hernández, psicólogo experto en trauma infantil y autor de libros como Apego y psicopatología: la ansiedad y su origen y ¿Por qué la gente a la que quiero me hace daño? Neurobiología, apego y emociones, considera que “de ninguna manera hay una respuesta definitiva, que hay que ver caso por caso para poder hablar de algo normal o de algo sucio, inmoral y, sobre todo, delito”. “Se llama exaptación al uso que hace la naturaleza de estructuras biológicas más primitivas para crear otras nuevas”, explica Hernández. Por ejemplo, “los mamíferos compartimos con los reptiles el sexo, o sea la necesidad de reproducirnos, pero tenemos el apego o vinculación emocional, que los reptiles no tienen. Es decir, la necesidad de conexión emocional que poseemos se ha creado sobre otras estructuras más primitivas. Explico esto porque las conductas de afecto entre una mama y un bebé, son casi idénticas que las que se tienen cuando se tiene sexo”.

Este tema genera controversia porque muchas veces la gente lee en diagonal. El psicólogo se refiere a que en los procesos de amor entre una madre y un recién nacido intervienen procesos neuronales idénticos, por ejemplo, la oxitocina, la hormona responsable de que se formen vínculos afectivos duraderos y que se da en muchos aspectos de la vida: amor entre padres e hijos, hermanos, amigos, en el sexo y, sobre todo, después de dar a luz. Es un mecanismo perfecto que la naturaleza ha creado para que las madres acepten y protejan a sus hijos. Es también, por supuesto, la responsable de la producción de prolactina necesaria para poder dar el pecho y, curiosamente, el reflejo de eyección de la lactancia es el mismo que se necesita para la erección, imprescindible para la reproducción.

Pero que intervengan los mismos procesos hormonales no significa ni muchísimo menos que las relaciones entre padres e hijos con besos de por medio sea lo mismo. “Cuando dos personas tienen sexo se besan, tocan, acarician, juegan etc. Los padres con sus hijos hacen lo mismo, pero con un matiz muy importante: no hay contacto de genitales ni se busca el placer sexual, tan solo afectivo”, explica. Este matiz es importantísimo, ya que si hablamos de tocamientos en los genitales es abuso sexual algo duramente castigado en nuestro código penal.

La parte cultural

A esto hay que añadir las diferencias culturales en todo el mundo, mientras que en sociedades como la japonesa están muy mal vistas las expresiones de afecto en público, en las culturas latinas como la española se valora mucho el contacto físico. “Por tanto”, continúa, “respecto al contacto físico entre padres e hijos, hay que tener en cuenta los valores culturales y las verdaderas motivaciones de los adultos, no hay una forma única y correcta de hacer las cosas. Lo que sí hay es una forma incorrecta: someter a los niños a situaciones de miedo o demasiado intensas emocionalmente”.

“Hay madres que”, agrega Hernández, “buscan más el contacto físico con sus hijos, mientras que otras son más frías Las hay que pueden besar a sus hijos en los labios como una forma de afecto y otras hacerlo porque tienen un trastorno mental. Hay que estudiar caso a caso, hacer generalizaciones, como en todo, es arriesgado además de poco profesional”.

“No es malo en principio dar besos a los hijos, igual que no es malo dormir con ellos, o ir juntos a una playa nudista siempre que no tenga una connotación sexual y no sea algo que haga sentirse incómodo al niño. En cambio, algunas personas con trastornos psicológicos pueden sexualizar en exceso a los niños, o pueden no ver las diferencias de contacto entre adultos y con niños, o pueden tener mucha ansiedad y usar al menor como forma de calmarse”, explica el psicólogo. Por ejemplo, prosigue, “mediante un contacto físico inapropiado. Insisto que si las conductas de besar en los labios no incomodan a los niños y no tienen más que una connotación de afecto, son perfectamente plausibles. Pero si se producen en contextos sexuales, o de ansiedad o con violencia sí pueden ser muy perjudiciales para el menor, puesto que provocarán en ellos sensaciones de malestar y ansiedad”.

La parte legal

Efectivamente si lo que se da no es una demostración de amor, si lo que se da son tocamientos, abusos el código penal en España es claro tal y como lo recuerda Sofía Maraña, abogada experta en derecho de familia: “El delito de abuso sexual a un menor de dieciséis años está castigado con la pena de dos a seis años de prisión. Si los hechos se cometen empleando violencia o intimidación, el responsable será castigado por el delito de agresión sexual a un menor con la pena de cinco a diez años de prisión. Si el ataque consiste en acceso carnal, el responsable será castigado con la pena de prisión de ocho a doce años si no mediase violencia o intimidación y de doce a quince años si se utiliza violencia o intimidación”.

*Sofía Maraña, abogada experta en derecho de familia: https://www.maranaabogados.com/

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