Ir al contenido
_
_
_
_

Putin, Trump y Zelenski: tres velocidades incompatibles para negociar la paz

La cancelación de la cumbre entre el líder ruso y el estadounidense demuestra que Moscú busca ganar tiempo. Washington quiere un acuerdo a toda costa, incluso por encima de los intereses de Kiev

Guerra de Rusia en Ucrania
Cristian Segura

Nadie desea que la guerra en Ucrania dure 100 años, dijo el 16 de octubre en una conferencia en Kiev el conocido politólogo estadounidense George Friedman. Pero sus protagonistas sí corren a diferentes velocidades para dar fin a ella. Velocidades que son incompatibles.

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha demostrado tener la sartén por el mango en el campo diplomático. El aplazamiento de la cumbre que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció con Putin en Budapest para este octubre es el último ejemplo de la estrategia de Rusia: empantanar las negociaciones y mantener en el largo plazo un conflicto que es sobre todo de desgaste en el campo de batalla.

La estrategia de Trump es cerrar a toda costa el conflicto y ponerse la medalla de lo que considera que sería la novena guerra, según su particular recuento, en la que interviene con éxito como mediador. Pero el Kremlin dejó claro que la posible cita en Hungría requiere de más trabajo preparatorio. El republicano admitió el martes que sus prisas para la cumbre habían chocado con los planteamientos maximalistas de Moscú, y que él tampoco quiere “un encuentro inútil”. El líder estadounidense confirmó el jueves que cancelaba la cumbre pero que espera poderla celebrar en el futuro.

También se pospuso la reunión preparatoria que la Casa Blanca esperaba que se celebrara esta semana entre Marco Rubio, secretario de Estado de EE UU, y Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso. Lavrov reiteró el martes que Rusia no está por sellar un alto el fuego porque este “no traería una paz duradera” y porque “dejaría a una vasta parte de Ucrania bajo control de un régimen nazi”. La propaganda rusa describe a Ucrania como un país controlado por una élite neofascista. La Constitución de Rusia incluyó en 2022 de forma unilateral como parte de su federación a las provincias ucranias de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Ya en 2014 se anexionó ilegalmente la península de Crimea.

Pero los intereses de Trump no solo han chocado con los de Putin, también con los del líder ucranio, Volodímir Zelenski. El mandatario estadounidense ha demostrado que es válida cualquier opción que finalice la guerra cuanto antes, sea la posición de Moscú (que Ucrania ceda la soberanía de los territorios ocupados) o la de Kiev (que antes de cualquier negociación, se declare un alto el fuego sin condiciones).

Trump presionó el viernes pasado en la Casa Blanca a Zelenski para que aceptara ya negociar el reparto de territorios. Al socorro de Ucrania acudieron ese mismo viernes, en declaraciones públicas, los líderes de las principales potencias europeas. La voz europea, al unísono, se materializó este martes en un comunicado en el que los mayores socios de la UE y el Reino Unido pedían a Trump que secundase la necesidad de congelar el frente en un alto el fuego antes de que Ucrania y Rusia se sienten a negociar la paz: “Apoyamos firmemente la posición del presidente Trump de que los combates deben detenerse inmediatamente, y la línea del frente actual debe ser el punto de partida de las negociaciones”.

El alineamiento europeo con Kiev se reafirmará este jueves en Bruselas, donde Zelenski participará en la reunión del Consejo Europeo, y el viernes, en una cumbre de aliados militares de Ucrania en Londres.

Un motor con menos caballos

Zelenski es consciente de que el motor ucranio tiene menos caballos que el ruso; es decir, menos recursos para combatir. Por eso repite desde hace meses que la guerra debería terminar antes de que termine el año. Sus Fuerzas Armadas han conseguido limitar de forma heroica el avance ruso, pero ese avance continúa produciéndose. La industria armamentística ucrania ha multiplicado casi por diez su producción durante la guerra, según explicó la semana pasada a un grupo de periodistas Volodímir Vlasiuk, economista y asesor del Gobierno. Pero esto no es suficiente para resistir, por eso el apoyo europeo y estadounidense es imprescindible, sobre todo con armamento de mayor desarrollo tecnológico y en sistemas antiaéreos.

El problema es que esta asistencia está flaqueando, sobre todo por la política de Trump de eliminar cualquier ayuda militar a Ucrania si no es previa adquisición por parte de los aliados de la OTAN. Esto ha supuesto que las transferencias de armas mensuales al ejército ucranio se hayan reducido un 43% respecto al primer semestre del año. La Casa Blanca se niega, además, a facilitar a Kiev misiles de largo alcance Tomahawk, alegando que sería una escalada innecesaria en la tensión con Moscú.

Algo parecido ya sucedió el pasado agosto cuando Trump recibió a Putin con todos los honores en Alaska convencido de que la cumbre sería un paso determinante hacia la paz. El autócrata ruso consiguió en aquella cita detener los planes de EE UU de aplicar nuevas sanciones sobre la economía rusa, prometer a Trump acuerdos comerciales bilaterales y poner el contador a cero del cronómetro para terminar la guerra.

Esta estrategia de apaciguamiento de Washington es incompatible con la posición ucrania, que considera que la paz es solo posible si se le dan garantías de defensa mucho más sólidas que lo obtenido hasta ahora, como por ejemplo, los misiles Tomahawk. Trump también ganó las elecciones presidenciales de 2024 prometiendo prácticamente en cada mitin que terminaría de un plumazo con la ayuda a Kiev por considerarla un despilfarro.

Sanciones contra Rusia

En la lógica imprevisible de Trump, de aproximarse o distanciarse de forma brusca de un bando y de otro, el secretario del Tesoro de EE UU, Scott Bessent, anunció en la noche del miércoles que la Casa Blanca aplicaría nuevas sanciones contra Rusia, las primeras bajo la presidencia del republicano. El presidente estadounidense, en una comparecencia junto al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, confirmó que su Gobierno, tras meses de espera, introducirá finalmente penas contra la industria petrolera rusa, la principal fuente de ingresos para la maquinaria de guerra el Kremlin. “Cada vez que hablo con Vladímir [Putin], tenemos un buen diálogo, pero entonces, estas no llegan a ningún lado”, explicó Trump.

“Espero que Putin termine siendo razonable, y espero que Zelenski también termine siendo razonable. Como se dice, para bailar el tango son dos necesarios. Pero esta dos personas se odian”, añadió Trump.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, insistió este miércoles en que Putin quiere celebrar la cumbre con Trump en Hungría, pero que la cita necesita más tiempo de preparación. Peskov ha asegurado que tanto Kiev como las potencias europeas están intentando “interferir” en la posición estadounidense para que la entrevista naufrague.

“Tengo serias dudas de que la reunión de Budapest termine celebrándose, tampoco nos acercaría a la paz”, ha declarado en el diario Telegraf Oleksandr Merezhko, presidente del comité de Exteriores del Parlamento ucranio: “Putin nunca aceptará la posibilidad de un alto el fuego porque es dar la oportunidad a Ucrania de sobrevivir y desarrollarse. Solo aceptará nuestra capitulación”.

Pese al deseo en Kiev de que Trump se aleje de Putin, destacados analistas ucranios también dan por hecho que una nueva cumbre entre el líder ruso y el estadounidense terminará celebrándose. “La intuición me dice que la próxima reunión de Trump con Putin se celebrará, en Budapest o en otro lugar”, escribió el martes en un análisis Volodímir Gorbach, director del Instituto para la Transformación de Eurasia del Norte: “Putin entiende y siente que Trump le necesita mucho más que él. Por eso negocia, le regatea, le vuelve a esquivar y, solo haciendo esto, va ganando tiempo”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa y en 2025, el premio internacional de periodismo Julio Anguita Parrado.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_