Macron busca impulso con la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame tras unos meses en segundo plano
La inauguración, prevista para el 7 de diciembre, contará con numerosos jefes de Estado y un discurso del presidente de la República que no será dentro del templo para respetar la laicidad francesa
Los trabajos de reconstrucción han durado cinco años, justo el tiempo que ha pasado desde que la tarde del 15 de abril de 2019 una parte importante de la catedral de Notre Dame ―construida entre 1163 y 1345, símbolo cultural de Europa y del cristianismo― se consumió en un terrible incendio. La ceremonia de reapertura se realizará los días 7 y 8 de diciembre, y está concebida como una gran fiesta para Francia y la ciudad de París. Pero es también una oportunidad política de primer orden para el presidente de la República, Emmanuel Macron, para sacar pecho internacional después de varios meses crepusculares tras las elecciones del pasado junio. Y, en parte por eso, sospechan en París, el papa Francisco ha rechazado participar en la inauguración.
El sábado 7 de diciembre se celebrará una ceremonia litúrgica, seguida de una misa al día siguiente. A ambos eventos asistirá Macron para elogiar lo que el Elíseo llama “una forma de regeneración del edificio”. Ese día están invitados decenas de jefes de Estado ―la lista todavía no ha trascendido, pero se especula con la presencia del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la que podría ser su última visita a Europa en el cargo― y estaba previsto que Macron realizase un discurso dentro de la catedral. Sin embargo, el plan chocaba frontalmente con la idea de la laicidad de la República, columna vertebral del Estado francés. Muchos vieron también un intento demasiado claro de apropiarse de la escena. De modo que, finalmente, Macron planea “pronunciar un discurso bastante breve para explicar cómo ha concebido esta restauración”, explicaron fuentes del Elíseo.
Las cosas han cambiado de forma abrupta en las últimas semanas. El arzobispo de París, Laurent Ulrich, declaró a finales de octubre que el jefe de Estado hablaría “dentro de la catedral” durante la ceremonia del 7 de diciembre, al término de la cual, alrededor de las 21.00, Notre Dame sería considerada oficialmente reabierta. Sin embargo, el miércoles el Elíseo aseguró que se había decidido finalmente que pronunciaría “un discurso bastante breve” y más bien “en el atrio”, durante un “momento laico” previo a la liturgia. Las autoridades han “cuidado que se respete el principio de separación” entre la Iglesia y el Estado, desestimando así los “inicios de polémica” que surgieron cuando se mencionó la posibilidad de un discurso dentro de la catedral.
La inauguración supone para el presidente de la República una nueva ocasión, como lo fueron los Juegos Olímpicos, de dejar atrás los problemas políticos de los últimos meses y volver a lucir internacionalmente. Macron prometió al día siguiente del incendio del templo que este sería reconstruido en un plazo de cinco años, coincidiendo con los Juegos Olímpicos. Parecía una promesa como tantas otras, apresurada y sin reflexión. Y en parte lo era, pero se lo tomó como una cuestión personal y, aunque sea con unos meses de retraso, puede decir ahora que ha cumplido con los franceses. Y no es poco en la recta final de su mandato, que expirará en 2027 si no hay nuevos incidentes políticos antes.
Las mismas fuentes del Elíseo no comentaron la ausencia anunciada del papa Francisco, a pesar de que había sido invitado por Macron. La primera misa pública desde el incendio de 2019 tendrá lugar al día siguiente de la reapertura de la catedral. Escuece especialmente que el Vaticano esté planeando un viaje a Córcega solo algunas semanas después, pero no quiera asistir a un acto de este calibre. Quienes conocen a Francisco lo consideran lo más normal en su manera de actuar alejada de este tipo de ceremonias que pueden terminar convertidas en actos a mayor gloria de los políticos que las promueven y alejadas de la cuestión religiosa. La razón oficial, sin embargo, es que coincide con un consistorio en Roma para crear 21 nuevos cardenales. Además, Francisco suele ir ese día a rendir homenaje a la Inmaculada Concepción en la plaza de España de Roma. Pero ambas citas podrían haberse compaginado.
Macron estará presente en la misa. “No está prohibido que el presidente de la República, ya sea a título personal o en su calidad de presidente, asista a servicios religiosos”, pero “nunca comulga”, explicó un asesor del Elíseo. La misa inaugural y la consagración del altar “tendrán lugar (…) a las 10.30, presididas por el arzobispo de París”, declaró el rector de la catedral, Olivier Ribadeau-Dumas, detallando que “en esta misa estarán presentes más de 150 obispos de Francia y del mundo, sacerdotes y fieles representantes de las parroquias de la diócesis de París”. Desde el domingo 8 hasta el sábado 14 de diciembre, Notre Dame estará abierta, con entrada “hasta las 22.00”, anunció el miércoles Ribadeau-Dumas.
La restauración de la catedral ha sido total. La caída de la aguja en llamas de Notre Dame, construida a mitad del siglo XIX por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, quedó como la imagen icónica del incendio. Por eso, iba a ser decisivo para la imagen futura de Notre Dame cómo se reconstruyese. Finalmente, se optó por una reproducción completamente fiel al original.
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