Bayrou revisará la reforma de pensiones impulsada por Macron para lograr el apoyo de los socialistas
El primer ministro francés hace equilibrios en su primer discurso de política general para contentar a la izquierda y no molestar a la ultraderecha, de quienes depende su futuro
El primer ministro de Francia, François Bayrou, se estrenó este martes a las 15.00 en el Parlamento francés con su discurso de política general. El nuevo jefe del Gobierno debía desplegar su programa, visión y líneas rojas que le permitan hacer frente a una situación de bloqueo que ya le costó el cargo a su predecesor, Michel Barnier, al cabo de solo tres meses de estrenar su despacho. Más allá de anuncios vagos, reflexiones de política internacional y de la enorme preocupación por la deuda pública, Bayrou respondió a las expectativas generadas en torno a la posible cancelación de la ley de pensiones. La actual norma, fruto de la polémica reforma impulsada por el presidente Emmanuel Macron en 2023, se revisará para buscar un “sistema más justo”.
Bayrou afronta las mismas dificultades que su predecesor. De hecho, bromeó nada más comenzar con la encuesta que cifra en un 44% los franceses que no confían en que pueda llegar a final de año. La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon ya ha anunciado que presentará una moción de censura después del discurso que se votará el jueves; y el presupuesto deberá volver a someterse a la aprobación del Parlamento. La ventaja con la que Bayrou cuenta, sin embargo, es que la izquierda ya no es un bloque sólido unido bajo las siglas del Nuevo Frente Popular (NFP). El primer ministro centrista podría lograr el apoyo o la abstención de Partido Socialista -los ecologistas ya han anunciado que votarán la moción de censura- a cambio de algunas concesiones. La primera, la revisión de la ley de pensiones aprobada en 2023. Algo así ha anunciado este martes después de 26 tediosos minutos hablando de política internacional y desafíos europeos, competencias reservadas al presidente de la República.
El sistema de pensiones, comenzó, es vital para Francia. También su aceptación por todos los partidos, que actualmente están en las antípodas en sus posiciones sobre el tipo de reforma necesaria. “Veo un progreso considerable. Nadie niega que hay un problema de financiación. Pero, además, se puede obtener un sistema más justo”, apuntó. “Por lo tanto, elijo retomar este tema, junto con los representantes sociales, durante un periodo breve y en condiciones transparentes. Según un método inédito y algo radical”, explicó entre los gritos de la izquierda, que confiaba en una cancelación o suspensión del sistema actual. “El enfoque se basará en un diagnóstico y cifras indiscutibles. Pediré una misión rápida al Tribunal de Cuentas, que durará unas pocas semanas. Y este resultado lo comunicaré a todos los franceses”.
Bayrou pidió que se aborde una reflexión “sin ningún tótem ni tabú, ni siquiera la edad de jubilación, siempre que responda a la exigencia establecida”. “No podemos degradar el equilibrio financiero que estamos buscando y sobre el cual casi todos están de acuerdo. Sería una falta imperdonable contra nuestro país. Varios de los agentes sociales han indicado que han identificado propuestas para que la reforma sea socialmente más justa y, al mismo tiempo, equilibrada. Todas merecen ser exploradas. Y todas las cuestiones deben poder plantearse”, añadió. El próximo viernes, el primer ministro recibirá a los interlocutores sociales para dar el pistoletazo de salida a esta discusión entre sindicatos y patronal.
La idea es crear una delegación permanente que siente en la misma mesa a actores políticos y sindicales durante tres meses. El debate se realizará sobre el diagnóstico del Tribunal de Cuentas. “Si en el transcurso de este cónclave esta delegación encuentra un acuerdo equilibrado y más justo, lo adoptaremos. Pero si los socios no logran ponerse de acuerdo, será la reforma actual la que seguirá aplicándose”, aseguró el primer ministro. En realidad, se trata de una suspensión encubierta, porque el aumento de la edad de jubilación que proponía la anterior reforma no entra en vigor hasta 2026. De modo que Bayrou, sin forzar demasiado las costuras del equilibrio parlamentario, ha dado al Partido Socialista lo que pedía para no votar una moción de censura. Una manera, en suma, de ganar tiempo. Vista la dura reacción de los socialistas, en boca de su portavoz, Boris Vallaud, no parece que vaya a ser un camino fácil. Horas más tarde, en una entrevista televisada, el secretario general del partido, Oliver Faure, anunció que censuarían al Ejecutivo si no obtienen una respuesta clara sobre las pensiones.
Propuestas para la derecha
La noticia no agrada a la derecha y Bayrou lo sabía. Así que el primer ministro tuvo que sacarse de la manga otras propuestas para contentar a esa bancada, especialmente a los escaños donde se sienta la ultraderecha. El primer acercamiento se produjo mediante el anuncio de una revisión del sistema electoral, una de las batallas que comparte con Le Pen. “El pluralismo también supone que cada uno encuentre un lugar dentro de la representación nacional, en proporción a los votos que haya recibido. Es la única regla que permite a cada uno ser auténticamente él mismo, sin verse atrapado en alianzas insinceras”, señaló Bayrou, defensor desde hace mucho tiempo del sistema de voto proporcional. “Propongo que avancemos en la reforma del sistema electoral legislativo. Cada uno podrá expresar entonces su posición. Hay que tomar una decisión sobre este principio y discutir sus modalidades”.
Pero había más. La inmigración, caballo de batalla de la derecha, seguirá siendo uno de los pilares de su mandato. “Dado que hay que decir las cosas tal como son, debemos abordar los temores que suscita la inmigración. Las redes sociales alimentan este temor todos los días”, admitió Bayrou. “Estoy profundamente convencido de que la inmigración es una cuestión de proporción. La llegada de una familia extranjera a un pueblo de los Pirineos o de las Cévennes es un acto de generosidad que se despliega: niños celebrados y acogidos en la escuela, padres que reciben todas las señales de apoyo mutuo. Pero si llegan 30 familias, el pueblo se siente amenazado. El deseo, después de todo legítimo, de sentirse en casa, se ve afectado. Todo esto es, humildemente, humano. Y una cuestión de sentido común, que reivindico”.
El efecto no fue tan balsámico como le hubiera gustado al primer ministro. Y el portavoz del Reagrupamiento Nacional (RN), Jean Philippe Tanguy, atacó duramente a Bayrou. “¿Qué han hecho con esta censura y con el mensaje político que transmitía? ¡Nada!¿En qué momento pueden pensar que los resultados diferentes vendrán de la misma política?”, señaló amenazándole veladamente con volver a tumbar el gobierno.
Bayrou continuó durante toda su intervención con sus equilibrismos ideológicos y políticos. Quizá por las protestas que se avecinan en el campo y en algunos sectores industriales, tuvo incluso un recuerdo para los chalecos amarillos. “Me dirijo a ellos hoy. Que no piensen que los hemos olvidado. Su rechazo a esta división del país —entre los que importan y los que no importan; los que aparecen en televisión y los que la miran; los de los distritos centrales de París y los demás— que sepan que hacemos de ello el corazón de nuestra política”, lanzó mientras anunciaba que retomará su “cuaderno de quejas”.
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