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Kamala Harris corteja al votante latino

La vicepresidenta estadounidense tiene mejores perspectivas con los hispanos que Biden y su campaña aspira a que el cambio de candidato sirva para revertir la fuga de votos a las filas republicanas

Kamala Harris
Kamala Harris, la semana pasada en Milwaukee.Kevin Mohatt (REUTERS)

En el fragor de la primera semana de su inesperada campaña presidencial, Kamala Harris sacó tiempo, a poco más de días 100 días de las elecciones, para agasajar con una barbacoa en los jardines de su residencia oficial en los terrenos del Observatorio Naval, en Washington, a un selecto grupo de “líderes comunitarios latinos”.

Fue el jueves pasado y hubo comida mexicana, ornamentos con papel picado y una banda que tocaba música de mariachi, salsa y merengue. La vicepresidenta Harris, que venía de pasar el día en Houston (Texas), ciudad en la que dio un mitin para un sindicato de profesores, recibió a los miembros hispanos del Gabinete del presidente Joe Biden, Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, Miguel Cardona (Educación) y Xavier Becerra (Sanidad), así como a los actores Rosario Dawson, Wilson Cruz y America Ferrera, a la personalidad televisiva Ana Navarro y a decenas de activistas que trabajan en defensa de los intereses de la comunidad.

La Fundación Voto Latino, organización coanfitriona del evento, fue una de las primeras en mostrar su apoyo a la vicepresidenta estadounidense. También prometió contribuir a la campaña de Harris con 44 millones de dólares (40,7 millones de euros) en los Estados bisagra, aquellos en disputa que pueden inclinar a uno u otro lado el resultado de las presidenciales. “Mientras la extrema derecha busca demonizar a los inmigrantes, destruir nuestra democracia y limitar nuestros derechos, ella ha liderado la defensa de una democracia multicultural”, aseguró la organización en su mensaje de respaldo. El grupo, anunció, enfocará sus esfuerzos en Nevada, Arizona, Texas, Pensilvania y Carolina del Norte.

Harris conoce bien el empuje del electorado hispano. Fue crucial en sus dos campañas como aspirante a fiscal general de California, un Estado con una cuarta parte de votantes latinos. En la elección de 2010, estos la prefirieron incluso frente a una de los suyos, la popular congresista demócrata Loretta Sanchez.

Su agenda como candidata a la presidencia conecta con ellos, según explicó la semana pasada en una entrevista con EL PAÍS Clarissa Martinez de Castro, vicepresidenta de la iniciativa de voto latino de Unidos US, el lobby latino más grande del país y otra de las organizaciones presentes en la barbacoa, con propuestas como la lucha por los derechos reproductivos, la expansión del acceso a la salud, la protección de los consumidores y un aumento en el control de las armas. “La mayoría de nosotros rechaza las deportaciones masivas [que propone Trump]. Priorizamos la legalización de los inmigrantes indocumentados que llevan años en el país. También esperamos mano firme en contra de los traficantes de personas y drogas”.

El día anterior del evento en la residencia de la vicepresidenta, la campaña de Harris, aupada por el entusiasmo tras la renuncia de Joe Biden a buscar la reelección y por las donaciones (más de 200 millones de dólares en una semana), había trazado en un documento interno su plan para conquistar la Casa Blanca en el que prometían ampliar su campo de batalla a algunos de esos Estados decisivos, también Georgia, que Biden había dado poco menos que por perdidos. Es un plan en el que el apoyo de los hispanos, con sus 36 millones de sufragios, es esencial. Y posible, según sus datos: el memorando citaba una encuesta que concluía que ese segmento del electorado, tradicionalmente demócrata, no solo prefiere a la vicepresidenta frente al candidato republicano, Donald Trump; también la apoyaría con más decisión que a Biden.

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La vicepresidenta, según un sondeo de la CNN de la semana pasada, cuenta con un 6% más de apoyos que el presidente entre el electorado hispano. Es el segundo grupo cuya intención de voto ha crecido más con el cambio de candidato, solo por detrás de los afroamericanos (8%). Esas mejores perspectivas son esenciales en dos de los siete Estados decisivos en noviembre: Arizona y Nevada, donde los latinos representan el 21% y el 19% del electorado, respectivamente. Si Biden ganó ambos en 2020 fue gracias a ese respaldo.

En el cuerpo a cuerpo con Trump, una encuesta de The New York Times/ Siena College publicada durante el pasado fin de semana cifraba en un 57% el trozo de la tarta electoral que recibiría de los hispanos, frente al 38% de los que votarían republicano. Pueden parecer unos números tranquilizadores, pero no lo son tanto: esconden en realidad una tendencia sin precedentes, por más que con Biden fuera peor. En junio, la misma encuestadora determinó que Biden lideraba entre los votantes hispanos por un solo punto (45% frente a 44%).

Trasvase electoral

Por eso, los analistas llevan todo el año tratando de descifrar cómo un candidato que promete una deportación masiva según llegue a la Casa Blanca puede conquistar nuevas simpatías en la comunidad. “Es muy sencillo”, explica Jaime Flórez, del Comité Nacional Republicano, “porque toda esa gente que está llegando viene a por nuestros trabajos, por los cupos en las escuelas de nuestros hijos, por las camas que nos tocan en los hospitales; por todo lo que hemos venido conquistando en las últimas cinco décadas”, considera. “Los latinos nos hemos dado cuenta por fin de que los valores republicanos se alienan más con los nuestros, en términos de aborto, de familia, de educación...”.

Mientras desde el partido conservador tratan de colgarle a Harris el título de “zarina de la frontera”, un cargo que nunca tuvo, pese a que Biden le pidió al principio de la legislatura que se encargara de las relaciones con México, una tarea en la que tuvo un desempeño bastante desastroso, los líderes demócratas latinos se han embarcado en recordarles a los suyos “cómo fue la presidencia de Trump”, según explica Angela Romero, presidenta del Caucus Nacional Hispano de Legisladores Estatales. “Cualquiera que tenga la tentación de votarle, solo tiene que escuchar sus discursos y cómo nos deshumaniza, sin distinguir a los que, como yo, llevamos muchas generaciones en este país de los que acaban de llegar. Es una retórica cargada de odio”, añade.

La intención de voto conservador entre los hispanos es, con todo, un problema para el analista Mike Madrid. Son cifras parecidas a las que Trump obtuvo en 2020. “Lo que no es bueno, pero es consistente con las tendencias de asimilación política que hemos visto”, aseguró en las redes sociales Madrid, que pide esperar a nuevos sondeos Estado por Estado para poder extraer conclusiones, al tiempo que recuerda algo que a menudo se olvida: los latinos no forman un todo uniforme. No son lo mismo las mayorías de origen mexicano de Arizona, que los puertorriqueños y centroamericanos que dominan en Pensilvania.

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