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Trump da a Hamás “tres o cuatro días para responder” al plan para Gaza

La iniciativa presentada por el presidente de EE UU y por Netanyahu ha ido ganando apoyos internacionales, incluido de varios países árabes y musulmanes, y generado un insólito consenso en Europa. El movimiento islamista “se inclina por aceptarla”, según una fuente cercana a la negociación

Una mujer palestina llora ante el cuerpo de un familiar en Nuseirat, en el centro de Gaza, tiroteado cuando esperaba recibir ayuda, este martes.Foto: Moiz Salhi (Anadolu/Getty Images) | Vídeo: EPV

Hamás, la milicia palestina en cuyas manos está ahora aceptar o rechazar el plan de paz para Gaza presentado este lunes por Donald Trump y Benjamín Netanyahu, “se inclina por aceptar” la propuesta —que ha ido ganando numerosos apoyos internacionales durante la jornada— y responderá este mismo miércoles, según ha anunciado a la cadena CBS News una fuente cercana a las negociaciones. En cualquier caso, el presidente de Estados Unidos ha dado a la milicia islamista “tres o cuatro días” para pronunciarse sobre los 20 puntos, que contemplan el “fin de la guerra”, a través de la entrega inmediata de los últimos 48 rehenes en sus manos, la rendición y desarme del grupo palestino y el establecimiento de un Gobierno de transición supervisado por un organismo internacional en el que estará al frente el propio Trump.

En declaraciones antes de desplazarse a Quantico, en Virginia, para participar en una reunión con jefes militares, Trump sostuvo que no hay mucho que negociar con Hamás: “Queremos el regreso de los rehenes, y un buen comportamiento”, informa Macarena Vidal Liy. Según el presidente, todos los países árabes y musulmanes apoyan el plan de paz. “Solo estamos esperando a Hamás. Y Hamás decidirá si lo apoya o no. Y si es que no, habrá un final muy triste”, ha dicho, retomando su amenaza de la víspera de que apoyará, en ese caso, a Netanyahu para “hacer lo que tenga que hacer”.

La comunidad internacional —deseosa de poner fin a la masacre antes de que cumpla dos años la próxima semana y sin otro plan mejor sobre la mesa— ha ido dando un amplio respaldo al plan durante la jornada. No solo Occidente ―incluidas Francia, Alemania, la UE y, en un tono menos entusiasta, España―, sino también potencias como Rusia y China y, de forma muy significativa, de los principales países árabes y musulmanes.

Los ministerios de Exteriores de hasta ocho Estados de mayoría musulmana, entre ellos, Turquía, Arabia Saudí, Egipto y su hasta ahora valedor Qatar ―que alberga la sede de su oficina política― han publicado un comunicado conjunto en el que avalan el plan, del que subrayan la mayor concesión arrancada a Trump y a Netanyahu: la renuncia, al menos sobre el papel, a ejecutar una limpieza étnica de los palestinos. Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia y Pakistán también rubrican el comunicado.

La limpieza étnica, un crimen de guerra, sí figuraba en anteriores planes del republicano, como el de la Riviera de Oriente Próximo, que pretendía convertir la Franja en un complejo playero para millonarios, un horizonte recibido con alborozo por la extrema derecha nacionalista israelí que apuntala al Gobierno de Netanyahu.

Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía y uno de los líderes más críticos con Israel en los dos últimos años, ha aplaudido “los esfuerzos y el liderazgo” de Trump “para poner fin a la violencia y lograr un alto el fuego” en Gaza, donde los bombardeos israelíes han matado a otras 53 personas entre la medianoche del lunes y la tarde de este martes, según el recuento hospitalario. Van más de 66.000, en su mayoría civiles, en casi dos años.

También el secretario general de la ONU, António Guterres, ha acogido “con satisfacción” el anuncio de plan y “valorado el importante papel de los Estados árabes y musulmanes” en el proceso. “Ahora es crucial que todas las partes se comprometan a llegar a un acuerdo y a su implementación”, ha dicho, en un comunicado difundido por su portavoz adjunto, Farhan Haq, informa María Antonia Sánchez-Vallejo.

Silencio

El liderazgo del grupo islamista palestino guarda silencio, mientras se enfrenta la disyuntiva de cómo responder a un documento que aseguraba no haber visto hasta que la Casa Blanca lo difundió a la prensa y que se ha cerrado sin su participación. La propuesta le exige, en la práctica, la rendición a cambio de promesas vagas y sin plazos de progresivas retiradas del ejército israelí hasta una franja perimetral y de entrada de ayuda humanitaria.

Voces en Hamás han mostrado esta mañana sus recelos. El director de su oficina de medios en Gaza, Ismail al Thawabta, ha definido la propuesta como “un intento de imponer” a los palestinos una “nueva tutela que legitime la ocupación israelí”. Y uno de sus responsables la ve “completamente sesgada en favor de Israel” y con “condiciones imposibles”, según ha declarado a la agencia Reuters.

Ninguna de esas dos declaraciones supone, sin embargo, una respuesta formal. Mientras llega, otro grupo armado de la Franja, la Yihad Islámica, ha rechazado el plan. Su líder, Ziyad al Nakhalah, describió el programa de 20 puntos como “una receta para continuar la agresión contra el pueblo palestino”.

El no a la propuesta de este otro grupo armado no es del todo irrelevante. La Yihad Islámica tomó a varios de los 251 rehenes apresados el 7 de octubre de 2023, y aún retiene a algunos de los últimos 48, entre vivos y muertos, que las facciones palestinas deberían entregar a Israel como punto de partida del alto el fuego.

Aislamiento

El propio Netanyahu se ha jactado este martes, en un vídeo difundido en sus canales oficiales, de haber “dado la vuelta a la tortilla”. “En vez de que Hamás nos aísle, hemos aislado a Hamás”, ha dicho. El grupo islamista tiene pocas opciones ante sí que no sean plegarse a un plan que no recoge varias de sus condiciones para un alto el fuego y en el que el equipo de Netanyahu logró introducir varias modificaciones a su favor en el último minuto, según los borradores con las correcciones filtrados este martes.

En Israel, el acuerdo ha recibido un apoyo casi unánime, tanto en el Gobierno como en la oposición. La visión general es que le es favorable y que llega demasiado tarde por culpa de Netanyahu. Las únicas voces discordantes han sido las de algunos de sus socios ultranacionalistas, que se han cuidado, sin embargo, de amenazar con tumbar la coalición. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, confía aún en que Hamás diga no y salve a Israel de haber perdido una “oportunidad histórica de liberarse de las cadenas de Oslo”. Se refiere a los acuerdos que dieron a los palestinos en los años noventa un autogobierno limitado en parte del territorio. “A mi juicio, esto también acabará en lágrimas”, agregó.

En los casi dos años que dura la invasión, Hamás se ha visto diezmada por una ofensiva que una comisión independiente de la ONU acaba de definir como genocidio. También ha perdido el apoyo de sus principales aliados regionales, golpeados igualmente por ataques israelíes.

Sobre todo, el de Hezbolá, en Líbano, casi tan debilitado como Hamás. Su primer ministro, Nawaf Salam, ha dado a la propuesta de Trump un apoyo que habría sido impensable antes de que Israel convirtiese en guerra total (con la explosión en 2024 de los buscas que había encargado el partido-milicia) el conflicto de baja intensidad que mantenía con Hezbolá desde que lanzó un primer proyectil contra Israel, un día después del ataque de Hamás. El partido-milicia carece hoy del poder político interno que tenía entonces. Hamás tampoco puede contar ya con el apoyo de Irán, al que Israel y Estados Unidos bombardearon en junio, y sobre el que pesa de nuevo un severo régimen de sanciones internacionales desde el pasado sábado.

Incluso la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que preside Mahmud Abbas en la ciudad cisjordana de Ramala, ha aplaudido el plan y los “esfuerzos sinceros y decididos” de Trump por la paz. Y eso que el texto plantea una auténtica carrera de obstáculos antes de que la ANP pudiese retomar el control de Gaza, que le corresponde legalmente, y que Netanyahu ironizó ante la prensa este lunes con que es tan capaz de reformarse como un leopardo de perder sus manchas. Mencionó expresamente cambios que debe hacer la ANP antes de que pudiera tener un rol en la Franja. Entre ellos, renunciar a llevar a Israel ante los tribunales internacionales, acabar con la “incitación” contra su país en los medios de comunicación y reconocer a Israel como Estado judío.

La “mayor parte de Gaza”

Con Hamás acorralado y solo, el primer ministro israelí ha comenzado ya a revisar a la baja ―o incluso desmentir― lo estipulado en la propuesta de Trump, incluidas algunas promesas que recoge. Ha asegurado, por ejemplo, que su ejército permanecerá en “la mayor parte” de la Franja, pese a que el mapa del plan las acaba constriñendo a una franja perimetral. El lunes, en la comparecencia ante la prensa en Washington, Netanyahu ya había descrito como “retirada modesta” el repliegue gradual y de contornos imprecisos que plantea el proyecto.

Netanyahu también ha reiterado que no habrá jamás un Estado palestino. “Por supuesto que no, eso ni siquiera está escrito en el acuerdo”, ha zanjado. Aunque lleno de condicionales y solo enunciado como posibilidad, el documento sí habla de “un camino creíble hacia la autodeterminación palestina y la condición de Estado, que reconocemos como la aspiración del pueblo palestino”.

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