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Una campaña de mínimos en Cataluña: Desafección y agotamiento electoral en plenas negociaciones para formar Govern

Los partidos catalanes reducen los actos y evitan el cuerpo a cuerpo para no romper equilibrios en las semanas previas a la composición del Parlament

Bernat Coll
Los candidatos a eurodiputados Tomàs Molina y Diana Riba (ERC) haciendo rafting en campaña, en una fotografía difundida por el partido.
Los candidatos a eurodiputados Tomàs Molina y Diana Riba (ERC) haciendo rafting en campaña, en una fotografía difundida por el partido.

Europa, sí; pero Cataluña también. Los ecos de los resultados de las elecciones catalanas siguen retumbando en plena campaña para las europeas. Y parece que irá para largo. Salvador Illa (PSC) reivindicó este miércoles la aritmética del pasado 12-M para la garantizar el dominio en la composición de la Mesa del Parlament mientras que el independentismo, instado por la CUP, se mueve para ganar peso en este órgano de gobierno de la cámara. De las propuestas de los partidos para el Parlamento europeo, poca cosa se sabe mientras la indiferencia se expande entre la ciudadanía. “Si no eres periodista o politólogo, podrías ni enterarte de que hay unas elecciones europeas”, resume Jesús Palomar, profesor de Ciencia Política de la Universitat de Barcelona.

Las propuestas de los partidos en materia europea no brillan en la agenda pública y las formaciones afrontan la carrera electoral al trantrán. Menos actos, poco multitudinarios y escasa esgrima dialéctica para no torpedear sin querer los posibles acuerdos autonómicos que tendrán que buscarse después del 9-J. El día 10 se tiene que constituir la nueva mesa. “Los partidos están priorizando los mensajes de ámbito catalán. Es una campaña donde brillan más de los líderes como Illa, Puigdemont o Junqueras por la proximidad con la composición del nuevo Govern, que los mismos candidatos al parlamento europeo”, entiende Palomar.

Con las negociaciones parlamentarias como mar de fondo, la catalanización de la campaña europea parece evidente. El líder de Comuns, Jaume Asens, invitó al PSC a mover sus posiciones políticas en Cataluña relativizando el Hard Rock como línea roja (luego fue más taxativo); y el líder de Junts para las europeas, Toni Comín, abrió la puerta en El Nacional a la continuidad en primer línea política de Carles Puigdemont si este no consigue la presidencia, como dijo en campaña. ERC, por su parte, empuja a socialistas y posconvergentes a mover ficha para la investidura, mientras que Javier López (cabeza de lista del PSC) tildó de “imaginativo” al mismo Puigdemont por querer optar a la Generalitat a pesar de la falta de apoyos. El PP apuesta por convertir las elecciones en un plebiscito contra Sánchez recuperando el discurso contra la amnistía; y únicamente Podem parece observar los comicios como una gran oportunidad, ajena a lo que ocurre en el Parlament tras no presentarse en las autonómicas.

La percepción de los partidos, en todo caso, es que la ciudadanía está cansada. “Si no se hubiesen celebrado las elecciones catalanas hace dos semanas, probablemente hubiésemos organizados más actos electorales”, admiten desde el corazón del equipo de campaña de Comuns Sumar. De los cinco grandes actos que celebraron durante la campaña autonómica, han pasado a dos. La tendencia es generalizada. El PSC no recurrirá previsiblemente esta vez a la participación del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en sus actos; y las mareas de simpatizantes de Junts que llenaron la Cataluña Norte (en el sur de Francia) no tienen a donde ir. ERC explora nuevas vías para recuperar a sus votantes, como ilustra la jornada de rafting sin apenas militantes que hizo Tomàs Molina la semana pasada. El partido buscó viralizar los mensajes del meteorólogo contra el cambio climático a través de las redes sociales y su “comunicación directa”. “La derecha y la ultraderecha hacen este tipo de comunicación muy bien”, entienden desde el partido. “Se consideran outsiders del sistema y trabajan por estas vías en una época donde gana el algoritmo y donde cada vez la gente vive más en burbujas de percepción. Todo ayuda”, remarcan. Las mismas fuentes admiten que la carrera electoral para Europa “es diferente” que para las catalanas, “no solo por la proximidad, sino por la necesidad de encontrar nuevas formas de hacer campaña”, cierran las fuentes republicanas.

No parece sencillo seducir a la ciudadanía para que salga a votar en unos comicios donde la participación ha sido en los últimos años muy baja cuando se han celebrado en solitario. En 2014, en el auge de Podemos, se alcanzó un 46,2% de participación; mientras que en 2009 (36,9%) y 2004 (39,8%) fue notablemente menor. Solo en 2019 (60,9%), cuando coincidieron con las municipales, obtuvieron un interés mayoritario en Cataluña. “La ciudadanía tiene la percepción de que el Parlamento europeo escapa de su ámbito de proximidad y ello crea desmotivación”, entiende Palomar. “La capacidad de influencia de los partidos catalanes y españoles es limitada”, remarca. Junts y ERC insisten en la oficialidad del catalán y Comuns anunció un impuesto del 2% a las grandes fortunas, entre otras medidas. La CUP no se presenta.

La desafección política, según detecta el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), tampoco ayuda: Al 51% de la población la política le interesa actualmente “mucho o bastante” frente al 60% de 2017, en pleno procés. “La gente está un poco harta de votar cada dos por tres, no solo en Cataluña, también en el Estado”, analiza el politólogo. “Han habido procesos electorales continuados, y la percepción es de ¿ahora qué toca?”, cierra.


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Sobre la firma

Bernat Coll
Periodista centrado actualmente en la información sanitaria. Trabaja en la delegación de Catalunya, donde inició su carrera en la sección de Deportes. Colabora en las transmisiones deportivas de Catalunya Ràdio y es profesor del Máster de Periodismo Deportivo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
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