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De los lobos solitarios al yihadismo en familia: la sombra de los grupos armados del Sahel se proyecta sobre Marruecos

Los servicios de seguridad dan la alerta tras la detención de dos células vinculadas al Estado Islámico listas para cometer atentados contra objetivos extranjeros

Sede de la Oficina Central de Investigación Judicial
Sede de la Oficina Central de Investigación Judicial (órgano antiterrorista) durante una rueda de prensa celebrada el 17 de marzo de 2023 en Rabat.Mohamed Siali (EFE)
Juan Carlos Sanz

La poderosa Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST), los servicios de inteligencia internos de Marruecos, se ha visto sorprendida por la emergencia del fenómeno del adoctrinamiento yihadista en el seno de las familias, que rompe con el modelo del lobo solitario captado a través de internet. La detención, a finales de enero, de un grupo integrado por tres hermanos y un cuarto miembro captados desde el Sahel por un grupo armado vinculado al Estado Islámico hizo sonar las alarmas ante una amenaza real. Tres semanas después, la alerta se ha redoblado por la redada en la que han sido arrestados este miércoles 12 integrantes de una célula yihadista que tenía el mismo objetivo: atentar con explosivos contra centros oficiales y lugares frecuentados por extranjeros.

“El asentamiento de la llamada Célula de los Tres Hermanos, en la periferia de Casablanca, apunta a que la capital económica era el objetivo potencial de sus ataques”, precisa Ihsan el Hafidi, investigador universitario y experto en asuntos de seguridad, citado por el portal digital Le360. Los detenidos en la última operación se ubicaban también en otras zonas del país, como Tánger, Fez, los suburbios de Rabat o El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental.

La Oficina Central de Investigación Judicial, la unidad antiterrorista dependiente de la DGST, sostiene que los detenidos el mes pasado en Had Sualem, al suroeste de Casablanca, se encontraban a punto de cometer atentados con explosivos y armas blancas contra centros oficiales, supermercados y lugares públicos con clientes marroquíes y de otras nacionalidades. La misma unidad policial advierte de que el grupo desarticulado este miércoles preparaba “un plan terrorista de extrema gravedad”, según un comunicado citado por la prensa del país.

Barba afeitada

Su director, Cherkaui Habbub, declaró ante los medios de comunicación que los detenidos en Had Sualem, con edades comprendidas entre los 26 y los 35 años y sin apenas estudios ni trabajo estable, habían “tomado imágenes de objetivos potenciales y elaborado croquis con vías de acceso y evacuación” de los objetivos de sus atentados. También habían grabado un mensaje para atribuirse los ataques en nombre del Estado Islámico, aunque se habían afeitado la barba para hacerse pasar por ciudadanos modernos y laicos.

Lo más inquietante, según ha reconocido el propio Habbub, es el recurso a la influencia familiar como vía de radicalización; en este caso, ejercida por el hermano mayor mediante su autoridad moral. Casado y con cinco hijos, mantenía relación directa con un jefe yihadista en el Sahel, que le hacía llegar a través de la web contenidos extremistas, como decapitaciones de rehenes tras juicios sumarísimos. Mediante la nueva estrategia de captación les inducía a distancia a cometer atentados en Marruecos antes de ocultarse junto con sus familias en los campamentos de grupos armados en el Sahel.

Este esquema se repite ahora en la redada en la que han sido arrestados 12 hombres con edades comprendidas entre los 18 y 40 años, organizados en equipos coordinadores, ejecutores y de apoyo logístico y financiero, después de haber rendido pleitesía al Estado Islámico en mensajes grabados. Estaban en contacto con un emir del Estado Islámico en el Sahel responsable de ataques en el extranjero, según el comunicado policial difundido este miércoles, que detalla que habían recibido instrucciones para cometer secuestros y asesinatos, ataques a infraestructuras y objetivos extranjeros en Marruecos.

También se encontraban en poder de bombonas de gas que habían sido rellenadas con clavos y sustancias químicas, y con un sistema electrónico de detonación conectado a teléfonos móviles, y de una olla exprés también repleta de clavos y productos como raticidas. Más de 40 células yihadistas con conexiones en el Sahel han sido desarticuladas en Marruecos desde 2020. Desde 2022, los servicios de seguridad han detectado la salida de 130 radicales islámicos en dirección a países del Sahel tras haber sido captados como yihadistas.

Santuarios ideológicos

Al contrario que las redes conocidas hasta ahora, que reclutaban lobos solitarios entre la población en general, el adoctrinamiento del grupo de Had Sualem se llevaba a cabo dentro de un mismo núcleo familiar, donde el hermano mayor ejercía como emir. Estas células funcionan como “santuarios ideológicos”, según los servicios de seguridad, que consideran muy complicado infiltrarse en ellas desde el exterior. Apenas mantienen comunicaciones telefónicas o a través de internet que puedan ser intervenidas, de acuerdo con fuentes de la lucha antiterrorista citadas por el semanario Tel Quel.

“El terrorismo se ha mudado al entorno familiar, donde es más difícil de detectar y es aún más peligroso”, advierte el escritor Tahar Ben Jelloun, “con el fin de golpear al país, sobre todo en el [pujante] sector del turismo”, destaca en una columna publicada en el digital Le360 el autor de El islam que da miedo.

Marruecos se acaba de situar como primer destino turístico de África por número de visitantes, con 17,4 millones de llegadas en 2024, y se preparara para recibir a más de 21 millones de visitantes con motivo del Mundial de fútbol de 2030, que coorganiza con España y Portugal. El sector económico turístico representa el 7% de su PIB y da empleo a alrededor de dos millones de personas.

Iniciativa Atlántica de Rabat

Marruecos proyecta su influencia política y económica sobre el Sahel. El rey Mohamed VI anunció en 2023 la llamada Iniciativa Atlántica para ofrecer una salida al mar a países como Malí, Burkina Faso, Níger y Chad. El comercio con la región no deja de crecer, pero también conlleva riesgos. Cuatro camioneros marroquíes fueron secuestrados el mes pasado en una carretera que discurre entre Burkina Faso y Níger cuando transportaban material para instalaciones eléctricas. Desde hace cuatro semanas, sus familiares siguen sin tener noticias sobre su paradero en una zona donde permanecen activas en la última década milicias afiliadas a Al Qaeda y el Estado Islámico.

Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (GSIM) o el Grupo por la Unicidad y la Yihad en África del Oeste, entre otras organizaciones yihadistas, buscan expandirse ahora en Marruecos mediante la radicalización en familia y el adoctrinamiento digital. Para ello intentan reclutar militantes entre jóvenes sin formación ni empleo, dispuestos a convertirse en terroristas suicidas mediante un adoctrinamiento acelerado a distancia desde el Sahel. Tras su derrota en Irak y Siria, se han asentado en esa convulsa región africana marcada por la inestabilidad crónica.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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