La batalla por la libertad de prensa: la BBC muestra firmeza frente a Trump
El presidente de Estados Unidos insiste en reclamar entre 1.000 y 5.000 millones de dólares a la corporación británica


Todo lo que tiene que ver con Donald Trump deriva en exageración, ya sea en los elogios o en los ataques. Muchos defensores de la BBC han reclamado esta semana al ente público británico que responda al presidente estadounidense con la famosa carta que la revista satírica Private Eye replicó en 1971 ante las amenazas de una demanda por difamación lanzadas contra la publicación por el empresario James Arkell: “Estimado señor, nuestra respuesta es la siguiente: váyase a la mierda” (fuck off, en el original). Desde entonces, es broma habitual usar la fórmula “le refiero al caso Arkell vs. Pressdram [Pressdram era el nombre de la propietaria de la revista]” para desinflar cualquier amenaza legal frívola contra un medio de comunicación.
La corporación pública, sin embargo, ha decidido utilizar una vía más diplomática para intentar rebajar una de las mayores crisis de credibilidad a las que ha tenido que enfrentarse. La BBC ha pedido disculpas a Trump y ha retirado de su plataforma digital el polémico documental del programa Panorama. En primer lugar, porque el error existió y tuvo que ser corregido. La edición engañosa de dos cortes de audio del discurso del presidente estadounidense del 6 de enero de 2021, que parecía sugerir una orden directa a sus seguidores de asaltar el Capitolio, ha acabado provocando la dimisión del director general del ente, Tim Davie, y de la jefa de la División de Noticias, Deborah Turness.
Pero el equipo jurídico de la cadena insiste en que lo ocurrido fue un “error de juicio”, y no una manipulación derivada del “sesgo ideológico” que los enemigos de la BBC, internos y externos, le atribuyen desde hace décadas. Por ese motivo, se han negado a aceptar la exigencia de Trump de pagar una compensación económica por los “daños a su persona y a su reputación” que pudo provocar el documental.
“La BBC debería avergonzar a las cadenas televisivas estadounidenses que han capitulado de manera pusilánime, y rechazar el matonismo con el que se la quiere obligar a presentar unas disculpas lamentables o incluso a entregar una donación económica para la biblioteca presidencial de Trump. La corporación cometió un error. Lo corrigió (aunque algo tarde). Y ha pedido disculpas. Aquí acaba todo”, ha defendido Alan Rusbridger, el legendario director del diario The Guardian, hoy al frente de la revista Prospect.
Trump, que ha convertido la política en un juego de negociación y un duelo de poder, ha utilizado la misma técnica, la amenaza con demandas multimillonarias, contra todos los medios de comunicación, firmas de abogados o instituciones académicas que le molestan o le critican. Algunas, como las cadenas ABC o CBS, han decidido abonar enormes cantidades compensatorias en acuerdos extrajudiciales, para quitarse de encima la presión.
El caso de la BBC, sin embargo, ha adquirido un simbolismo que trasciende el ámbito estadounidense. La cadena tiene un prestigio internacional difícilmente igualable, y, a pesar de sus errores, goza del respeto y la admiración de millones de espectadores, que la consideran un ejemplo de periodismo serio y riguroso en medio del marasmo de desinformación que han alimentado las redes sociales tan apreciadas por políticos autoritarios como Trump.
Una demanda de dudoso vuelo
El presidente estadounidense ha insistido este mismo viernes a última hora (madrugada del sábado en Europa) en que va a reclamar a la cadena una compensación que puede oscilar entre los 1.000 y los 5.000 millones de dólares (860 y 4.600 millones de euros), y ha anunciado que presentará la demanda la semana que viene en los tribunales de Florida, donde reside legalmente. La razón esgrimida para hacerlo allí es que en ese Estado el delito de difamación prescribe a los dos años, frente a un solo año en la jurisdicción británica. El documental de la discordia se emitió en octubre de 2024.
Trump también ha revelado que el primer ministro británico, Keir Starmer, ha pedido hablar con él, y que pensaba llamarle durante el fin de semana.
Sin embargo, muchos expertos en Derecho dudan de que la maniobra de Trump cobre vuelo, porque la doctrina constitucional y jurídica de Estados Unidos protege con firmeza la libertad de prensa.
En cualquier caso, la BBC ha esquivado la batalla política para centrarse en una respuesta práctica y templada ante el desafío de la Casa Blanca. El equipo jurídico de la corporación ha resumido en cinco puntos sus razones para rechazar que la demanda tenga base alguna.
En primer lugar, el programa Panorama no se emitió en ningún canal de Estados Unidos. En segundo, el documental no ha causado daño alguno a Trump, que resultó reelegido presidente poco después. Además, añaden, la edición de los fragmentos del discurso se realizó con la intención de acortarlo, sin ninguna malicia, alegan. Se trataba, además, de apenas 12 segundos dentro de un informe de una hora que contenía muchas voces favorables a Trump. Finalmente, recuerdan, las leyes estadounidenses protegen cualquier opinión sobre asuntos públicos o políticos.
“La BBC debe ser felicitada por haber respondido a este desafío legal del mejor modo posible. Ha cedido donde tenía que ceder, pero se ha mostrado firme ante una demanda excesiva. Es el mejor modo de responder siempre ante estas amenazas jurídicas, porque elimina la excusa para exigir algo más”, ha escrito quien fuera especialista en asuntos jurídicos de la revista New Statesman, David Allen Green.
La respuesta mesurada de la BBC ante el despliegue de Trump puede acabar siendo un revulsivo para la cadena, más necesitada que nunca de reforzar su prestigio. La derecha mediática y conservadora del Reino Unido lleva décadas situándola en el foco de sus ataques. Anteriores gobiernos de derechas, como el de Boris Johnson, amenazaron con retirar su financiación pública y llenaron su junta directiva con consejeros afines, como Robbie Gibb, un conocido ultraconservador, que han trabajado incesantemente por dinamitar la imagen del ente.
Los errores han existido ―más o menos exagerados por las voces críticas―, como la torpeza en la edición del discurso de Trump, o la reciente emisión de un documental sobre Gaza donde se ocultó que uno de los menores que narraban en primera persona la situación en la Franja era hijo de un dirigente de Hamás. Y la BBC los ha corregido. En eso consiste también la credibilidad de un medio de comunicación. Son muchas las voces amigas que han denunciado esta semana la crisis como una respuesta excesiva e injusta a la campaña coordinada de ataques contra la corporación llevada a cabo por la derecha británica y el equipo de Trump, y que han celebrado la respuesta templada pero firme del ente público.
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