Conseguir que tu hijo aprenda divirtiéndose: ¿utopía o realidad?
No todo el conocimiento está en los libros de texto, contemplar un atardecer, pintar o hacer nuevos amigos pueden ser una oportunidad distinta para conocer y reflexionar sobre nuestro entorno
Llega el verano y las deseadas vacaciones. Los niños aparcan las actividades escolares y algunos progenitores pueden tener inquietud porque sus hijos dejan de aprender con el ocio, pero nada más lejos de la realidad, porque la mejor forma de aprender es a través del juego y la diversión. ¿Es posible que los niños aprendan divirtiéndose? “La diversión no debe ser entendida como una finalidad, sino como un medio. Durante las vacaciones, conviene evitar las cargas curriculares, porque los aprendizajes van mucho más allá del currículum. Es aconsejable que, en todo proceso de aprendizaje, el niño sea siempre el protagonista a través de su participación en el diseño de la actividad, como en el caso de realizar una excursión. Es conveniente que la propuesta siempre esté dirigida a la acción o el movimiento, como puede ser hacer senderismo durante la excursión y que esté integrada siempre en un grupo de compañeros o amigos, donde se asignen cometidos a cada uno, como llevar el agua o preparar los bocadillos, así como que también se contemple un compromiso, como recoger la basura tras la excursión”, explica Andrés González-Bellido, autor y coordinador del Programa Tutoría Entre Iguales (TEI), psicólogo, profesor y catedrático de orientación educativa.
Para que los niños aprendan a través de la diversión, sobre todo durante las vacaciones, que ofrecen un marco idóneo para tener experiencias lúdicas y recreativas, conviene potenciar aspectos, como los que destaca González-Bellido:
- El juego como medio de aprendizaje es la mejor estrategia, porque es motivador para el niño. Es aconsejable que el juego sea integrador, que englobe a todo el grupo de amigos o personas que participan y que esté encaminado a la acción y al movimiento, como en el caso del juego del escondite.
- Plantear al niño acciones o actividades diferentes, aprovechando que el verano ofrece la oportunidad de disfrutar escenarios distintos, como la playa o la montaña. Se puede disfrutar de un amanecer o atardecer compartido con familia o amigos, ya que la naturaleza es un entorno facilitador del aprendizaje, desde lo lúdico y lo sensorial.
- Potenciar el aprendizaje de la convivencia para trabajar el concepto de valores, como la tolerancia, el compromiso, la amistad o la solidaridad. Aparentemente, se trata de aspectos que no conllevan un desarrollo cognitivo curricular, pero son fundamentales para aprender a vivir desde las propias experiencias.
- Realizar actividades adaptadas que faciliten la integración y la inclusión para todo el grupo a través de motivadores diferentes, asociados a los distintos sentidos, como el visual, el auditivo o el táctil para, de esta manera, conseguir que todos los participantes en la actividad aprendan a través del canal que les resulta más sencillo. La mejor forma de interiorizar la parte teórica del aprendizaje es a través de los sentidos y la experiencia, porque aprendemos lo que amamos, lo que nos hace sentir y nos renueve personalmente. Compartir en grupo, enseña a los niños a desarrollar habilidades para colaborar, cooperar o concretar retos, como en el caso de una actividad deportiva en equipo. Esto, a su vez, acaba por repercutir en la comunidad o sociedad donde vive el niño, porque aprende valores, como asumir actuaciones cívicas de manera espontánea, tales como no ensuciar las calles o ayudar a personas desvalidas.
Cuando los progenitores trabajan en verano, ¿qué planteamiento hacer con los hijos?
La oferta de actividades de campamentos de verano urbanos de los centros escolares, que organizan las asociaciones de padres, AMPAS, o los ayuntamientos es una buena opción para los hijos, mientras que los progenitores trabajan durante las vacaciones estivales. “Para los niños más pequeños, serían convenientes los centros educativos más cercanos a casa, donde se realizan actividades creativas, como la música, la pintura o el teatro o las relacionadas con el deporte o el juego. Cuando la familia ya está de vacaciones, es el momento de disfrutar juntos, pasar más tiempo en casa o en el lugar de vacaciones, realizar actividades al aire libre, como senderismo o bicicleta, escucharlos con atención, crear momentos de lectura en familia o ver películas juntos. Son actividades que ayudarán a crear vínculos emocionales y criterios comunes sobre temas del interés de los niños y de los adultos”, comenta José Antonio Corral, maestro, psicopedagogo y Coordinador del Programa Tutoría Entre Iguales (TEI) en la Comunidad Valenciana, que recomienda este listado de 17 ideas, que circula por Internet, de deberes que propuso un maestro en su clase de Primaria:
- Ver amanecer
- Ver una película en familia
- Hacer limonada fresquita
- Hacer un pícnic en la playa o en el campo
- Acostarte una noche muy tarde
- Reírte hasta que te duelan las mejillas
- Hacer una ruta en bici o patinando
- Aprender a cocinar con un adulto
- Ocuparse de al menos dos tareas del hogar
- Cuidar una planta
- Leer dos libros y algunos cómics
- Visitar un museo
- Escribir una historia o un cuento
- Visitar una biblioteca
- Hacer dos amigos nuevos
- Llamar o mandarle un mensaje a tres compañeros de clase
- Disfruta de tus amigos y familiares
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