Nicolas Mathevon, neurocientífico: “No hay nada en la acústica del llanto de un bebé que nos ayude a explicar la causa”
El investigador francés y experto en bioacústica ha liderado un estudio que analizó miles de horas de lloros para tratar de descodificarlos. Según explica, no hay instinto o herramienta que valga: el peso de la experiencia es esencial para entender a un hijo

Después de años estudiando los sonidos del mundo animal, el neurocientífico francés Nicolas Mathevon (Saint-Étienne, Loire, 57 años), especialista en bioacústica y profesor en la Universidad Jean-Monnet de Saint-Étienne, ha intentado descifrar los mensajes que esconden los bebés en su llanto. Una investigación en la que ha trabajado durante 15 años y cuyos resultados acaba de resumir en el libro Comprendre son bébé: le langage secret des pleurs (comprender a su bebé: el lenguaje secreto del llanto, en español) (Tana, 2025). Un título sin traducción de momento en español, pero que por el interés que despertaron sus anteriores estudios se ha publicado simultáneamente en inglés.
Su equipo y él grabaron miles de horas de lloros en bebés menores de tres meses, meticulosamente analizados para vincularlos con su aparente causa y la acción que finalmente los calmó. Sus estudios acaban con la teoría de que hay un llanto específicamente asociado al hambre o al sueño y asegura que no hay talleres que valgan: “La única herramienta capaz de ayudarnos a comprenderlos es la práctica”, defiende.
PREGUNTA. ¿Por qué se interesó en este tema?
RESPUESTA. Estudié durante mucho tiempo la comunicación acústica entre padres y crías de distintos animales. Nos dimos cuenta de que no conocíamos tantas cosas sobre el llanto de los bebés humanos, que son el equivalente de las quejas de los animales que también dependen de sus padres para sobrevivir. Por extraño que parezca, había muy pocos estudios al respecto y los que había se centraban en si los llantos eran señales de posibles problemas patológicos. Casi nadie se había centrado en la idea de que son un signo de comunicación. Quisimos ver qué información va codificada en el llanto, cómo descodificarlo, qué factores modulan la forma en la que lo descodificamos. Hemos trabajado con un acercamiento etológico, como especialistas del comportamiento animal.
P. ¿Y qué han encontrado?
R. Lo primero que buscamos es ver si los padres pueden identificar a sus bebés simplemente escuchando su lloro. Nos dimos cuenta de que en él hay una información estática que es una firma vocal. Es decir, cada bebé tiene su forma de llorar y cuando lo escuchamos un cierto número de veces somos capaces de identificarlo. De paso, también mostramos que tanto las madres como los padres eran capaces de hacerlo. El sexo no influye en esta capacidad para identificar a su bebé, es una cuestión de aprendizaje. Después de esto, nos fijamos en la llamada de ayuda que supone un llanto. Es una información dinámica que codifica el nivel de malestar y angustia. Nos interesaba saber cómo se codifica esta información dinámica. Miramos si había más información, como las causas del llanto por ejemplo, pero no hemos encontrado nada en este sentido. Lo que sí hemos visto es que la información sobre el nivel de malestar y dolor se codifica mediante un cierto número de características acústicas específicas y que, también en este caso, para descodificarlas y comprenderlas, el nivel de experiencia y conocimiento del bebé son realmente importante.
P. Dicho así puede parecer muy elemental, pero las conclusiones de este estudio acaban con muchas creencias generalizadas, como que hay llantos de hambre o de sueño claramente identificables.
R. Eso es. Partimos de la hipótesis de que cada bebé tendría su propio llanto de hambre, pañal sucio o lo que sea, pero no hemos encontrado una codificación acústica de la causa del llanto. Cuando los padres o las personas que se ocupan de un bebé identifican el motivo del llanto es porque están utilizando información del contexto. Si sabes que el bebé lleva cinco horas sin comer, es muy probable que tenga hambre. En general, nos servimos de un rosario de información contextual que nos ayuda a encontrar la causa, pero no hay nada ligado a la acústica del llanto que nos ayude. Y tiene sentido porque es mucho más funcional tener una señal acústica continua que exprese desde una simple molestia hasta un dolor extremo.

P. Entonces, ¿qué pasa con las herramientas que prometen ayudar a descifrarlos?
R. No funcionan. Funcionan de manera estadística. No vale la pena gastar dinero en eso. La mayoría de veces, sin entrar en los llamados cólicos, un bebé llora porque tiene hambre. Y en cuanto a los talleres para identificar el llanto de los bebés, no hay nada científico detrás de ellos. No podemos aprender a descifrar por qué llora nuestro hijo en un taller. A los padres hay que decirles que hay que aprender a descifrar el llanto de sus hijos, pero la información que nos dan con él es simplemente un nivel de incomodidad y de angustia. No hay más.
P. Aprender a entender a su bebé es entonces una cuestión de práctica y de probabilidad.
R. Eso es lo esencial. En todas las pruebas que hemos hecho, hemos puesto a prueba el nivel de experiencia general que una persona tiene con bebés y el de la experiencia con el bebé del que nos ocupamos en concreto, y el efecto de la experiencia es colosal. Es lo que da la capacidad a las personas de ocuparse de un niño e interpretarlo correctamente. Hemos visto que las personas que nunca habían estado en contacto con bebés eran totalmente incompetentes para discernir llantos. Sin embargo, los padres que estaban ocupándose de un recién nacido eran buenísimos para saber lo que les pasaba. Además de esos dos extremos, probamos también con personas con distinto grado de experiencia, padres de niños mayores, por ejemplo, y eran mejor que las personas que nunca han estado en contacto con bebés, pero no tanto como los padres que estaban en plena acción.
P. ¿Y el instinto no puede ayudar?
R. Cualquier persona puede entender un grito de dolor extremo, lo complicado es juzgar de manera fiable en qué nivel se encuentra, y eso no tiene nada de instintivo. Por eso cuando personas que no tienen experiencia alguna con bebés acogen a su primer hijo se asustan tanto, están perdidos porque no hay nada instintivo en ello. En Francia, el llanto del bebé es la principal causa de consulta al pediatra durante los tres primeros meses de vida. Hay que aprender a descifrarlos, pero es algo que se adquiere con bastante rapidez. Entrenando a las personas en varias secuencias de llanto se consigue identificar si es este es de incomodidad o de dolor.
P. ¿Entonces no hay puntos en común en los llantos de un bebé a otro?
R. Hay algunas grandes reglas generales. Por ejemplo, los de dolor se caracterizan por una forma de rugosidad, como si tensaran sus cuerdas vocales. Algunos bebés tienen un llanto más agudo que otro, sin que eso tenga relación con el sexo porque no hay ninguna diferencia en el tracto vocal de los bebés de un sexo a otro, pero les plantamos nuestra visión de género. Lo curioso es que cuando hacemos escuchar a distintas personas los llantos de bebés desconocidos clasifican los agudos como llantos de niñas y los más graves de niño. Pero lo más interesante es que cuando les pedimos que puntúen en una escala de valor el dolor en función del llanto, le dan distinta puntuación si creen que es niño o niña. Como esperan que las niñas lloren de forma aguda, creen que expresan menos dolor que si el llanto agudo es de un niño. Es decir, el nivel del dolor del mismo llanto no se juzga de la misma forma si sabemos que es el de una niña o de un niño.
P. Si el llanto es una forma de comunicación, ¿tiene sentido no atender a esas llamadas?
R. No hay ninguna razón biológica para dejar a un bebé llorar. Atención, hablo de bebés pequeños, hasta los tres meses, no de un niño que quiere un juguete. Para los bebés, es la única forma de expresarse. Si un bebé llora es que pide algo y espera que se lo demos. Necesita que nos ocupemos de él.
P. ¿Hay algún caso en el que se justifique no responder a las peticiones del bebé?
R. Solo hay una razón para no acudir a un bebé que llora, y es cuando nos vemos sobrepasados. Si no podemos soportarlo más, es mejor dejar al bebé en un lugar seguro y pedir ayuda, porque es en estos momentos cuando, desgraciadamente, suceden muchos casos de bebés sacudidos. El llanto es una señal que ha sido seleccionada por la evolución biológica para molestarnos, si no molestara nadie respondería, por tanto, no sería eficaz. Pero esto también puede cansar y enfadar. Hay que tener esto en cuenta, porque sacudir un bebé puede tener consecuencias dramáticas para su cerebro.
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