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Orbán sigue el ejemplo de Trump al pretender declarar el movimiento Antifa “organización terrorista”

El primer ministro húngaro tiene en el punto de mira a la activista antifascista Ilaria Salis, a la que quiere despojar de su inmunidad como eurodiputada

Donald Trump y Viktor Orbán
Gloria Rodríguez-Pina

El primer ministro húngaro, el ultraconservador Viktor Orbán, ha celebrado la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de designar como “organización terrorista” al movimiento Antifa, y ha anunciado que seguirá su “ejemplo” y hará lo mismo en Hungría. “Antifa es una organización terrorista. Golpearon a personas pacíficas en Hungría y luego fueron al Parlamento Europeo para darnos lecciones sobre el Estado de derecho. Es hora de que Hungría siga el ejemplo de Estados Unidos y los declare terroristas”, ha afirmado en su habitual entrevista semanal de los viernes. “Aplaudimos al presidente Donald Trump por tomar la iniciativa y llamarlos por lo que son: terroristas”, ha añadido. En la conversación ha aprovechado también para cargar contra el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, con el que se ha enganchado esta semana en una confrontación abierta en X.

Trump, modelo y aliado de Orbán, anunció su decisión este miércoles, una semana después del asesinato del líder juvenil MAGA Charlie Kirk, del que culpa a la extrema izquierda. “Antifa” sirve para definir un movimiento amplio de ideología de izquierdas, antifascista, que carece de líder o de estructura, por lo que en el caso estadounidense, igual que en el húngaro, no está claro contra qué organizaciones tienen pensado actuar ni cómo.

Orbán, sin embargo, tiene en el punto de mira a una persona en concreto. Al afirmar: “Golpearon a personas pacíficas en Hungría y luego fueron al Parlamento Europeo”, se refiere, sin nombrarla, a la activista italiana Ilaria Salis, ahora eurodiputada. Para despejar toda duda, Zoltán Kovács, portavoz internacional del Gobierno húngaro, la ha mencionado directamente en un mensaje de la red social X, acompañando su mensaje con un vídeo con la intervención de Orbán y su anuncio.

Salis, de 41 años, fue acusada en 2023 de agredir a tres participantes de una marcha neonazi en Hungría y fue enviada a prisión preventiva en una cárcel de máxima seguridad, una decisión que causó gran rechazo y revuelo mediático en Italia. Su aparición ante un tribunal en Budapest, encadenada de pies y manos, generó tensiones incluso con el Gobierno de la ultra Giorgia Meloni, aliada natural de Orbán en Europa.

En junio de 2024, la maestra italiana —que negó las acusaciones— estaba ya en arresto domiciliario tras las protestas del Ejecutivo italiano, cuando logró un escaño en las elecciones al Parlamento Europeo. Como eurodiputada obtuvo inmunidad y Hungría tuvo que dejarla en libertad.

El Gobierno húngaro pidió formalmente a la Eurocámara en octubre de 2024 levantar la inmunidad de Salis. Como ha explicado ella misma en su cuenta en X, el próximo martes la comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo debatirá la petición de Orbán, que podría votarse el 7 de octubre en el pleno de Estrasburgo. “Espero sinceramente que el Parlamento decida no ceder ante el autoritarismo ni ante los nuevos nacionalismos agresivos del estilo de Orbán, y que defienda la democracia y el Estado de derecho”, ha confiado.

Disputa con Suecia

“El primer ministro sueco lleva tiempo atacando a Hungría con sus declaraciones. En general, los suecos son gente agradable, con muchos héroes, mujeres guapas, música, etc. Pero, en realidad, la política sueca es extremadamente agresiva y condescendiente”, ha dicho Orbán también en su entrevista radiofónica este viernes. El primer ministro ultra ha pintado al país nórdico como un lugar peligroso y violento, donde “se utiliza a niñas menores de edad para cometer delitos violentos, algunos de los cuales terminan en asesinato”. “El Gobierno sueco y el primer ministro dan lecciones a Hungría sobre el Estado de derecho cuando no pueden garantizar la seguridad de sus propios ciudadanos”, ha afirmado.

Orbán lleva tiempo pintando una imagen de decadencia del mundo occidental teñido por la violencia, que atribuye a los migrantes. En su guerra contra la inmigración de origen musulmán y contra los valores europeos, que considera de izquierdas, ha aprovechado el caso sueco, modelo tradicional del Estado del bienestar que ha visto en los últimos un aumento del crimen organizado. El lunes ya empezó compartiendo mensajes en los mismos términos que en la conversación de este viernes, y desde entonces, ha dedicado buena parte de su actividad en redes a cargar contra su homólogo sueco, Kristersson, del partido Moderado (centroderecha).

“Son mentiras escandalosas. No es de extrañar viniendo del hombre que está desmantelando el Estado de derecho en su propio país”, respondió el político sueco a los primeros envites de Orbán. El miércoles, en una carta más extensa, sugirió que el líder húngaro está nervioso porque tiene elecciones el año que viene y ve posibilidades reales de perder el poder. También le recordó la solidaridad de Suecia con Hungría en su lucha contra la opresión soviética y mostró su extrañeza porque el dirigente se reúna ahora “con el líder del mismo país que aplastó la lucha por la libertad de sus compatriotas en 1956 y que hoy ataca a su país vecino, Ucrania”, en referencia a Vladímir Putin, que cuenta con Orbán como aliado en Europa.

“Hungría y Occidente no se fortalecen cerrando las puertas a sus amigos europeos o atacándose entre sí y a aquello que realmente nos separa de la barbarie: la democracia y el Estado de derecho”, le replicó también Kristersson.

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