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Cómo destetar a un bebé sin morir en el intento

Hay mujeres que se pasan meses encerradas en el cuarto de baño del trabajo, con el sacaleches en mano y mirando fotos de su hijo. La falta de derechos sociales para con las mujeres grita en estos lavabos

Una madre da el pecho a su bebé.
Una madre da el pecho a su bebé. getty

Cuando empecé a ir a la oficina mi hijo tenía nueve meses. Pasar de dar teta a demanda, para ser precisa a todas horas, a ir al trabajo y estar seis fuera de casa (del bebé) ha sido la cuesta arriba más abrupta de la maternidad. Y yo, he tenido la suerte de desplazar el problema hasta los nueve meses, dado que, hay madres que cuando acaban las bajas a los cuatro/cinco meses, se encuentran con un cachorro muy pequeño y haciendo malabares para poder cumplir con la recomendación de los pediatras y la OMS de los seis meses de lactancia materna exclusiva. Hay mujeres que se pasan dos meses encerradas en el cuarto de baño del trabajo, con el sacaleches en mano y mirando fotos del bebé. La soledad era eso. La falta de derechos sociales para con las mujeres grita en estos lavabos.

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Yo pensaba que en mi caso no iba a ser un cambio muy brusco, primero porque mi peque ya injiere alimentos, y segundo, es media jornada la que paso fuera. Pero me cayó un piano en la cabeza, y me equivoqué estrepitosamente. A la semana de ir al trabajo, sin sacarme leche pensando que, si me la extraía mi producción seguiría igual y lo que necesitaba era reducir, empecé a sentir un dolor increíble. Miraba el reloj y los minutos no pasaban, la ansiedad corría a caballo por mis nervios, y cuando intenté sacarla manualmente, la teta no era teta sino piedra. Tenía dos rocas rojas, calientes e hinchadas en el torso. El dolor era como subir a Montserrat descalza. Acabé vomitando y desmayándome dos veces. Se puede decir que un mal de leches me tumbó.

Rocío González es matrona del Gregorio Marañón: “Siempre se intenta optar por el destete progresivo, es el más fisiológico, ir inhibiendo tomas, porque a menor succión, menor producción. El destete brusco no sería muy indicado por los peligros y las complicaciones, como una mastitis o una ingurgitación, que al final es leche acumulada que no se drena”. Primera cuestión importante: habla con una matrona o asesora de lactancia. Las entendidas tienen que hacer un planning para que tu producción disminuya. Puede que seas superwoman y tu cuerpo aguante, pero mi experiencia con destetar de forma abrupta fue como cortarme un dedo.

Alba Padró escribió Somos la leche, un libro divulgativo sobre dudas, consejos y mitos en la lactancia. Ella es madre y consultora en el asunto: “Para volver al trabajo depende si la madre puede sacarse leche. Si es imposible, un mes antes empezamos a disminuir las tomas que hará en esas horas, de manera que, cuando se reincorpore su pecho no sufra. Si puede extraerse en el trabajo es maravilloso. Puede emplear lo que se saque hoy como leche para mañana. Así seguirá produciendo, esto funcionaría si quiere un destete parcial”. Las primeras semanas si la teta está muy llena, aunque no quiera almacenarse la leche, es conveniente extraer manualmente para acabar con la sensación de lleno. Según Rocío González: “Cuando se hace un destete muy repentino sube la leche pero no se drena, la extracción manual puede ir bien para mamas muy ingurgitadas. Siempre que no se la estimule muchísimo por eso, porque si lo hacemos, producimos más. Es solo para aliviar la molestía en los primeros días”.

En febrero o marzo Alba Padró publicará El destete, el final de una etapa: “No hay ninguna fórmula mágica para hacerlo. Para la lactancia se pueden ofrecer recomendaciones generales a todas las madres, pero en caso del destete las sugerencias deben ser casi individualizadas. Lo que tenemos que tener en cuenta es la necesidad de la madre, en qué plazo quiere realizarlo y la edad del bebé, con eso podremos organizar el modo. La idea principal es disminuir tomas y hacerlas cada vez más cortas” .

Más allá de la retirada de algunas tomas por cuestiones laborales (o el destete total), Rocío González considera que lo ideal sería hacerlo de mutuo acuerdo (entre el bebé y la madre) que exista un desinterés por parte del niño y también que a la madre le apetezca o lo necesite. “El problema para el niño es que a veces puede ser un momento de frustración. No entiende por qué no se le da eso que le da consuelo. La madre puede sentir que no lo está haciendo bien, aparece la culpa. Yo recomiendo proporcionar afecto al niño desde otro plano, el acompañante (el padre, la otra madre, la otra persona cuidadora) juegan un papel fundamental. Pueden darles ese cariño y por las noches, que son las tomas más difíciles de quitar, tiene que ser el otro/otra quién se levante para darle consuelo y amor”. Según Rocío González otra buena técnica gradual es no ofrecer el pecho. No rechazárselo cuando lo pida pero, tampoco tener una actitud activa. “También suele funcionar que el niño no tenga hambre en las tomas que tenemos identificadas. Darles comida (o biberón) antes para cubrirles la necesidad del hambre.”

La teta es mucho más que una fuente de manjar. Es el apego, el consuelo, el cariño y el contacto con la madre. Muchas coinciden en lo terriblemente difícil que es tomar la decisión. Cris Moe de Mareta meva imparte unos talleres muy exitosos sobre destete sin culpas. “Debemos escuchar a nuestro cuerpo para poder cuidar desde la alegría y la salud, y no desde el agotamiento. Ese freno que tanto necesitamos nos lleva a la culpa porque sentimos que estamos rompiendo el ritmo del bebé, ritmo que teníamos como centro de nuestra crianza. Sentimos que estamos fallando y que anteponemos nuestro bienestar al de él/ella. La culpa nos cae encima como una losa, porque darle o no darle depende de nosotras, pero eso no es cierto, la lactancia es responsabilidad de la sociedad también, y del sistema, y este no está mucho por la labor”. Cris Moe considera que el destete no es romper nada, es parte de la lactancia y es crecer. Dice que la teta es un canal más desde el que se vinculan a nosotras, igual que lo es un abrazo, una mirada, unas cosquillas o millones de besos. Sencillamente se lo tenemos que demostrar y el bebé se adaptará a ello y nosotras también, es cuestión de tiempo y de convencernos, por fin, que lo estamos haciendo bien.

Romina Pérez es pedagoga especializa en primera infancia, cuenta que ha vivido dos destetes con su hija: “El primero fue nocturno sobre los tres años, yo necesitaba dormir del tirón y así se lo dije. Tuvimos un par o tres de noches malas en las que lloró, pero dormimos juntas y abrazadas, así que enseguida pasó el mal trago. El segundo y definitivo fue hace unos meses, no recuerdo si antes o después de hacer los siete años, justo durante el confinamiento, ya solo tomaba el pecho para dormirse y no todas las noches, simplemente dejó de suceder, ni lo hablamos ni en esta ocasión hizo falta”. Romina (Teta à Porter)cuenta que cuando recibe consultas sobre destete siempre mantiene una conversación previa sobre los motivos que han llevado a esta decisión. “Es difícil estar segura del todo pero por lo menos que no sea una decisión tomada desde la presión social, ya sea para quitarle el pecho o no hacerlo. Es difícil discriminar entre lo que debería ser, lo realmente saludable, lo que los demás esperan de ti, los juicios externos y propios, lo que realmente puedes hacer y lo que tú quieres hacer. El batiburrillo es importante”.

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