Tatiana Schlossberg, nieta de John F Kennedy, revela que padece un cáncer terminal
“He añadido una nueva tragedia a la vida de nuestra familia y no puedo hacer nada por impedirlo”, escribe la hija de Caroline Kennedy, de 35 años


La desgracia se ceba otra vez con el clan Kennedy. En el 62 aniversario del asesinato del presidente John F Kennedy, su nieta Tatiana Schlossberg, de 35 años, hija de Caroline Kennedy, ha revelado que padece un cáncer terminal y los médicos le dan menos de un año de vida.
Schlossberg, periodista especializada en temas de medioambiente y madre de dos hijos, dio a conocer que padece una leucemia especialmente agresiva en una tribuna publicada este sábado en la revista New Yorker, en la que lanza también una amarga crítica contra las políticas sanitarias puestas en marcha por su primo, el secretario de Salud estadounidense Robert F Kennedy.
Según cuenta en el artículo Una batalla con mi sangre, los médicos descubrieron su enfermedad cuando dio a luz a su hija pequeña en mayo del año pasado y vieron, en un análisis de sangre, que su número de células blancas era anormalmente alto. Schlossberg describe minuciosamente los tratamientos, convencionales y experimentales, a los que se vio sometida desde entonces para intentar su curación: dos trasplantes de células madre de médula espinal, largas sesiones de quimioterapia, e inmunoterapia, entre ellos. Con humor, narra también sus efectos secundarios y la ayuda que recibió de médicos —su marido lo es—, enfermeras y familiares. Entre ellos, su hermano Jack, que recientemente anunció su candidatura para un escaño en el Congreso de EE UU.
Esa ayuda “ha sido un gran regalo, aunque siento su dolor cada día. Durante toda mi vida he intentado ser buena, una buena estudiante, una buena hermana y una buena hija, y tratado de proteger a mi madre, y nunca entristecerla o enfadarla. Ahora he añadido una nueva tragedia a su vida, a la vida de nuestra familia, y no puedo hacer nada para impedirlo”, escribe la hija de Caroline Kennedy y el diseñador Edwin Schlossberg.
Caroline Kennedy, de 67 años y antigua embajadora de Estados Unidos en Australia y Japón, tenía cinco años cuando su padre fue asesinado en Dallas. Su tío, Robert F Kennedy, también fue asesinado cinco años más tarde. Su hermano, John F Kennedy júnior, conocido durante su infancia como John John, falleció junto a la esposa de éste, Caroline Bessette, cuando la avioneta que pilotaba en ruta a la isla de Martha’s Vineyard se estrelló en aguas de la costa de Massachussetts.
El humor y la melancolía dan paso a la rabia en la segunda parte del artículo, en el que traza un paralelo entre las fases de su tratamiento y la carrera política de su primo en el último año y medio: de ser un candidato presidencial independiente sin posibilidades, visto con escepticismo entre su propia familia y el Partido Demócrata por sus posiciones antivacunas, pasó a apoyar a Donald Trump y formar parte de su campaña; de allí, a ser propuesto, y confirmado en el Senado, como secretario de Sanidad el pasado enero.
“De repente, el sistema de salud del que dependía se sentía tenso y frágil. Los médicos y científicos en Columbia (la universidad a la que está adscrito el hospital que la ha tratado) no sabían si podrían continuar sus investigaciones, o siquiera mantener sus empleos”, recuerda. Columbia fue uno de los primeros objetivos de la Administración Trump en su cruzada contra el supuesto antisemitismo en los campus universitarios; en mayo, la institución despidió a 180 investigadores como consecuencia de los recortes impuestos por el republicano.
Schlossberg añade más detalles: “A medida que pasaba más y más tiempo de mi vida bajo los cuidados de médicos, enfermeras e investigadores luchando por mejorar las vidas de otros, veía a Bobby recortar casi 500 millones de dólares en vacunas de ARN mensajero, una tecnología que se puede emplear contra algunos cánceres; eliminaba miles de millones de dólares en fondos para los Institutos Nacionales de Salud, el mayor patrocinador del mundo de investigación médica; y amenazaba con despedir al panel de expertos médicos responsables de recomendar pruebas preventivas para la detección del cáncer. Cientos de ensayos clínicos y de becas para la investigación quedaron canceladas, algo que ha afectado a miles de pacientes”.
Su artículo concluye con una declaración de amor por sus hijos, y la incredulidad que le suscita el pensar que no les verá crecer. “A veces me engaño a mí misma para pensar que recordaré todo esto (las vivencias con sus niños) para siempre, que lo recordaré cuando esté muerta. Evidentemente, no será así. Pero como no sé cómo es la muerte, y no hay nadie para decirme qué hay después, seguiré engañándome. Seguiré intentando recordar”.
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