La polémica figura de Tony Blair resucita en los planes de Trump para reconstruir Gaza
El político británico se ha reunido varias veces con el presidente de EE UU, que impulsa un gobierno de transición palestino supervisado por una autoridad internacional


A finales del pasado mayo, el Instituto Tony Blair (TBI, en sus siglas en inglés), un poderoso centro de pensamiento que funciona también como consultora internacional y dirige el ex primer ministro británico que le da nombre, publicó una encuesta que casi pasó desapercibida. TBI había encargado a la empresa demoscópica Zogby Research Services que preguntara a los palestinos qué futuro deseaban. Un total de 1.435 de ellos participaron en el trabajo de campo; 426 en Gaza, 759 en Cisjordania y 250 en Jerusalén Este. Los resultados desmontaron muchos prejuicios.
Apenas un 4% de los palestinos deseaban que Hamás siguiera gobernando la franja de Gaza. Nueve de cada diez gazatíes culpaban a esa organización de su situación actual. Para un posible gobierno autónomo en Gaza, un 35% quería devolver el poder a la Autoridad Palestina y a su actual presidente, Mahmud Abbas. Un 27% prefería que tomara las riendas una coalición internacional de transición.
Y de nuevo ha resucitado en la región la recurrente figura de Tony Blair, que desempeñó de 2007 a 2015 el papel de enviado especial para Oriente Próximo del Cuarteto (el grupo compuesto por la ONU, la UE, Estados Unidos y Rusia). Su tarea nunca produjo resultados concretos, pero sí serias dudas en los críticos del ex primer ministro, que sospechaban que había utilizado el puesto para promover sus propios intereses.
En las últimas semanas, según han revelado varios medios británicos, Blair ha discutido personalmente con el presidente estadounidense, Donald Trump, la propuesta de Washington para lograr un alto el fuego en Gaza, que incluiría la idea de un gobierno de transición palestino supervisado por una autoridad internacional.
Blair tiene una estrecha relación con el yerno de Trump, Jared Kushner, que además de sus negocios inmobiliarios ha realizado tareas de mediación para el presidente republicano en Oriente Próximo. A él se atribuye parte del logro de los Acuerdos de Abraham, que normalizaron la relación de Israel con países árabes como Emiratos Árabes Unidos o Baréin en el primer mandato de Trump. Kushner, como su suegro, también tiene intereses en el negocio de la construcción y la promoción inmobiliaria.
Blair y Kushner se reunieron con el presidente a finales de agosto para exponerle un plan post-Gaza que llevaban tiempo trabajando. Se trataba de reconstruir una región devastada por la ofensiva israelí y de comenzar a diseñar un nuevo gobierno que descartara la participación de Hamás. Cuando poco después el presidente estadounidense lanzó la idea de una nueva Riviera en Gaza, que supondría el desplazamiento de más de dos millones de gazatíes y la conversión de la Franja en un nuevo Las Vegas al más puro estilo Trump, provocó escándalo y rechazo internacional.
El Instituto Tony Blair se desmarcó de inmediato de una propuesta que tenía todas las señales de un genocidio de libro. Pero el ex primer ministro, que nunca ha querido renunciar a desplegar su influencia tanto en la política doméstica británica como en el escenario internacional, siguió impulsando y patrocinando ante la Casa Blanca sus propios planes para Gaza.
El diario Financial Times sugiere, citando a fuentes que conocen los detalles del proyecto en que trabaja Washington, que Blair supuestamente ha solicitado formar parte del futuro comité internacional de supervisión. Una de esas fuentes ha indicado incluso que se ha propuesto al ex primer ministro británico que presida la llamada Autoridad Transicional Internacional de Gaza. Fuentes del TBI han decidido, en nombre de Blair, no realizar comentario alguno respecto a estas informaciones.
Trump ha querido contar con la participación de los países árabes en el diseño de un plan futuro para Gaza, y ha admitido en parte sus reticencias a que cualquier futuro gobierno sea solo de naturaleza internacional, por el efecto deslegitimador que tendría sobre la propia causa palestina. Por eso, las ideas propuestas incluirían, según diversas fuentes, un comité palestino supervisado por una autoridad internacional.
La participación de Blair corre el riesgo de volver a agitar las revueltas aguas de la izquierda británica, que nunca perdonó al político su impopular apoyo a la invasión de Irak lanzada por el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Esa misma izquierda es la que hoy critica con dureza a Starmer su tibieza inicial en la respuesta a la tragedia de Gaza y su seguidismo indisimulado de Trump y sus políticas. La historia se repite, y resurge un ex primer ministro a quien se acusó precisamente de lo mismo: de un empeño a contracorriente por preservar la “relación especial” con Washington, a costa de soliviantar a sus propios votantes.
Durante los últimos años, la tarea desplegada por el TBI se ha centrado en desafíos como el cambio climático, la inteligencia artificial o la digitalización de los sistemas de identificación ciudadana. La institución se ha asociado a las organizaciones filantrópicas de gigantes tecnológicos como la Fundación Larry Ellison (el creador del gigante Oracle) o la Fundación Bill & Melinda Gates, para lanzar propuestas políticas provocadoras, pero interesantes, que han tenido la atención del Gobierno de Starmer. Recientemente, Blair propuso un cambio de discurso en la lucha contra el cambio climático, para abandonar el tono catastrofista, y recuperar la energía nuclear como complemento indispensable de las renovables. Poco después, Downing Street anunciaba una inversión multimillonaria en nuevas centrales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
