Bayrou se reúne este martes con Le Pen para intentar salvar el Gobierno de Francia
El primer ministro recibe a la líder de ultraderecha y el jueves, a los socialistas, para recabar apoyos en la moción de confianza del próximo lunes


Seis días. Es la esperanza de vida exacta que todo el país otorga a François Bayrou como primer ministro de Francia. Pasado ese tiempo, si no logra lo que hoy parece imposible, o sea, recibir el apoyo del Partido Socialista (PS) en la moción de confianza que él mismo convocó para el próximo lunes, se convertirá en el cuarto primer ministro en caer durante la segunda legislatura del presidente de la República, Emmanuel Macron (y el tercero en poco más de un año). Su salida significaría, como mínimo, volver a nombrar a un jefe de Gobierno y otro Ejecutivo en Francia. Una inestabilidad ni siquiera al alcance de países como Italia y un trasiego insoportable para el funcionamiento del país, que necesita aprobar urgentemente unos presupuestos que frenen la hemorragia de deuda y afronten cuestiones vitales como la educación o la sanidad.
El primer ministro, que lleva solo ocho meses en el cargo —una eternidad comparado con los tres de su predecesor, Michel Barnier— se reúne esta semana con todos los partidos políticos, a excepción de La Francia Insumisa (LFI), que ha declinado la invitación. Las citas clave se producirán este martes, con el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, y el jueves, con los socialistas de Olivier Faure. Estos últimos son quienes, a priori, tienen la llave de la continuidad de Bayrou en el Palacio de Matignon. Pero el primer ministro intentará jugar a dos bandas para evitar su caída. De hecho, anticipando la visita de la ultraderecha, ya anunció que está “de acuerdo” en “examinar” posibles “ventajas” indebidas de los extranjeros, “de las que los franceses no se beneficiarían”. La misma apertura mostró sobre la contribución de Francia a la Unión Europea, que el RN le pide limitar.
La reunión de este martes con Le Pen y el presidente del partido, Jordan Bardella, será clave para saber el margen que tiene el jueves con los socialistas. “La cuestión no es el destino del primer ministro, sino el destino de Francia”, lanzó en tono grave Bayrou en una entrevista televisada. “Los días que vienen son cruciales. Si ganamos, el horizonte se abre”, insistió. El primer ministro se citó este lunes con el secretario del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel.
Bayrou está listo para hacer concesiones en el plan de recortes de 44.000 millones de euros que propuso antes del verano. En lo que haga falta, por la sensación que da en las últimas horas. Incluso en evitar suprimir uno de los dos días de fiesta del calendario que había propuesto para aumentar la producción. El problema es que la negociación parte desde muy abajo. “Bayrou está haciendo una especie de gira para despedirse”, ironizó Faure, el secretario del PS, horas más tarde de que el primer ministro realizara una desesperada entrevista con cuatro canales de televisión simultáneamente. Un ejercicio mediático más propio de un presidente de la República que del jefe del Ejecutivo.
Los socialistas tienen su propia agenda, y no coincide con la de la mayoría que sustenta al Gobierno. El sábado presentaron un plan de recortes de 21.700 millones de euros para el próximo año, es decir, la mitad de lo que busca el primer ministro. Estas propuestas “significan que no se hace nada” para reducir la deuda, señaló Bayrou, aunque se declaró abierto a aumentar los impuestos a a las grandes fortunas, como reclama la izquierda.
El jefe del Estado garantiza que apoya los esfuerzos de Bayrou y su estrategia —parecida, por otro lado, a la que utilizó él mismo el año pasado— pero también comienza a poner paños calientes advirtiendo de que no sería “un drama” su caída. Pero para gran parte de la oposición, el problema es el propio jefe del Estado. Los lepenistas reclaman, al igual que La Francia Insumisa, la dimisión de Macron. Los socialistas, en cambio, reivindican dirigir el gobierno del país, junto al resto de la izquierda, ya que esa fue la decisión de los electores hace un año. “La decisión que hemos tomado es irrevocable y por lo tanto no hay ningún suspense”, insistió Faure.
Impaciencia financiera
Los empresarios y los principales sectores económicos de Francia empiezan a impacientarse. Patrick Martin, presidente de Medef (la patronal de empresarios), advirtió el lunes de un verdadero “riesgo de recesión” en Francia, y añadió que el país ya se encontraba “en una situación muy precaria”. “Las carteras de pedidos se están secando, los aranceles [pesan sobre la confianza] y una vez más añadimos un riesgo francés”, dijo a un grupo de periodistas en una conferencia empresarial. “Esto indudablemente plantea un nuevo riesgo para el crecimiento”, concluyó.
Los rumores de una posible intervención del Fondo Monetario Internacional se dispararon la semana pasada, cuando la crisis política sacudió a los mercados financieros, elevando la rentabilidad del bono francés de referencia a 10 años por encima del 3,5%, cerca de un máximo desde la crisis de la deuda de la eurozona. La presidenta del Banco Central Europeo (BCE) y exministra de Economía (2007-2011), Christine Lagarde, evitó pronunciarse sobre ese extremo. Pero advirtió el lunes en Radio Classique de que “todos los riesgos de caída de gobierno en todos los países de la zona euro son preocupantes”. “Lo que he podido observar en estos seis años [al frente del BCE] es que los acontecimientos políticos, la aparición de riesgos políticos, tienen un impacto evidente en la economía, en la valoración que hacen los mercados financieros de los riesgos del país y, en consecuencia, son motivo de preocupación para nosotros”.
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