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La rebaja de la crispación marca el tono de Trump en el arranque de la convención republicana

El expresidente cambia el texto que tenía preparado por otro más “unificador” tras el atentado. El magnate será coronado oficialmente como líder del partido y candidato a la presidencia el jueves

Voluntarios colocan carteles de Trump en los asientos antes de la apertura de la Convención Nacional Republicana (RNC) en el Fiserv Forum de Milwaukee.
Voluntarios colocan carteles de Trump en los asientos antes de la apertura de la Convención Nacional Republicana (RNC) en el Fiserv Forum de Milwaukee.JIM LO SCALZO (EFE)
María Antonia Sánchez-Vallejo

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Menos de 24 horas después de ser objeto de un atentado durante un mitin en Pensilvania, este sábado, el expresidente Donald Trump declaró, en sendas entrevistas, que lo ocurrido le había hecho reflexionar hasta el punto de descartar el discurso que tenía preparado para la convención nacional republicana, este jueves, cuando será designado oficialmente candidato a la presidencia en las elecciones de noviembre. El texto abandonado será sustituido por uno más “unificador”, subrayó. “Quiero intentar unir a nuestro país, pero no sé si eso es posible”, declaró al populista New York Post, afín a los republicanos, en una entrevista en su avión privado mientras viajaba a Milwaukee para la convención. “La gente está muy dividida. Tenía todo preparado para un discurso extremadamente duro, realmente bueno, todo sobre la corrupta y horrible Administración [demócrata]”, dijo. “Pero lo tiré a la basura”.

El expresidente, con un ligero vendaje en su oreja derecha, se manifestó en parecidos términos en declaraciones a The Washington Examiner. “Creo que sería muy malo si me levantara y empezara a decir a lo loco lo horrible que es todo el mundo, y lo corrupto y retorcido que es, aunque sea verdad”, dijo. Este inédito afán contemporizador no es ajeno a su campaña, que sometió a revisión los discursos presentados y no vio necesidad de retocarlos para rebajar la supuesta agresividad que habría inducido el atentado. Porque esta es la consigna: bajar el diapasón, en las palabras y en los gestos. Entre estos últimos figura la incorporación de última hora a la nómina de los oradores de la excandidata Nikki Haley, que abandonó el proceso de primarias en marzo y que no terminó en muy buenos términos con Trump. Haley hablará este martes en el pabellón de los Milwaukee Bucks, completamente acorazado por una legión de fuerzas de seguridad.

El intento de asesinato del sábado hacía presagiar que la convención nacional republicana, que se desarrollará hasta el jueves, desatara los peores instintos de los oradores, como la petición de venganza, el revanchismo, o cuando menos un tropel de acusaciones a sus rivales demócratas por la persecución judicial de su jefe, que atribuyen a la Administración de Joe Biden. Y por ponerlo en la diana, según recordaron tras el ataque conspicuos representantes del partido como el senador JD Vance y la ultraderechista Marjorie Taylor Greene. El propio Trump se ha presentado de hecho como víctima de una caza de brujas política en sus comparecencias ante los tribunales durante el último año y medio. Pero, a punto de no contarlo el sábado, un Trump más reflexivo que de costumbre (“no debería estar aquí, debería estar muerto”, dijo en ambas entrevistas) ha introducido el miedo como nuevo factor en la campaña.

No obstante, la decisión de la jueza de Florida de sobreseer el caso de los papeles de Mar-a-Lago, apenas doce horas después de su llamamiento a la unidad, ha vuelto a dar alas al republicano. En un mensaje en su plataforma Truth Social publicado en la mañana de este lunes, el candidato a la reelección volvía a cargar contra la Administración de Biden con su mensaje habitual. “A medida que avanzamos en la Unificación de nuestra Nación después de los horribles acontecimientos del sábado, esta desestimación de la Acusación sin Ley en Florida debería ser solo el primer paso, seguido rápidamente por la desestimación de TODA la Caza de Brujas”, escribía en alusión a los casos pendientes de Washington, Nueva York y Georgia. “El Departamento de Justicia Demócrata coordinó TODOS estos Ataques Políticos, que son una conspiración de Interferencia Electoral contra el Oponente Político de Joe Biden, YO. Unámonos para ACABAR con toda la instrumentalización política [weaponization, en el original] de nuestro Sistema de Justicia”, añadía con sus habituales y enfáticas mayúsculas.

Entre extremos, un personaje tan polarizador como el expresidente se moverá esta semana entre la consigna de la moderación —los primeros discursos de los delegados fueron claramente propositivos, sin alusiones a Biden, al aprobar los 16 puntos del programa electoral— y la apoteosis que le espera en la noche de su nominación, en la que, además de como probable vencedor de las elecciones según las encuestas y líder omnímodo del partido, será saludado como un mártir político: el hombre que, tras ser herido por una bala, levantó el puño y gritó tres veces la palabra lucha. Esa aura hagiográfica ya es otro sello nuevo e indeleble de su candidatura. “Mucha gente dice que es la foto más icónica que han visto nunca. Tienen razón y sin embargo yo no he muerto. Normalmente tienes que morir para tener una foto icónica”, dijo al Post sobre la imagen de la agencia Associated Press que ha dado la vuelta al mundo, y que le muestra ensangrentado pero desafiante, puño en alto. Es la foto que la campaña está utilizando en su portal de recaudación de fondos. El magnate repitió el mismo gesto de la instantánea el domingo al bajar las escalerillas de su avión privado en el aeropuerto de Milwaukee.

De cómo logre conciliar la convención nacional republicana la moderación con el paroxismo de la coronación de Trump, el llamamiento a la unidad y los previsibles ataques a sus rivales demócratas, puede depender el rumbo de lo que queda de campaña, no solo en el bando republicano. Pero la preocupación de los responsables de la campaña por la retórica exagerada refleja cuán profundamente ha alterado el panorama político el tiroteo del sábado. El nuevo marco de la volátil carrera hacia la Casa Blanca no solo se reflejará en la programación, los discursos y, sobre todo, el tono de la conferencia, también podría influir incluso en la designación del vicepresidente. En cenáculos conservadores se especula sobre el significado de la incorporación a última hora de Haley. La exgobernadora de Carolina del Sur, la que durante más tiempo plantó cara a Trump en las primarias —abandonó después que el otrora presidenciable Ron DeSantis—, sonaba este lunes en alguna quiniela como posible miembro de la futura Administración trumpista, incluso como compañera de tándem presidencial, si los republicanos ganan en noviembre.

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Fuentes republicanas aseguran que el llamamiento a la unidad no es únicamente una reacción al atentado fallido del sábado. Según estas fuentes, la “unidad” siempre pretendió ser uno de los temas de la convención. Ese era el enfoque inicial, pero ahora reviste un doble sentido: como muestra del unánime apoyo a Trump y su plataforma tras una temporada convulsa —unas primarias muy divisivas, con varios cadáveres por el camino, y la primera condena penal del candidato por el caso Stormy Daniels—, y, ahora, como gesto de reconciliación nacional, algo por lo que también ha abogado el presidente Joe Biden.

No obstante, gran parte de la agenda de la convención se dedicará a criticar la gestión de los demócratas. Repartidos en cuatro bloques temáticos, los cuatro días de la convención pasarán revista a las principales líneas de ataque de Trump, que siempre han sido el motor de su campaña (su faceta propositiva se resume en las 16 páginas de la plataforma o programa electoral). Ataques a la gestión económica de Biden, a la crisis de la frontera o el infundado incremento de la inseguridad y la delincuencia, todo valdrá para demostrar lo que los republicanos consideran ha sido un pésimo desempeño de la presidencia por el demócrata. Y será en esos ataques donde no pocos esperan que salten no solo los reproches, sino también los demonios que siempre han estado ahí: la rabia y la cólera que desde 2016 definen a Trump y han definido también el giro hacia su figura del partido.

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