Europa asegura su apoyo a Edmundo González, pero sin el reconocimiento formal que busca ante Maduro
La UE tiene ya listas nuevas sanciones y advierte a Caracas en contra de actuar contra la oposición el 10 de enero, pero otras crisis mundiales han desplazado la preocupación por Venezuela
Edmundo González se fue de su última visita al Parlamento Europeo, la semana previa a las fiestas navideñas, con un importante galardón bajo el brazo, el prestigioso premio Sájarov a la libertad de conciencia, y muchas palabras de respaldo y ánimos de cara al 10 de enero. Pero poco más. Pese a su intenso cabildeo tanto en Bruselas como en Estrasburgo en las últimas semanas, el candidato presidencial de la oposición venezolana, que asegura estará en Caracas para la ceremonia de traspaso de mando en enero, no ha logrado aún su meta principal: que los países de la Unión Europea lo reconozcan formalmente como presidente electo antes de esa fecha.
No hay dudas en el espacio comunitario sobre la legitimidad de la lucha de la oposición venezolana y de la falta de la misma del régimen de Maduro, al que Europa ha reclamado insistentemente, sin éxito, que publique las actas electorales del 28 de julio. Unas actas que, según las copias que recopiló la oposición, dan una holgada victoria a González. Pero tras el batacazo internacional que supuso el reconocimiento al también opositor Juan Guaidó como presidente “encargado” en 2019, las presiones desde la disidencia en Venezuela se han topado con el silencio de la mayoría de las capitales. Y ello pese a la presión de grupos políticos como el Partido Popular español para reconocer formalmente ahora a González como presidente electo, algo que consiguió que hiciera el Parlamento Europeo (pero no que este instara a que los Veintisiete lo emularan), y al que esta semana se ha unido el expresidente socialista Felipe González.
“Que España diga: Edmundo González es el presidente de Venezuela electo y está a su disposición para ofrecerle los medios necesarios para que sea eficaz su oferta de pactar una transición después de reconocer los resultados” de las elecciones, dijo el expresidente del Gobierno (1982-96) durante un desayuno informativo en Madrid con el diplomático venezolano.
Por el momento, solo Italia, después de que lo hiciera Estados Unidos, ha reconocido públicamente a González como “presidente electo”. Aunque dicho título no es tampoco por ahora más que algo formal, ya que al contrario de lo que pasó con Guaidó, por el momento ni siquiera estos países hablan de establecer una diplomacia paralela oficial con Caracas y el presidente electo.
España acaba de confirmar que ha concedido el estatuto de asilado político al opositor venezolano con el objetivo de facilitarle los viajes fuera de la UE en el caso de que Maduro le retirara su pasaporte venezolano y para blindarlo en un tercer país en el caso de que algún juez venezolano dicte orden internacional de busca y captura contra él. Pero por el momento no contempla ir más allá y seguir las peticiones de los González, ni el venezolano ni el español, confirman fuentes diplomáticas.
Tampoco en Bruselas parece haber mucho interés por cambiar el statu quo.
Antes de cerrar por las fiestas navideñas, los embajadores de la UE acordaron ampliar a 15 funcionarios las sanciones contra Venezuela que deben renovarse el 10 de enero, justo el día de la asunción del nuevo Gobierno en Caracas. Pero el gesto, que la propia Bruselas lleva diciendo desde el verano que reconoce que es poco más que simbólico y que tendrá poco impacto, en vista de que ya está sancionado prácticamente todo el régimen venezolano, sigue sabiendo a poco frente a las demandas de la oposición, que el propio Edmundo González dejó claras durante su paso por Estrasburgo: “El reconocimiento completo de mi persona como presidente electo de Venezuela para poder llevar adelante la recuperación de Venezuela (…) que toda la comunidad democrática del mundo nos respalde para que, cuando vayamos a Venezuela a recuperar la soberanía popular, podamos hacerlo en paz y podamos iniciar el proceso de reconciliación nacional”, dijo.
El venezolano, a quien la presidenta de la Eurocámara, la conservadora Roberta Metsola, se refirió durante toda la ceremonia del Sájarov como “presidente electo”, fue recibido en Estrasburgo por la nueva jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas. Un encuentro que no logró arrancar una promesa de reconocimiento formal inmediato más amplio. “Le reafirmé el apoyo firme de la UE a las aspiraciones democráticas del pueblo venezolano”, se limitó a indicar en las redes sociales la estonia, que ni siquiera se tomó una foto con el líder opositor venezolano. Kallas tampoco hizo mención específica a la situación en Venezuela a su llegada, unas horas más tarde, a la última cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE en Bruselas, donde la crisis del país sudamericano ha quedado opacada por otros conflictos más cercanos y acuciantes para la seguridad europea, desde la guerra rusa en Ucrania a la situación en Oriente Próximo, agravada ahora con la incertidumbre que provoca la caída del régimen de los El Asad en Siria.
En sus conclusiones, el Consejo Europeo apenas dedica un último y escueto párrafo a la “preocupación por la situación en Venezuela”. Los Veintisiete llaman a la liberación de todos los presos políticos y a que Venezuela respete el derecho internacional y prometen “movilizar todas las herramientas a su disposición” para apoyar la democracia y una “transición pacífica e incluyente” en Venezuela. Unas palabras que Metsola, tras participar en la sesión inaugural de la cumbre de los Veintisiete, señaló que le sabían a poco.
“Tenemos que hacer más (…) es un país sobre el que debemos mantenernos alertas”, dijo a periodistas. En Venezuela “vemos un país que en las últimas décadas ha pasado de ser el líder del continente a una autocracia, con el mayor movimiento migratorio, más que Ucrania, en términos de millones de venezolanos forzados a abandonar su país, un país que ha sido completamente tomado por un régimen autocrático que debemos condenar en los más duros términos”, recordó. No obstante, tampoco la maltesa, de la familia política del Partido Popular Europeo (PPE), logró arrancar una promesa de reconocimiento de González a ningún otro líder.
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