Ir al contenido
_
_
_
_

Vuelve el infanticidio a Gaza

Los intensos bombardeos israelíes de las últimas dos semanas dejan numerosos cadáveres infantiles. Un menor muere cada 45 minutos por la invasión desde hace año y medio

Una niña palestina entre los escombros de unas viviendas destruidas por los bombardeos israelíes, en Deir al Balah, en el centro de Gaza, este martes.Foto: Ramadan Abed (REUTERS) | Vídeo: EPV
Antonio Pita

Las 27 primeras páginas del último listado de víctimas mortales de la invasión israelí de Gaza, publicada este lunes, tienen un mismo número a la derecha: cero. Es la edad (menos de un año) que tenían los 876 bebés muertos, de los que incluye su nombre completo, documento de identidad, fecha de nacimiento y género. Las siguientes casi 1.500 páginas contienen otros más de 50.000 nombres de muertos en el enclave palestino causados por Israel en el último año y medio, al responder al ataque sorpresa masivo de Hamás con bombardeos sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Los primeros 15.613 son menores de edad.

Uno cada 45 minutos, en unos bombardeos que Israel describe como “precisos” y con el “máximo esfuerzo por evitar dañar a civiles”. Como señaló el máximo responsable de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, solo en los primeros cuatro meses de guerra en Gaza perdieron la vida más niños que en el resto de guerras del mundo en cuatro años.

Las últimas dos semanas han devuelto al foco el infanticidio en Gaza, después del relativo respiro de dos meses de tregua, con la muerte de 322 niños entre el 18 y el 25 de marzo, según las autoridades de la Franja. La ruptura israelí del alto el fuego, con una intensa oleada de bombardeos, ha traído de nuevo imágenes de padres llorando sobre los cadáveres de sus hijos y hasta de gazatíes juntando en una bolsa los pedazos de cuerpos de menores. El día del fin de la tregua fue el más letal en todo un año para los niños en el enclave palestino. Lo señaló la agencia de la ONU para la infancia (Unicef) cuando el balance superaba 130. Acabaron llegando a 183 en 36 horas. Es decir, el 42% de los cadáveres. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, subrayaba mientras que la diana de los bombardeos eran únicamente “terroristas” y culpaba a Hamás de “cualquier víctima civil”.

Una mujer sujeta el cadáver de su sobrina de dos años, muerta en un bombardeo israelí, en Gaza capital, este domingo.

El autor del listado con las identidades es el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás, que controla Gaza desde 2007, y única fuente oficial al respecto. Las Fuerzas Armadas de Israel —que no ofrecen una cifra alternativa e impiden desde el principio de la guerra la entrada libre a la prensa extranjera— acusan al Ministerio de “supeditación a la agenda” del movimiento islamista y de presentar datos “repletos de inconsistencias y falsas constataciones”. Pocos más sostienen esta alegación. Las distintas agencias de Naciones Unidas, el Comité Internacional de la Cruz Roja o el Ministerio de Sanidad de la Autoridad Nacional Palestina en Ramala (enfrentada con Hamás) usan las cifras en sus informes. Tras las anteriores ofensivas israelíes en Gaza ya con Hamás en el poder (2008, 2012, 2014, 2021), el balance que proporcionó el Ministerio y al que acabó llegando Naciones Unidas en sus investigaciones posteriores apenas difieren de un 2% a un 4%. La actual cifra de más de 50.000 muertos solo refleja, además, una realidad parcial, porque se calculan en miles los cadáveres aún bajo los escombros.

El nombre más conocido en la lista es Hind Rajab, la niña palestina de seis años cuya historia conmovió al mundo en enero de 2024. La Media Luna Roja Palestina difundió la conversación telefónica que mantuvo desde el coche con el que su familia había seguido la orden del ejército israelí de abandonar la zona. Rajab rogaba que alguien fuese a buscarla (“De verdad, tengo miedo. ¡Venid”, decía), rodeada de los cadáveres de sus familiares y con un tanque israelí enfrente. Pero la Media Luna no podía más que intentar tranquilizarla y ganar tiempo, a la espera de la luz verde de las autoridades militares de Israel. Cuando la recibió, horas más tarde, despachó una ambulancia. El tanque abrió fuego sobre ella al llegar y mató a los dos enfermeros. El coche de la familia de Rajab acabó con 335 agujeros de bala, según el análisis del grupo de investigadores Forensic Architecture, con sede en un centro de estudios de la Universidad de Londres. La última ráfaga, de 64 balas en seis segundos, que mató a la niña fue disparada a entre 13 y 23 metros de distancia.

Muere niña Gaza

Hind se convirtió en símbolo, igual que lo fueron los hermanos Bibas en Israel, tomados con vida como rehenes en Gaza el ataque del 7 de octubre de 2023 y devueltos el mes pasado en ataúdes (Hamás dice que murieron en uno de los bombardeos; Israel, que asesinados por sus captores, ambos sin presentar pruebas).

Pero desde entonces ha habido muchos miles más de Hind. Como Omar Mohammed al Jamasi. Su tío, Rami Abdu, ha difundido una foto del testamento que dejó escrito a mano en un trozo de papel, antes de morir en los bombardeos con los que Israel rompió el alto el fuego. “Le debo 12 séqueles (unos tres euros) a un chico llamado Abdul Karim Al Nairab. Abdul Karim vive en la calle Abu Nafidh. Los quiero, amigos míos, y espero que no dejen de rezar y que sigan leyendo el Corán y buscando el perdón”, rezaba el texto. Lo encontró entre los escombros el padre de Abdu, presidente del Monitor Euromediterráneo de Derechos Humanos. También perdió la vida la pequeña Siwar, grabada por su familia apenas una semana antes (aún en tiempos de tregua) ensayando el saludo que diría al entrar en su primer día en la guardería.

Zona humanitaria

Son incontables en los últimos días los vídeos de niños muertos, en hospitales o dentro de bolsas, difundidos por los medios con presencia en Gaza. En parte, porque Israel bombardeó refugios y zonas de tiendas de campaña, entre ellos Al Mawasi, la que había definido como “segura” y “humanitaria” al principio de la guerra y a la que ordenó desplazarse a cientos de miles de personas. Ya la había atacado en anteriores ocasiones.

En Al Mawasi murió con un año de edad Mohammed Abu Hilal. En un vídeo se ve a su padre Alaa hablarle como si estuviese vivo, hasta que dejar de estar en negación y rompe a llorar. “Subiste [al cielo] con mamá. Allí tendrás tus juguetes. Vas a estar mucho mejor allá”, le decía, cogiéndolo en brazos.

Alaa explicó luego a la prensa local que Mohamed era su único hijo, porque no se casó hasta 2023, y que su mujer Afnan murió embarazada de siete meses del segundo, en el mismo bombardeo contra su tienda de campaña, el pasado día 19. Él fue con su madre al más peligroso norte y pensó que la madre y el niño estarían seguros en Al Mawasi. Un vídeo anterior muestra al bebé cogiendo algodón de azúcar de la mano de Alaa dentro de la tienda de campaña. “Dios me bendijo con él y ahora lo llama a su lado”, aseguraba el padre buscando consuelo ante el cadáver.

Mohamed es uno de los 4.110 palestinos muertos que tenía entre uno y cinco años, según los datos del Ministerio de Sanidad. Otros 5.745, entre 6 y 12 años. 274 gazatíes han tanto nacido como muerto durante el año y medio de guerra.

Niños sobre los escombros de una casa, en Jan Yunis, en el sur de Gaza, este sábado.

En la jornada en la que pulverizó unilateralmente la tregua, Israel bombardeó también otras dos zonas de tiendas de campaña —en Deir al Balah y Tel al Sultan— y dos escuelas que albergaban desplazados. Chiara Lodi, coordinadora médica de Médicos sin Fronteras en la Franja, recuerda cómo llegaban al hospital “bolsas para los cadáveres adultos solo medio llenas” y “niños traídos por gente que no estaba en el lugar del bombardeo”. “No eran sus padres, porque habían muerto o porque no los encontraban”, asegura por teléfono desde Gaza. Un cirujano británico voluntario en el Hospital Naser de Jan Yunis, Sakib Rokadiya, lo describía así a la agencia Associated Press: “Era un niño tras otro, un paciente tras otro”.

Jan Yunis, en el sur de Gaza, es el hogar de la familia Abu Daqqa, cuyo caso ha dado la vuelta al mundo por una foto de tiempos mejores que destila cotidianeidad. Se ve a siete hermanos sentados, bebiendo a la vez un refresco con una pajita. Todos menos los dos de la derecha, Amir y Zain, murieron aquel día. También lo hicieron otros tres que no aparecen en la imagen.

Fragilidad

Rachael Cummings es la directora humanitaria y líder del equipo de la ONG Save the Children en Gaza, donde lleva desde febrero de 2024, así que ha visto de primera mano tanto el impacto en los niños de los bombardeos constantes, como el respiro del alto el fuego y, ahora, el regreso a la casilla de salida. Cummings señala por teléfono que el alto número de víctimas infantiles es lógico en bombardeos sobre “espacios superpoblados donde los niños carecen de un entorno protector”. Se trata de tiendas de campada apelotonadas, escuelas o iglesias convertidas en refugios, apartamentos a los que les falta el muro exterior... Los niños son siempre el eslabón más débil, con menos sangre en el cuerpo y más fragilidad corporal ante un bombardeo. Como Eileen Faraj Abu Zouz, una bebé gazatí grabada mientras los enfermeros de un hospital de la capital trataban de sacarle un trozo de metralla que se le había quedado metido en el pecho. La aviación acababa de bombardear su edificio familiar en el barrio de Zeitún.

Esa debilidad física ante las bombas lo es también hacia las condiciones que Israel ha generado en Gaza, que lleva casi un mes sin entrada de ayuda humanitaria, en el bloqueo más largo de la guerra. La directora humanitaria de Save the Children habla de la peligrosa “combinación” de malnutrición (por la decisión del Gobierno de Benjamín Netanyahu de usar el hambre como arma de guerra) y “enfermedades a menudo prevenibles”. “Hay miles de niños desnutridos. Y si tienen diarrea o neumonía, pero no reciben un tratamiento urgente, inmediato y adecuado, pueden morir rápidamente”, lamenta.

Desplazados palestinos, a su llegada a Jan Yunis huyendo de Rafah ante la reanudación de los bombardeos israelíes, este lunes.

El clima está mejorando estos días en la zona, pero el frío y la lluvia se cobraron en dos semanas de febrero las vidas de seis bebés, por hipotermia. Imperaba aún el alto el fuego, pero Israel incumplía el compromiso que firmó de permitir el ingreso de decenas de miles de caravanas para alojar temporalmente a quienes han perdido su vivienda. En Gaza, la mayoría de casas están dañadas o destrozadas, según datos de la ONU.

Los muertos son la cara m ás cruda, pero la invasión está dejando también un tsunami de menores heridos cuyas consecuencias se sentirán durante décadas. Unicef calcula que entre 3.000 y 4.000 de ellos tiene al menos un miembro amputado. En ocasiones, sin ni siquiera anestesia, por la falta de material y suministros médicos. Gaza tiene el mayor número de niños amputados per cápita del mundo, recordó el pasado diciembre el jefe de la UNRWA.

Rosalia Bollen, portavoz de Unicef en Gaza, pone el foco también en la salud mental. “Los niños están en un estado permanente de miedo profundo y estrés tóxico”, explica desde allí por teléfono. Lo vincula en parte a que han acabado “constatando que ningún lugar es seguro”. Su temor es visible en los vídeos grabados con teléfonos móviles en el último año y medio. Ante las explosiones, el paso de los cazas o el zumbido cada vez más cercano de un dron, que han aprendido a distinguir. “Suelen aterrorizarse y empezar a llamar a su madre”, relata Bollen. “Entre aquellos niños con los que he hablado, también he visto mucho miedo a que mueran sus padres”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_