Diana Al Azem, autora de ‘AdolescenteZ, de la A a la Z’: “La adolescencia no es horrible, es desafiante”

Diana Al Azem es profesora de Secundaria desde hace más de una década. De hecho, fue gracias a su labor como maestra por lo que empezó a tener una estrecha relación con adolescentes. Estrecha, sí; cómoda, no siempre. Reconoce que, a veces, en casa le “embargaba la tristeza” por no llegar a conectar con sus alumnos, por seguir el método educativo que había aprendido de sus profesores y que imitaba sin apenas convicción. Era estricta con ellos, como, según admite, lo ha sido con sus hijos.

Poco a poco, Al Azem fue entendiendo que esa no era la manera de enseñar, pero tampoco la crianza que iba con ella. Y decidió cambiar. “Comencé a tratarles como a mí me hubiera gustado que me trataran: con amabilidad, con escucha, con comprensión y, sobre todo, sin juicios”. Poco después llegó el confinamiento por la covid. Aquella situación en la que los adolescentes no podían salir ni relacionarse con sus iguales le preocupó lo suficiente como para abrir el portal Adolescencia positiva para ayudar a los padres a sobrellevar esta situación de la mejor manera posible.

Esta docente de padre sirio y madre española, nacida en Granada hace 46 años, cuenta en la actualidad con cuatro canales de información: su web Adolescencia positiva, el podcast del mismo nombre, vídeos de YouTube en los que divulga información útil para padres y madres y su cuenta de Instagram, en la que tiene casi 260.000 seguidores. El siguiente paso para Al Azem ha sido la publicación de su primer libro este 2023: AdolescenteZ, de la A a la Z (Plataforma editorial).

PREGUNTA. Cuenta con varios canales para ayudar a padres y madres con sus hijos adolescentes, ¿realmente están tan asustados y desesperados con esta etapa vital?

RESPUESTA. La adolescencia está llena de retos y desafíos, y no conozco a nadie que no los viva. Las redes sociales nos han dado la oportunidad de llegar a muchas familias y, en mi caso, lo he aprovechado para expandir mi mensaje y mi visión sobre esta etapa. Se trata de naturalizar el hecho de que los que somos padres tenemos nuestra lucha particular en casa, sin necesidad de disimular o aparentar ante los demás que somos padres perfectos. Supongo que el éxito de Adolescencia positiva radica en esa naturalidad y sentido del humor, aunque también en los consejos prácticos que comparto con la comunidad.

P. Supongo que lo del libro era el siguiente paso natural pero, ¿por qué otro sobre adolescencia?

R. Consideré que a través de un libro podría concentrar muchas de las herramientas que comparto con las familias. La idea es tener siempre a mano un manual al que acudir cuando surja cualquier desafío relacionado con la adolescencia. AdolescenteZ de la A a la Z resuelve cuestiones que los propios padres y madres me han ido planteando a lo largo de un año de trabajo. Pensé que si esos padres tenían determinadas dudas en la educación de sus hijos, otros muchos también se las plantearían.

P. ¿Por qué cree que los padres en la actualidad están tan perdidos con la adolescencia?

R. Los padres del siglo XXI nos enfrentamos a una serie de retos que nuestros progenitores no tuvieron que afrontar. Las nuevas tecnologías suponen un desafío importante que condiciona gran parte de nuestra manera de educar. Nunca antes se había tenido tanta información en la palma de la mano, ni tanta variedad de distracciones o facilidad de comunicación entre las personas. Cada avance y cada nuevo cambio necesita una serie de pautas que regulen su uso y consumo. Los padres se sienten perdidos ante el vacío legal y falta de control de este tipo de dispositivos. Por lo tanto, una buena formación basada en criterios reguladores ayudará a que sepan qué deben hacer con sus hijos.

P. Y los adolescentes, ¿lo tienen también más difícil ahora que hace 30 o 40 años?

R. Absolutamente. Nunca antes habían estado expuestos a tanta información. Es más, muchos se sienten perdidos a la hora de elegir un camino laboral. La sobreestimulación tampoco les ayuda a centrarse. Se viene percibiendo que muchas capacidades memorísticas y de concentración se están perdiendo a consecuencia de la exposición continua a las pantallas. A todo esto debemos sumarle los peligros de las redes sociales: sexting, cyberbullying, vamping, ansiedad… Está más que claro que los adolescentes del siglo XXI no lo tienen nada fácil. Considero que estamos sobreprotegiendo a unos hijos a los que les estamos dejando un mundo cada vez más complejo, y gran parte de responsabilidad de que esto esté sucediendo la tenemos los adultos.

P. Y eso en una sociedad que advierte de que la adolescencia es una etapa horrible casi desde que nace un niño…

R. Se dice que la adolescencia es horrible porque, indudablemente, es una etapa compleja llena de dudas e inseguridades para nuestros hijos. Pero la realidad es que, cuando volvemos la vista atrás y recordamos nuestra propia adolescencia, nos damos cuenta de que lo único que necesitan los hijos es un acompañamiento basado en dos principios fundamentales: la libertad y la disciplina. Si un adolescente percibe que sus padres le apoyan y confían en sus capacidades, pero también lo guían a través de los límites, entonces la etapa no debería ser tan terrible como se puede percibir.

P. ¿Es la adolescencia horrible?

R. No es horrible. Es desafiante. Estamos acostumbrados a tomar decisiones por los hijos cuando son pequeños, a dirigirlos hacia donde consideramos beneficioso y a que nos obedezcan sin cuestionar nuestras normas. Y claro, al llegar la adolescencia sentimos que nuestra opinión ya no cuenta, que se nos cuestiona todas y cada una de las normas y que ya no somos la figura heroica de nuestros hijos. Es un duelo por el que debemos pasar. Sin embargo, no debemos olvidar que los hijos han venido a este mundo a ser ellos mismos y que están destinados a convertirse en personas independientes que tomarán sus propias decisiones, nos guste o no.

P. Hay quien opina que los chicos de hoy lo que necesitan es un buen tortazo. ¿Qué les diría usted?

P. Eso sería dar un paso atrás. Se trata de avanzar, ser más civilizados y enseñar a los hijos que existen métodos para criar sin necesidad de llegar a la violencia física o verbal. Recordemos que somos el espejo en el que ellos se ven reflejados. Un tortazo tendrá resultados inmediatos, pero a la larga produce heridas emocionales, inseguridades y, en muchos casos, repiten la conducta cuando son padres. La educación nunca debe imponerse desde el miedo, sino desde los límites, la disciplina, la libertad y el diálogo.

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