El atentado de Nueva Orleans muestra la pujanza de la marca ISIS para sembrar el terror en Occidente
El grupo Estado Islámico, derrotado en Siria hace más de cinco años, se mantiene como bandera del terrorismo yihadista a través de una fuerte propaganda en la Red y una presencia creciente en filiales en África y Asia
La bandera negra izada por el Estado Islámico (ISIS por sus siglas más conocidas en inglés) ha acompañado de nuevo a un brutal atentado en Estados Unidos. El ciudadano texano Shamsud-Din Jabbar, de 42 años, mató con su vehículo y arma de fuego a al menos 15 personas en las celebraciones del primer día del año en Nueva Orleans. Horas después, el presidente Joe Biden manifestó que el ataque estaba “inspirado por el ISIS”. La enseña del grupo yihadista encontrada en la furgoneta con la que Jabbar embistió a la multitud, emblema del que muchos otros se han servido antes para encuadrar sus actos de violencia, no es el único indicio que le relaciona con la organización terrorista enraizada en Siria e Irak. Según el contenido de vídeos encontrados en las redes sociales, que fuentes de la investigación han relatado a la prensa local, Jabbar había manifestado su lealtad al ISIS, casi como vía de escape ante el deseo de reunir a su familia —tenía tres hijos y dos exmujeres— para matarla.
Esta adhesión, el proceso de radicalización del individuo y el método elegido para atentar son buena prueba de la fuerza que el ISIS mantiene como detonante y combustible para sembrar el terror en Occidente más de cinco años después del fin del califato.
La sombra de esta organización en los actos de terrorismo en Estados Unidos no es nueva. Tampoco el modus operandi seguido por Jabbar. El 31 de octubre de 2017, el uzbeko Saifullo Saipov, entonces de 29 años, causó la muerte de ocho personas al conducir una furgoneta por un carril bici junto al río Hudson, en Nueva York. De nuevo, las autoridades encontraron en el vehículo la bandera del ISIS. La investigación no halló lazo operacional alguno con el grupo armado. El material incautado mostró un proceso de radicalización autónomo a través de los vídeos del primer líder de la organización, Abubaker al Bagdadi. Se trató también, como parecen indicar las primeras pesquisas en Nueva Orleans, de un atentado bajo la inspiración de la marca más potente de la yihad global en la actualidad.
Según el análisis hecho por el centro de análisis norteamericano The Soufan Center, dirigido por el experto en terrorismo Colin P. Clarke, el atentado en la ciudad del Estado de Luisiana fue celebrado en varios chats de partidarios del ISIS, donde Jabbar fue elogiado por el método que usó —tras atropellar a decenas de personas, abrió fuego contra la policía casi de forma suicida hasta ser abatido, un colofón habitual entre los terroristas del ISIS—.
Su perfil encaja en el formado durante esta década por muchos de los terroristas movidos en Occidente por la bandera del ISIS, pese a que la mayoría atentó a una edad más temprana. Era un individuo inestable, con una leve hoja de antecedentes por delitos menores, afectado por problemas financieros y familiares, que se convierte al islam, deriva en el radicalismo y se asoma finalmente al acto violento.
Reclutas exprés
Es en esta frontera que va del extremismo a apretar el gatillo en la que, siguiendo el retrato de los reclutas exprés de la organización yihadista, la marca ISIS ha servido de combustible y detonante: primero porque la organización ofrece justificación a través de su propaganda para la comisión del ataque, encuadrado en su campaña de terror indiscriminado hacia todo aquel que considere infiel. En segundo lugar, por el efecto multiplicador para la opinión pública que tiene un asesinato múltiple si se hace en nombre del grupo más despiadado y popular del momento.
Aunque el califato, principal sostén del ISIS, tanto por su fuerza de captación como por su poder recaudatorio, fue desarticulado hace más de un lustro, el grupo sigue vivo con alrededor de 2.500 combatientes entre Siria e Irak y ramificaciones regionales con un notable crecimiento, como la afgana, detrás de la muerte de más de 130 personas en Moscú el pasado marzo, o la somalí.
El terrorismo de corte yihadista sigue siendo una de las principales amenazas para Washington. En las evaluaciones hechas públicas en los últimos años, el FBI ha reiterado que mantiene en torno a 1.000 investigaciones relacionadas con el ISIS. En un escrito firmado en julio, el director del organismo, Christopher Wray, afirmó: “El ISIS y sus partidarios siguen promoviendo con agresividad su retórica basada en el odio, y atrayendo a extremistas violentos (…) dispuestos a llevar a cabo ataques contra EE UU”. El experto en terrorismo Seamus Hughes, del Centro Nacional de Innovación, Tecnología y Educación Antiterrorista, recordaba este miércoles que desde 2014, más de 250 personas han sido acusadas en EE UU de actividades relacionadas con el ISIS.
Son pocos los atentados que han sacudido Occidente organizados directamente desde Mesopotamia. Entre los que sí contaron con la planificación del grupo están los ataques en París (noviembre de 2015) y Bruselas (marzo de 2016). La mayor parte de actos bajo la firma del ISIS han sido perpetrados por individuos inspirados por su propaganda, bien de forma solitaria o a través de una célula de correligionarios. Esta enorme atracción ha sido una de las claves del éxito del terror de esta organización.
Con las fronteras de Siria selladas, ante la imposibilidad de seguir engordando las filas del califato, el ISIS ha sido capaz de difundir a través de sus órganos de propaganda un mensaje aún vigente: sus fieles no necesitaban viajar a ningún sitio; podían mantenerse en sus lugares de residencia y matar con lo que tuvieran a mano.
A partir de ahí, el efecto imitación. Al brutal atentado con un camión en Niza, en julio de 2016, con 86 muertos, le siguieron, entre otros, los atentados de Berlín, ese mismo año, y Londres, Barcelona, Estocolmo y Nueva York, un año después. Todos ellos fueron cometidos con un vehículo como arma y bajo el influjo del terror del ISIS. Un análisis publicado el pasado noviembre por el diario británico The Guardian alertaba del incremento de mensajes en la plataforma online Rocket.Chat, una de las más usadas por los fieles del yihadismo armado, sobre atentados en fiestas como el Día de Acción de Gracias o Navidad. El impacto de un acto de esta brutalidad tiene mayor repercusión cuando su previsible audiencia se encuentra en un momento de celebración. Así ha ocurrido ahora en Nueva Orleans, como hace nueve años sucedió en Berlín, o en Nueva York durante el Halloween de 2017.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.