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Reino Unido e Irlanda: ¿sigue siendo Donald Trump el “amigo americano”?

El nuevo presidente siembra dudas económicas y geopolíticas en Londres y Dublín, que siempre apostaron por mantener una relación especial con EE UU

Donald Trump, la reina Isabel II y Melania Trump
Donald Trump, la reina Isabel II y Melania Trump, durante la visita de Estado al Reino Unido de junio de 2019.WPA Pool (GETTY IMAGES)
Rafa de Miguel

Desde el tiempo del primer ministro Winston Churchill, el Reino Unido ha cultivado siempre con mimo, fuera cual fuese el signo político del inquilino de Downing Street, la “relación especial” con Estados Unidos. En el caso de Irlanda, su supervivencia económica ha dependido en gran medida de que las cosas marcharan bien al otro lado del Atlántico. Para Dublín, las decisiones de la Casa Blanca o del Tesoro estadounidense tienen más de política doméstica que internacional. La llegada de Donald Trump, con su carga de imprevisibilidad y disrupción, inquieta a ambos gobiernos.

Los irlandeses temen por el posible fin del maná que durante décadas han proporcionado los impuestos recaudados a las multinacionales estadounidenses que eligieron la isla como su sede social corporativa en la UE. Londres, con un Ejecutivo laborista en las antípodas ideológicas del presidente republicano, y rotas todas las amarras con la UE después de un doloroso y nocivo Brexit, teme quedarse aislado, en tierra de nadie.

“Estados Unidos representa el socio bilateral más importante del Reino Unido en materia de defensa, seguridad y política exterior. Desde la II Guerra Mundial, sucesivos gobiernos británicos han entrelazado sus capacidades de defensa, seguridad e inteligencia con las administraciones estadounidenses”, ha escrito el profesor Richard Whitman, analista del centro de pensamiento UK in a Changing Europe. “Todo esto ha tenido magníficos beneficios para el Reino Unido, pero también ha supuesto admitir limitaciones a su autonomía. Las decisiones políticas, de seguridad y de política exterior de la nueva Administración de Donald Trump tendrán, consecuentemente, un impacto directo en Londres”, concluye Whitman.

El mercado de la UE sigue acaparando más del 50% de las exportaciones e importaciones del Reino Unido. Pero desde un punto de vista individual, país por país, Estados Unidos representa el principal destino de las exportaciones británicas (más de 70.000 millones de euros en bienes, y casi 150.000 millones en servicios).

La amenaza de Trump de incrementar los aranceles sobre los productos de Europa —y de momento la advertencia incluye al Reino Unido— supondría una reducción del 0,7% del PIB británico durante 2025, según un informe del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social. Todo un mazazo para un país con un crecimiento congelado (0,1% durante 2024) y para un Gobierno laborista que ve estos días cómo la deuda pública se dispara y los mercados le dan la espalda.

Paradójicamente, son muchas las voces que resucitan la necesidad urgente de replantear el debate del Brexit, que tanto laboristas como conservadores quisieron encerrar en un cajón. Fuera de la UE hace mucho frío.

Un embajador cuestionado, una isla en disputa

A pesar de los estrechos lazos que la actual embajadora del Reino Unido en Washington, Karen Pierce, había forjado con el entorno de Trump —que sirvieron para montar una cordial cena en Nueva York entre el primer ministro británico, Keir Starmer, y el entonces aún candidato republicano—, el jefe de gobierno laborista ha decidido nombrar un nuevo embajador, y ha elegido a un personaje polémico: Peter Mandelson, exministro de Tony Blair y excomisario de Comercio de la UE, apodado “el príncipe de las tinieblas” por su capacidad de influencia política entre bambalinas.

Aunque el Gobierno de Starmer aún califica de mero rumor la idea de que Trump rechace las credenciales, el próximo febrero, de un político que definió en su día al nuevo presidente estadounidense como alguien “muy cercano a la idea de un hombre blanco nacionalista y racista”, ese miedo está presente. Chris LaCivita, un hombre cercano a Trump y responsable de su campaña electoral, ha definido en las redes sociales a Mandelson como “un cretino absoluto”. La postura del político británico respecto a China, favorable a un acercamiento con Pekín, choca frontalmente con las ideas de la nueva Administración estadounidense.

El nuevo equipo de la Casa Blanca ya ha dejado claro que no respeta los compromisos adoptados por la Administración de Joe Biden. El pasado octubre, el Gobierno de Starmer anunció a bombo y platillo que había cerrado una disputa internacional histórica. El archipiélago de Chagos, en el océano Índico, volvería a formar parte de la nación insular de Mauricio. A cambio de la devolución de la soberanía, tanto Londres como Washington se han asegurado el control, al menos durante 99 años, de la base militar conjunta de la isla Diego García, en la parte sur del archipiélago.

El nuevo responsable estadounidense de Política Exterior, Marco Rubio, ya ha advertido de que considera ese acuerdo “una grave amenaza para la seguridad nacional” de Estados Unidos, al “poner en riesgo la posición militar estadounidense en la región”. Mauricio mantiene vínculos muy sólidos con China e India.

Los impuestos de Irlanda

Irlanda no se entiende sin Estados Unidos. La isla tiene 6,6 millones de habitantes (4,75 en la república, y 1,8 en el territorio británico de Irlanda del Norte). Cerca de 35 millones de estadounidenses reivindican su sangre irlandesa. Es el único país europeo donde existe un control estadounidense de fronteras en su aeropuerto. De ese modo, se puede viajar desde Dublín a Chicago o Kansas City, por ejemplo, como si fuera un vuelo doméstico.

El ventajoso Impuesto de Sociedades (un 12,5%) que Irlanda ha cobrado durante años a las multinacionales tecnológicas ha convertido a Dublín y a Cork en la sede corporativa europea de gigantes como Apple, Meta o Google. Solo en 2024, los ingresos generados para las arcas públicas fueron de 28.000 millones de euros, un 18% más que el año anterior (sin contar el pago atrasado en impuesto al que la justicia europea obligó a Apple, que supuso 14.000 millones más).

La decisión anunciada por Trump, a través de una orden ejecutiva, de retirar a Estados Unidos del acuerdo de la OCDE de 2021, que imponía un impuesto mínimo de sociedades del 15%, así como de responder agresivamente contra aquellos países que impongan impuestos extraterritoriales a las empresas estadounidenses, ha desatado los nervios en el nuevo Gobierno de Dublín, enfrascado todavía en la formación de una coalición.

“Es importante señalar que, aunque los impuestos son importantes, no son el único factor que atrae inversión extranjera directa a Irlanda”, ha señalado el Departamento de Finanzas irlandés, preparado ya para colocar la venda antes de la posible herida.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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