‘El último gran héroe’ | Compartiendo cine infantil con tus hijos: ¿disfrute o tortura?
Una de las actividades familiares más agradecidas de eso que le llaman tiempo de calidad es ver películas y series con nuestros hijos.
Aunque los padres juguemos con nuestros hijos, la mayor parte del tiempo la pasamos supervisando cómo juegan con otros, vigilando que no se maten cayendo de sitios altos, que no se peguen, que no les muerda un perro o que los fumadores de porros que siempre están en los parques no les contaminen, mientras intentas mantener una conversación con los otros adultos supervisores. Y eso es estresante. Por lo tanto, una de las actividades familiares más agradecidas de eso que le llaman tiempo de calidad es ver películas y series con nuestros hijos.
Ellos se sienten acompañados, en el sofá de casa no hay mucho peligro de lesiones y compartimos temas de interés cómodamente. Así, cuando ellos te explican argumentos o curiosidades o te preguntan de sopetón por algo que te desconcierta sabes de qué están hablando e incluso puedes darle alguna respuesta coherente.
El problema viene cuando los gustos fílmicos aún no son compartidos. Por ejemplo, cuando los niños ven una programación muy infantil y muy poco atractiva para nosotros que nos aburre soberanamente o cuando nosotros les queremos poner alguna peli o serie de nuestra infancia diciéndoles que será una maravilla y ellos lo rechazan al momento. Aunque se trate de Disney o Pixar o Dreamworks, cuando no les apetece, ya puedes hacer campaña de las principales virtudes, que no querrán ni ver el tráiler. Y no juegues con ellos la carta nostálgica, porque todas las series que tiene Clan en su catálogo y que a nosotros nos parecían el no va más, a nuestros hijos les parecen casi pinturas rupestres.
Esto en el cine es aún peor porque: tienes que hacer cola, llevarlos al lavabo corriendo porque primero no se meaban, pero al entrar en la sala de repente sí, mirar que no salten por encima de las butacas, pagar la millonada de las palomitas para que medio paquete caiga al suelo a los dos minutos y los niños se las acaben comiendo sucias de la moqueta.
Además, cuando la película te aburre, en el cine no puedes levantarte a poner el lavaplatos o contestar algún WhatsApp (sé que hay maleducados que lo hacen, pero nosotros aún respetamos mucho las salas). Eso sin contar que antes de la peli horrorosa te has tragado 20 minutos de anuncios que aún alargan más la tortura. Al final, aguantar pelis soporíferas como actividad veraniega y a pesar de todo meterte dentro de la historia… Te convierte en El último gran héroe.
Por eso, me hace ilusión cuando espontáneamente mi hija se pone a ver series como Teen Titans, El asombroso mundo de Gumball, Hora de aventuras, Bob Esponja… imaginativas, divertidas y muy alocadas. O cuando la típica peli estival desconocida vale la pena.
Cuando todo se alinea, acabas viendo algo emocionante con tu colega… que además por casualidad es familia tuya. Y entonces es maravilloso.
Y cuando eso pasa en el cine, vale la pena comprar el paquete grande de palomitas.
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