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Prematuros extremos: la supervivencia de los bebés más pequeñitos

La supervisión es clave para garantizar su correcto desarrollo a través del seguimiento de un equipo multidisciplinar, con médicos, fisioterapeutas o neuropediatras

El aumento de nacimientos de bebés prematuros extremos implica que cada vez hay más recién nacidos que vienen al mundo entre las 23 y las 25 semanas de gestación
El aumento de nacimientos de bebés prematuros extremos implica que cada vez hay más recién nacidos que vienen al mundo entre las 23 y las 25 semanas de gestaciónKIKE PARA

El aumento de nacimientos de bebés prematuros extremos implica que cada vez hay más recién nacidos que vienen al mundo entre las 23 y las 25 semanas de gestación o con alrededor de 1.500 gramos de peso. Estos recién nacidos sobreviven gracias a las nuevas tecnologías y avances médicos en el conocimiento de su cuidado. No obstante, estos niños “tienen una mayor probabilidad de sufrir complicaciones durante su ingreso en el hospital, que se pueden convertir en crónicas y perdurar durante años, tras el alta hospitalaria. Lo importante es que la supervivencia de estos bebés esté libre de secuelas graves o, al menos, con la menor afectación posible para que puedan tener la mayor autonomía posible cuando tengan más edad. Los bebés prematuros pueden sufrir complicaciones de salud durante su ingreso hospitalario, como infecciones, problemas digestivos, necesidad de terapia con oxígeno, alteraciones neurológicas y falta de crecimiento por la dificultad en la alimentación”, explica Félix Castillo, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital Vall D’Hebron de Barcelona y profesor de pediatría de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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La supervisión de los niños prematuros es clave para garantizar su correcto desarrollo

Los niños que nacen antes de finalizar el tiempo de gestación precisan de un “seguimiento multidisciplinar para ser controlados por neonatólogos, neurólogos, neumólogos o rehabilitadores pediátricos. También es importante su control en centros dedicados a la supervisión del desarrollo infantil y atención precoz o temprana disponibles en cada comunidad autónoma, así como por el pediatra de cabecera, que gestionará el día a día como con cualquier otro niño. El tiempo de seguimiento dependerá del grado de afectación, aunque, habitualmente, es hasta la edad escolar, con seis años. Sin embargo, en casos graves, puede ser necesario un seguimiento hasta la edad adulta. El mensaje para los padres es que han de confiar en los profesionales que controlan a su hijo, porque todos trabajamos para su mejora evolutiva y para que adquiera una autonomía normal o suficiente. Si han sobrevivido significa que son fuertes y con una experiencia que les ayudará en su futuro”, concluye el neonatólogo, que menciona otras acciones que pueden ayudar al desarrollo y bienestar del bebé prematuro, como la práctica del método canguro o piel con piel, con iniciativas como “el cuento y la música recopilados en un proyecto que ha apoyado y en el que ha participado el Hospital Vall D’hebron, llamado La aventura de Dido, el cangurito explorador, para que la palabra, la voz y la música acompañen ese momento de cercanía; piel con piel, tan reconfortante para el bebé”.

El desarrollo neuronal del niño prematuro

El tiempo que permanece el bebé en el útero materno es lo que determina su desarrollo neurológico. Según las cifras generales al respecto, “el recién nacido muy inmaduro, como el de menos de 1.500 gramos, tiene alrededor de un 40% de riesgo de presentar dificultades en el neurodesarrollo, bien sean de su psicomotricidad y coordinación o con respecto a sus capacidades cognitivas o de aprendizaje y de conducta. Desde casa, se puede ayudar al niño en su desarrollo siguiendo las pautas aconsejadas por los profesionales, como neonatólogos, médicos o rehabilitadores, que variarán en cada caso. Pero, siempre favorece el desarrollo neuronal del bebé, crear un ambiente tranquilo con estímulos visuales y auditivos, así como el juego interactivo para el desarrollo motor, cognitivo y social del niño en etapas posteriores”, afirma Alfons Macaya, Jefe de neurología pediátrica en el Hospital Universitario Vall D’hebron de Barcelona y profesor de pediatría en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Los prematuros pueden unificar su desarrollo con respecto a otros que han cumplido la edad de gestación de nueve meses “siempre que no exista ninguna secuela permanente. Esta equiparación se produce, aproximadamente, entre los seis y los 36 meses, dependiendo del grado de inmadurez del niño al nacer”, concluye en neuropediatra.

Apoyarse en una red de familias con hijos prematuros

Las asociaciones que agrupan familias con hijos prematuros apoyan a “las familias en un momento crítico, como es el llevar al nuevo hijo a casa con la incertidumbre y la ansiedad propia de una situación donde tienes que hacerte cargo de un bebé que ha tenido hasta ese momento a su disposición los mejores recursos técnicos y humanos. La crianza, sobre todo de un niño muy prematuro, exige a los padres adquirir una cierta formación por las peculiaridades que presentan el desarrollo de estos niños, al menos durante los dos o tres primeros años de vida. En cuanto al seguimiento de su desarrollo, nos parece fundamental que se prolongue hasta los siete años de edad y que haya revisiones específicas previas a la pubertad”, comenta Concepción Gómez, presidenta de la Asociación de Padres de Niños Prematuros (APREM).

Los primeros años de crianza de un hijo muy prematuro “son muy complicados de gestionar por la incertidumbre que existe sobre su desarrollo y salud, lo que suele generar estrés y angustia en las familias, especialmente en las madres y es un motivo frecuente de consulta y de búsqueda de ayuda. Sin embargo, el apoyo psicológico es escaso por parte de las unidades especializadas en España y resulta muy necesario sostener también al cuidador y no solo dar información”, concluye Concepción Gómez.

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