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Bill Clinton: “Kamala será la presidenta de ‘nosotros, el pueblo’; Trump, el de ‘yo, mí, me, conmigo”

El expresidente de EE UU critica en la Convención Nacional Demócrata el narcisismo del candidato republicano y ofrece una encendida defensa de las posibilidades de triunfo de Harris

Bill Clinton, durante su discurso en Chicago, este miércoles. Foto: BRENDAN MCDERMID (REUTERS) | Vídeo: EPV
Iker Seisdedos

El expresidente de EE UU Bill Clinton se apuntó este miércoles durante la tercera jornada de la Convención Nacional Demócrata a una moda que hace furor en su partido últimamente: dejar de preocuparse por el talento para la crueldad y la intimidación del candidato republicano, Donald Trump, para pasar al ataque a base de ridiculizarlo y de hacerle de menos a golpe de chistes y de frases ingeniosas. “En esta elección nos enfrentamos a una disyuntiva: elegir a Kamala Harris, una presidenta de ‘nosotros, el pueblo’ [el famoso ‘We, the people’ del preámbulo de la Constitución estadounidense], o quedarnos con Trump y su ‘yo, mí, me, conmigo”, dijo Clinton al principio de su discurso con la voz adelgazada por los años.

Las críticas al narcisismo del candidato republicano fueron el leitmotiv de su intervención. Como cuando pidió a los asistentes que no contaran las mentiras de Trump, “sino los yoes de un hombre que solo se interesa por sí mismo”. [Ciertamente, el juego de palabras, entre “lies” ―lais― y “I’s” ―ais―, funciona mejor en inglés]. “Cuando Kamala sea presidenta, empezará cada día no con un ‘yo, yo, yo’, sino con un ‘tú, tú, tú”. Tanto se entretuvo en destacar el “interés por sí mismo” del rival que pareció que iba a desempolvar la vieja referencia a la economía que, dicen, le hizo ganar sus primeras elecciones frente a George Bush padre, para exclamar: “¡Es la egolatría, estúpido!”.

Clinton se sumó así a una estrategia que ha causado furor entre los oradores de la convención durante sus tres primeras jornadas. Si Michelle Obama se mofó de la tendencia al racismo del contrincante de Harris en las elecciones de noviembre, su esposo, Barack Obama, hizo un chiste sobre su obsesión por el tamaño de las multitudes de sus mitines frente a los de su rival que, con un gesto introducido con extraordinario talento para la comedia, se convirtió en una burla sobre la virilidad del magnate. Cuando este miércoles Trump se mostró dolido por esos ataques personales, fue inevitable preguntarse en qué habrán estado pensando los demócratas para no haber probado antes con esa estrategia durante los nueve años que hace desde que el empresario inmobiliario irrumpió en la escena política estadounidense para hacerla saltar por los aires con sus maneras iconoclastas y poco respetuosas.

Clinton también se mofó de la edad de Trump: “Vayamos al grano. Soy demasiado viejo para perder el tiempo. Hace dos días cumplí 78 años”, dijo, antes de señalar que es aún más joven que el candidato republicano, dato que hizo que la audiencia, más bien rácana con el orador, le brindara uno de los mayores aplausos de la media hora de su discurso, durante la que se saltó una y otra vez el texto que llevaba escrito.

Por lo demás, Clinton fue fiel a un esquema que se ha repetido cada velada sobre el escenario de la cancha de los Bulls en la que se celebra la convención hasta este jueves, cuando llegará el discurso más esperado del evento: el de la aceptación de la candidata de la designación electoral del partido. Primero, el agradecimiento al presidente Joe Biden por los servicios prestados y por el altruismo de su renuncia; después, los ataques a Trump; y, por último, la promoción de las virtudes de Harris. A Biden incluso lo comparó con George Washington, otro presidente, recordó, que prefirió “renunciar voluntariamente al poder político”.

De Harris, dijo que era la única candidata con “la visión, la experiencia, el temperamento, la voluntad y, sí, la pura alegría” de los dos que se citarán en las urnas en noviembre. Esa idea del gozo demócrata frente al resentimiento republicano está siendo otra de las ideas-fuerza de la convención; una idea que retomó al rato la personalidad televisiva Oprah Winfrey, la gran sorpresa de la noche antes de la llegada del candidato a la vicepresidencia, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, cuya intervención resultó brillante.

El del miércoles era el decimosegundo discurso que daba Clinton en la historia de las convenciones demócratas. La tibieza con la que fue recibido por los delegados tal vez se debiera a que muchos de los presentes no habían despertado a la conciencia política cuando el expresidente dejó la Casa Blanca en 2001 después de ocho años en el puesto. O quizá precisamente a todo lo contrario, a que el resto recuerda demasiado bien su legado. El caso es que sus palabras transmitieron mucha menos energía que las de su esposa, Hillary Clinton, que fue uno de los platos fuertes de la primera noche de la convención. “Me parece que dio un gran discurso”, opinó su esposo.

Sobre la amarga derrota de ella frente a Trump en 2016, fue menos explícito. “Hemos visto más de una elección escaparse de nuestras manos cuando pensábamos que algo así no podía suceder, cuando la gente se distrajo por las cuestiones equivocadas”, dijo en referencia al escándalo por la gestión irresponsable de sus correos electrónicos cuando aquella era secretaria de Estado. “Es importante que conservemos la alegría. Una de las razones por las que a la futura presidenta Harris le está yendo tan bien es que todos estamos muy contentos. Pero nunca hay que subestimar a un adversario. Y estas personas”, añadió, por el Partido Republicano, “son realmente buenas para distraernos, para generar dudas, para provocar el arrepentimiento de los votantes”.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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