La difícil búsqueda de un hogar para los mellizos Mila y Majd en el norte de Gaza
La casa de estos niños de 14 meses quedó destruida por un bombardeo poco antes de que nacieran. Sus padres aún no han emprendido el retorno a la espera de encontrar una vivienda de alquiler que puedan pagar
Los mellizos Mila y Majd no son conscientes todavía de la odisea que están protagonizando. A sus 14 meses de vida, cumplidos este lunes, se disponen a emprender un viaje, otro más, en medio de la devastación que ha impuesto la guerra en Gaza. Su madre, Aya, encargada de logística en una ONG, de 34 años, y su padre, Samir, abogado de 39, exploran la manera de regresar al norte del enclave palestino, de donde escaparon en octubre de 2023, al comienzo de la contienda, con el embarazo muy avanzado y su casa ya destruida por un bombardeo. “Espero poder sacarlos adelante y que crezcan fuera de este loco país”, suspira la madre a través de mensajes escritos porque teme que, en cuanto Israel logre recuperar de Gaza a todos los rehenes gracias a la tregua, “empezará de nuevo a matar más gente”.
La posibilidad de regresar a su lugar de origen se ha abierto este lunes con el fin del bloqueo israelí que dividía Gaza en dos partes gracias al alto el fuego en vigor desde hace 10 días y del que pueden beneficiarse cientos de miles de desplazados si la tregua no se rompe. Los hijos de Aya y Samir nunca han estado en esa zona septentrional donde residía la familia antes de la contienda que ha dejado ya más de 47.000 muertos en la Franja, la mayoría mujeres y menores, según datos de las autoridades del gobierno de Hamás que corrobora la ONU.
La niña, Mila (milagro en árabe), y el niño, Majd (gloria), nacieron el 27 de noviembre de 2023 en el Emirates Crescent Hospital en el barrio de Tel al Sultan de Rafah, en el extremo meridional de la Franja. Las enfermeras atendieron el parto lo mejor que pudieron, rememora la madre. Todo pese a que la maternidad, sin apenas suministros y con falta de combustible para alimentar los generadores, se encontraba aquellos días con una ocupación del 176%, según datos de las autoridades sanitarias locales. Una treintena de recién nacidos acababan de ser transferidos a esas instalaciones desde el mayor hospital de Gaza, el Shifa, en Ciudad de Gaza, atacado y ocupado entonces por tropas israelíes.
Pero, cuatro días después de aquel 27 de noviembre, la casa de los familiares que les mantenían acogidos sufrió un bombardeo. Los rostros de los dos mellizos aparecen entre cascotes en las primeras fotos que les habían realizado en el hospital. “Esta es la habitación en la que vivíamos. Resultamos heridos y tuvimos que ser rescatados de entre los escombros. Todo un milagro que sigamos con vida”, añade Aya jugando con el significado del nombre de su hija mientras envía varias fotos con las que ilustra su relato. En una, aparece Mila en el momento de ser evacuada tras el ataque protegida por un arrullo blanco. En otra, Majd es atendido por los médicos de un problema en los pulmones tras respirar polvo de los escombros. Mientras, la vida sigue y otra imagen muestra el primer corte de pelo de la pequeña.
Pero la losa de la incertidumbre es pesada y les mantiene estos días todavía en Deir el Balah, adonde llegaron desde Rafah cuanto esta localidad cayó en manos israelíes. “¿Adónde iremos? Nuestra casa, la casa de mis padres, las casas de mis hermanos, las casas de mis hermanas… se encuentran completamente destruidas”, relata Aya con la idea del complicado alquiler en Ciudad de Gaza rondándole la cabeza. “Mi marido se ha puesto en contacto con algunas personas, pero los precios del alquiler han aumentado. Además, no se ajustan a las nuevas necesidades de amueblar una casa y de condiciones de seguridad que tenemos con los mellizos”, agrega. La foto que facilita de la calle en la que vivían en Ciudad de Gaza, en la que señala el que era su edificio, no es más que un fantasmagórico escenario perfecto para una película de guerra.
“El norte se ha convertido en un espacio lleno de escombros. Un lugar no apto para ser habitado y sin las necesidades más básicas para la vida, sin agua, sin electricidad, sin saneamiento. El medio ambiente en Gaza está totalmente contaminado”, describe la madre de Mila y Majd. “Todo esto me hace reflexionar detenidamente en la decisión de mi esposo de quedarse en Deir el Balah hasta que las cosas mejoren en (Ciudad de) Gaza”, añade refiriéndose al mayor núcleo de población de la Franja y uno de los principales objetivos de las tropas israelíes.
Aya calcula que un piso por el que antes se pagaba una renta de unos 200 euros ahora pueden pedir hasta 1.500. “La guerra ha disparado los precios de forma ilógica”, se queja. En todo caso, la decisión es regresar a la Ciudad de Gaza, a unos 20 kilómetros de Deir el Balah, pese a que la mayoría de los edificios están destruidos, dañados o no tienen acceso a suministros básicos, lo que, como detalla la madre, dificulta enormemente la vida con dos bebés.
“El futuro es difícil, ya que las personas, en mi opinión, se han vuelto vulnerables al cáncer de estómago y colon debido a su dependencia de los alimentos enlatados durante toda la guerra” además de “la destrucción de sectores como la sanidad, la agricultura, el medio ambiente...”, teme la mujer.
Aferrada a la increíble historia de supervivencia de su familia, Aya habla de sus hijos como si fueran un tesoro. Es consciente de la muerte de miles de niños en los últimos 15 meses, bien en ataques directos o por no poder sobrevivir por las dura condiciones impuestas por la contienda y el bloqueo israelí a la entrada de ayuda en Gaza. El Emirates Crescent Hospital fue el último centro que se mantuvo en funcionamiento cuando el ejército israelí ocupó Rafah en mayo del año pasado, pero finalmente tuvo que ser abandonado el día 30 de ese mes. Para entonces, Aya, Samir y los mellizos habían escapado ya hacia el centro de la Franja en una etapa más de un ciclo de huidas que ninguno sabe cuándo acabará.
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