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Trump recibe a Bukele en la Casa Blanca en plena polémica por el salvadoreño deportado erróneamente

El presidente de Estados Unidos agradece al líder centroamericano su “generosidad” al encarcelar a centenares de migrantes expulsados por Washington contra el criterio de un juez

El presidente Donald Trump se reúne con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Iker Seisdedos

El sábado fue un día valle en la frenética montaña rusa de la presidencia de Donald Trump. Se dedicó a dos de sus pasatiempos favoritos: jugar al golf en Palm Beach, donde está su mansión de Mar-a-Lago, e ir a ver una pelea de artes marciales mixtas con los amigos, Elon Musk, Robert F. Kennedy Jr. o el dueño del campeonato de lucha UFC, Dana White, entre otros. También comentó con cierta desgana a bordo del avión presidencial Air Force One algunos de los asuntos candentes (aranceles, las negociaciones con Irán y Rusia y Ucrania...) y asomó por su red social, Truth, solo una vez, cosa rara, para exclamar: “¡Espero ver al presidente Bukele, de El Salvador, el lunes!”.

Nayib Bukele empezará su semana con su primera visita oficial a Washington. A la luz del post de Trump, puede estar tranquilo con el ambiente que le aguarda en la Casa Blanca (que llega a ser muy hostil en estos tiempos, como sabe bien el ucranio Volodímir Zelenski). Bukele aterriza en Estados Unidos en mitad del tira y afloja entre los jueces y la Administración de Trump por la suerte de Kilmar Armando Abrego García, un residente en Maryland, cerca de Washington, que fue deportado por error a El Salvador en el vuelo con el que las Administración de Trump envió a más de 250 hombres, supuestamente migrantes delincuentes, para que el país centroamericano los procesara y encarcelara en la macrocárcel conocida como Centro de confinamiento del terrorismo (Cecot), una de las prisiones más temibles del continente. No está claro si la situación de Abrego García figurará en el orden del día de la visita.

El jueves, el Supremo estadounidense ordenó a la Administración de Trump que “facilitara” la vuelta de ese trabajador de la construcción de 29 años, que llevaba 14 en el país y tiene a su cargo tres hijos. El alto tribunal no dio por buenas las excusas de que Estados Unidos, que admitió “un error administrativo” en la deportación, no tenía modo de traerlo de regreso.

Donald Trump en espera de la llegada de Benjamin Netanyahu a la Casa Blanca, el lunes pasado.

Este sábado, y ante la insistencia de la jueza de Maryland encargada del caso, Paula Xinis, que exigió un informe diario sobre la evolución del asunto, las autoridades estadounidenses enviaron una comunicación a la magistrada en la que aseguran que Abrego García está “vivo y seguro” en la cárcel en la que está “detenido de conformidad con la autoridad doméstica soberana de El Salvador”. Las comillas son de Michael G. Kozak, funcionario en la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, que es como en Washington se refieren al continente americano, del Departamento de Estado, que citó a la Embajada de Estados Unidos en San Salvador como fuente.

Jennifer Vásquez (derecha), la esposa de Kilmer Ábrego García, el migrante salvadoreño enviado por error a la cárcel de máxima seguridad de El Salvador por la Administración de Donald Trump, en una rueda de prensa este miércoles, en Washington.

La idea de El Salvador como una “nación soberana” también figura en el resto del mensaje posteado por Trump este sábado para dar la bienvenida a Bukele. “Nuestras naciones están trabajando estrechamente para erradicar organizaciones terroristas y construir un futuro de prosperidad”, escribió e mandatario republicano. “El presidente Bukele ha aceptado con generosidad la custodia de algunos de los enemigos extranjeros más violentos del mundo y, en particular, de Estados Unidos. Estos bárbaros ahora están bajo el control de El Salvador, una nación orgullosa y soberana, y su futuro depende del presidente B y de su gobierno. ¡Nunca más amenazarán ni amenazarán a nuestros ciudadanos!”.

Bukele aterrizó el sábado en la base conjunta Andrews, en, precisamente, Maryland, donde lo esperaba un equipo que filmó cómo el avión tomo tierra, y el presidente, de 43 años, era recibido. Después, posteó ese video editado en su cuenta de X con tres emojis: una bandera de Estados Unidos, otra de El Salvador y el del apretón de manos.

Nayib Bukele en San Salvador, en marzo.

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo en su conferencia de prensa del viernes que Trump y Bukele “discutirán el acuerdo con El Salvador sobre el uso de su prisión de máxima seguridad para [encarcelar a los miembros de la banda criminal venezolana] Tren de Aragua y de [la Mara salvatrucha salvadoreña] MS-13″. También, acerca de cómo “la cooperación de El Salvador con Estados Unidos se ha convertido en un modelo para que otros trabajen con esta administración”.

A cambio de ese servicio prestado, el Gobierno de Bukele recibe seis millones de dólares, una cantidad “muy baja para Estados Unidos, pero muy alta” para El Salvador. El país centroamericano acabó entre los mejor parados en el reparto de aranceles “recíprocos” de Trump con solo una tasa del 10%. Ademas, el Departamento de Estado ha rebajado la advertencia a sus ciudadanos sobre la conveniencia de viajar a El Salvador a su nivel de alerta más bajo. degradó su aviso de viaje en El Salvador al nivel más bajo. Bukele celebró el cambio, que comparó a recibir la “estrella de oro de viaje del Departamento de Estado”.

Esos favores son fruto también de un sostenido afán del presidente salvadoreño por convertirse en un favorito del movimiento MAGA (siglas del lema trumpista Make America Great Again).

Se trata de un perfil que abona su popularidad en El Salvador y que también cosecha simpatías entre los sectores conservadores de Latinoamérica, mientras arrecian las críticas por la deriva autoritaria de alguien que se definió en su cuenta de Twitter como “el dictador más cool del mundo mundial” para defenderse con sarcasmo de esos reproches.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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