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Los pesos pesados de la Comisión Europea afrontan su gran prueba ante la Eurocámara

La española Teresa Ribera y el italiano Raffaele Fitto centran la atención del examen de los eurodiputados este martes

Comisión Europea
Teresa Ribera, en septiembre de 2022 en Bruselas.Thierry Monasse (Getty Images)

El Parlamento Europeo afronta hoy su propio supermartes. Justo una semana después de las elecciones estadounidenses que, con la victoria del republicano Donald Trump, han confirmado los peores temores de la UE, los seis candidatos a vicepresidentes de la próxima Comisión Europea, entre ellos la española Teresa Ribera, se enfrentan a su examen ante los eurodiputados en una sesión maratoniana que durará todo el día.

Los demás comisarios, excepto el húngaro Oliver Varhelyi, ya lograron el plácet la semana pasada con una facilidad engañosa. De cara al supermartes europeo, los grupos políticos han estado negociando de nuevo intensamente y hasta el último momento para que nada descarrile en esta última curva. “Nadie quiere una crisis”, apuntaba un diputado por los pasillos del Parlamento este lunes, apostillando que, en cualquier caso, no será fácil evitarla. Quien menos quiere esa crisis es la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que tiene prisa por poner en marcha su nuevo Ejecutivo “cuanto antes”, ha presionado este mismo lunes su portavoz. No solo está el cambio de guardia en la Casa Blanca en enero: hay dos guerras a las puertas de la UE y sus dos grandes Estados ―Francia y Alemania― no salen de la inestabilidad política.

Se examinan seis pesos pesados del Ejecutivo: el italiano Raffaele Fitto, designado para hacerse cargo de los Fondos de Cohesión; la estonia Kaja Kallas, alta representante para la Política Exterior; Stephane Séjourné, aspirante a regir la política de industria; la rumana Roxana Minzatu, en Empleo; la finlandesa Henna Virkunen, titular de las políticas tecnológicas y seguridad; y la vicepresidenta tercera del Gobierno español, Teresa Ribera, que se haría cargo de Competencia. Pero las miradas se centran, sobre todo, en dos integrantes de este sexteto: Ribera, a quien los populares españoles ―que ya votaron en su contra en la primera parte del proceso, el análisis del conflicto de intereses― prometen un duro cuestionamiento de su respuesta ante la dana en Valencia, y en el ultraconservador Fitto.

La designación del ministro para Asuntos Europeos italiano como vicepresidente de la Comisión ha provocado ampollas en familias como los liberales de Renew —que recuerdan una y otra vez que Von der Leyen les prometió explícitamente que no elevaría a ese alto rango al candidato de la italiana Giorgia Meloni—, los socialdemócratas de S&D o los Verdes. Estos subrayan que en julio apoyaron la candidatura de la alemana, algo que no hizo ECR, la familia política de Meloni, a quien la alemana ha premiado pese a ello con una vicepresidencia, lamentan.

Fitto será el primero en someterse a las preguntas de los eurodiputados este martes y Ribera (la primera espada de los socialdemócratas) la última, en un calendario muy criticado por las fuerzas de centro e izquierda. El orden del día fue aprobado gracias a una alianza del Partido Popular Europeo (PPE) con los grupos de extrema derecha como estrategia para asegurarse de que sus candidatos no se caían durante el proceso de audiencias, especialmente el italiano. Esto demuestra que es el PPE el que tiene la manija para configurar mayorías pactando a su izquierda o su derecha y que si los candidatos se acaban sometiendo a la votación de los eurodiputados de las diferentes comisiones (algo que hasta ahora no ha pasado porque se ha dado el visto bueno a los ya ratificados por asentimiento de dos tercios de los portavoces de cada grupo parlamentario), la española queda en manos de los populares.

Para evitar un bloqueo político, lo que retrasaría la puesta en marcha de la Comisión, Von der Leyen se está empleando a fondo. Ha cancelado su asistencia a la COP29 en Bakú (Azerbaiyán), por el proceso en marcha en Bruselas, al que le “presta toda su atención”. Algo que quedó evidente ya la semana pasada: la aparente facilidad con que fueron aprobados la mayor parte de los candidatos, incluso los considerados más frágiles, como el maltés Glenn Micallef (debido precisamente a ese calendario fijado por derecha y ultraderecha), estuvo a punto de quebrarse el pasado martes.

Ese día comparecieron ante sus señorías de la Eurocámara las comisarias designadas de Medio Ambiente, la conservadora sueca Jessika Roswall, y de Gestión de Crisis, la liberal belga Hadja Lahbib, cuyas audiencias fueron flojas, coinciden analistas. Para evitar su rechazo, que habría provocado un bloqueo y retrasado indefectiblemente el arranque de la nueva Comisión, Von der Leyen dio un golpe de mano: el miércoles, justo cuando se conocía la victoria de Trump y el húngaro Varhelyi se aprestaba a presentarse a su vez ante los eurodiputados, la alemana reunió a los presidentes de los grupos que forman la coalición histórica que ha regido la UE: el conservador Manfred Weber, la socialdemócrata Iratxe García y la liberal Valérie Hayer, que acabaron dando el visto bueno a las dos candidatas. En el paquete también se negoció que el húngaro, que tampoco convenció a la mayoría de grupos, enviara una nueva tanda de respuestas a preguntas por escrito en lugar de someterse a una nueva comparecencia.

Raffaele Fitto, ministro italiano de Asuntos Europeos, en Roma en agosto.
Raffaele Fitto, ministro italiano de Asuntos Europeos, en Roma en agosto.Simona Granati - Corbis (Corbis via Getty Images)

Y esa estrategia del “paquete” de comisarios aprobados ensayada la semana pasada —al estilo de todos a una, o ninguno— es la que también se perfila como el plan a seguir de cara a este supermartes, coinciden la mayor parte de los grupos. Si bien las cosas no serán fáciles. Por si hiciera falta alguna prueba más, pocos cuentan con que el proceso sea rápido. “Hay demasiadas preguntas abiertas como para tener fumata blanca”, reconocía este lunes un parlamentario, que aplazaba el anuncio sobre los vicepresidentes al miércoles o incluso al jueves. En ese nuevo gran paquete entraría también la decisión final sobre Varhelyi, cuyo nombramiento, que se debatió este lunes, ha sido retrasado al menos al miércoles.

Los liberales, pragmáticos (al fin y al cabo este martes se juegan dos vicepresidencias), se muestran dispuestos a acabar aprobando al italiano en un nuevo paquete. Pero a los socialistas no les gusta, de partida, vincular el examen de Ribera con el de Fitto: “No pueden estar conectados. El acuerdo del PPE, en todo momento, desde el principio de la legislatura, ha sido con las fuerzas proeuropeas, con socialdemócratas y liberales; lo que no es aceptable es que estén poniendo ahora mismo a un mismo nivel a Fitto con Ribera”, ha lamentado la presidenta del grupo socialista, la española Iratxe García, antes de comenzar una reunión del grupo en unas declaraciones que recuerdan a las que ya se escucharon cuando los conservadores se aliaron para imponer un calendario que sitúa al italiano con ventaja.

A última hora de la tarde, analizadas las estrategias a seguir este martes, los socialistas se han marchado serios y sin hacer declaraciones, aunque con la premisa de que sin Ribera, Von der Leyen no podrá arrancar su nuevo equipo tan rápido como quiere.

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