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Kamala Harris apela a los votantes en la jornada electoral: “Es hora de pasar página”

La vicepresidenta, que pasa la jornada electoral en la Casa Blanca, ha participado en una serie de entrevistas de radio antes del cierre de las urnas

Un mural de la vicepresidenta Kamala Harris en Filadelfia.Foto: DAVID MUSE (EFE) | Vídeo: EPV
Macarena Vidal Liy

La candidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, ha apurado hasta el último momento para arañar cualquier posible voto. A lo largo de la jornada electoral, y en un país donde no existe el día de reflexión, la vicepresidenta de EE UU participaba en una serie de entrevistas de radio para animar a los ciudadanos a que fueran a las urnas. También acudía a la sede del Partido Demócrata a saludar a voluntarios de su campaña, a la espera del escrutinio. A la espera de saber si, tras la campaña más insólita de todos los tiempos en su país, acabará convertida en una figura de la Historia: la primera mujer, y negra, presidenta de Estados Unidos.

Sus últimos mensajes antes del cierre de las urnas eran de optimismo, el que ha querido remachar durante sus 100 días de campaña tras reemplazar abruptamente al presidente, Joe Biden, de 81 años, como candidata demócrata en julio. “Vemos a nuestros compatriotas estadounidenses como vecinos, no enemigos. Creemos en los demás y en nuestro país… Juntos escribiremos el próximo capítulo de la Historia más extraordinaria jamás contada. Es hora de pasar página y dejar atrás el drama, el conflicto, el miedo y las divisiones. Y es la hora de una nueva generación de liderazgo en Estados Unidos”, escribía en un correo electrónico final a sus partidarios.

En su visita a la sede demócrata, Harris aprovechaba para participar en las últimas llamadas telefónicas de los voluntarios para movilizar a los votantes. “¿Ha votado ya?”, le preguntaba a la persona al otro lado de la línea. “¿Sí? ¡Muchas gracias!” En otro telefonazo, le respondía un niño: “hola, soy Kamala Harris. ¡Estoy esperando que crezcas diez años más!”

La vicepresidenta, de 60 años, ha basado su campaña en el apoyo de los demócratas liberales, las mujeres, las minorías afroamericana y latina e incluso aquellos republicanos que se ven repelidos por la personalidad o los mensajes combativos del candidato de ese partido, Donald Trump. Su mensaje ha hecho hincapié en llamamientos a la unidad, en favor de las clases medias y en defensa de la democracia y los derechos, muy especialmente el derecho al aborto en todo el país, que el Tribunal Supremo tumbó en 2022.

Harris, por otro lado, ha encarado la ira de los votantes propalestinos, que critican que no se desmarque del respaldo de la Administración de Biden a la ayuda económica y militar a Israel en la guerra en Gaza. La vicepresidenta promete hacer todo cuanto esté en su mano para poner fin al conflicto.

La candidata llegaba al día D electoral con buenas noticias de su lado. Las jornadas de votación anticipada ―en algunos Estados se podía entregar el sufragio con antelación desde mediados de septiembre― le adjudicaban en los sondeos una ventaja de casi ocho puntos. Algo que, en sí, no sirve para predecir cuál será el resultado final, pero da una medida del entusiasmo de sus votantes, que encuestas como las elaboradas por Gallup venían apuntando a que era superior al de los partidarios de su rival, Donald Trump.

Los agregadores de encuestas más prestigiosos le adjudicaban una ligera ventaja, mínima, pero una distancia mayor que una semana atrás, y que confirmaba que los últimos días de campaña ha cambiado la tendencia. La gran sorpresa, que precipitaba un cambio de tono, llegó el pasado sábado: el sondeo considerado el más prestigioso de todo Estados Unidos, el de la especialista Ann Selzer en Iowa, adjudicaba a la demócrata una ventaja de tres puntos porcentuales en ese Estado, considerado hasta ese momento territorio seguro para los republicanos. En los últimos 20 años, Selzer ha acertado sistemáticamente los ganadores en su Estado.

Carteles de apoyo a la candidata demócrata Kamala Harris en una tienda en Detroit, Míchigan, este martes.
Carteles de apoyo a la candidata demócrata Kamala Harris en una tienda en Detroit, Míchigan, este martes.Emily Elconin (REUTERS)

Si a mediados de octubre quien tenía el viento en las alas era Trump, ahora ha sido Harris la que ha disfrutado del último impulso, en una campaña que no ha podido estar más igualada y en la que ambos candidatos, como en los mejores partidos de tenis, han ido alternando triunfos en los sets. Este martes, con la bola de partido en juego, el prestigioso analista de sondeos Nate Silver la declaraba favorita, aunque por la más mínima de las mínimas: una ventaja de solo 17 simulaciones sobre Trump, en un total de 80.000 en ese modelo de pronósticos.

Contribuyó a ello el desastroso mitin multitudinario del republicano en el Madison Square Garden hace diez días, en el que sus teloneros multiplicaron los insultos. El de: “en el Atlántico hay una isla flotante de mierda. Se llama Puerto Rico” de Tony Hinchcliffe puede haberle costado al expresidente votos latinos fundamentales. O comentarios de Trump, que se proclamó “protector de las mujeres, les guste a ellas o no”.

Pero también las propias decisiones de campaña de la demócrata. Su mitin de respuesta al de Trump, dos días más tarde, reunió a 75.000 personas en la Elipse, la explanada frente a la Casa Blanca donde el expresidente había arengado a sus partidarios inmediatamente antes de que una turba asaltase el Capitolio el 6 de enero de 2021. Aquel discurso, con la Casa Blanca de fondo, le permitió dar una imagen presidencial ante quienes tuvieran dudas sobre su aptitud para ocupar el Despacho Oval. Y también le sirvió para recordar a los ciudadanos los hechos de aquel día de insurrección.

Harris ha culminado la semana con una serie de actos de campaña dedicados a cultivar el voto latino, en busca de aprovechar el batacazo republicano en el Madison Square Garden. Pasó el último día de campaña en Pensilvania, el Estado clave para los demócratas con sus 19 votos electorales (los otros Estados bisagra son Míchigan, Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia y Carolina del Norte). Allí, dos de sus tres comparecencias tuvieron lugar en Allentown y Reading, ciudades de gran mayoría latina, especialmente puertorriqueña.

“El momentum [impulso] está de nuestro lado”, clamaba la vicepresidenta a los miles de simpatizantes que se aglomeraban en la noche del lunes, ya casi en la medianoche, en Filadelfia. “Ustedes son quienes van a decidir el resultado de estas elecciones”, dijo a los habitantes de Pensilvania, un Estado que la vicepresidenta ha visitado prácticamente cada semana desde que asumió la candidatura.

Harris celebrará su fiesta electoral esta noche en la Universidad Howard, en la capital estadounidense. Un lugar simbólico, por muchos motivos. Es su alma mater, donde ella estudió antes de convertirse en abogada y empezar su carrera como fiscal en California. Allí llegó a convertirse en fiscal general. Y Howard es una de las universidades históricamente dedicadas a la comunidad afroamericana, a la que ella pertenece y que es uno de los pilares del voto demócrata estadounidense. Si la vicepresidenta gana, le deberá buena parte de su triunfo a este electorado.

Atrás habrá quedado una campaña sin precedentes, desarrollada en un plazo comprimido y marcada por hitos históricos. De un lado, los dos intentos frustrados de asesinato contra el candidato republicano, en Butler (Pensilvania) en julio y en su campo de golf en septiembre en West Palm Beach, en Florida.

De otro, y sobre todo, el catastrófico debate entre Biden y Trump en junio, que acabó precipitando la renuncia del presidente a la reelección un mes después, tras fortísimas presiones de su partido. Harris heredaba un partido dividido y unos militantes desmoralizados. Las encuestas apuntaban a que el republicano ganaría en noviembre por una avalancha de votos.

Su candidatura dio la vuelta a la situación. Los votantes demócratas recuperaron el entusiasmo. Y las encuestas pasaron de predecir una derrota sin paliativos a marcar un empate, o incluso una ligera ventaja de la vicepresidenta. Había partido. Y lo ha habido hasta el último momento.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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