El choque por las políticas económicas lleva al tripartito alemán al borde de la ruptura
El socio liberal exige reformas inaceptables para los socialdemócratas del canciller Scholz y los ecologistas. La crisis eleva el riesgo de elecciones anticipadas
El Gobierno tripartito alemán se asoma a la ruptura. Las divisiones profundas en la política económica entre los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz y ecologistas, de un lado, y los liberales del otro, amenazan con precipitar esta semana o la próxima la caída de la coalición, y con provocar elecciones antes de la fecha prevista, en septiembre de 2025.
El detonante de la crisis ha sido la presentación, por parte del ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, de una propuesta para imponer un giro radical a la política económica. Por segundo año consecutivo, el producto interior bruto alemán se encoge en 2024, y la vieja potencia industrial teme verse desbordada por la competencia china y quedar descolgada de la carrera global por la innovación. Coincide, además, con las elecciones de Estados Unidos, un pretexto que sirve tanto para defender una continuidad del Gobierno alemán (no es el momento de experimentos ni cambios de rumbo en Berlín) como para abogar por acelerar el cambio (un nuevo Ejecutivo en Washington coincidiría con otro nuevo en la capital alemana, preparados ambos para empezar de nuevo).
Planea sobre esta crisis la incógnita sobre si se está escenificando la enésima pelea que acabará desembocando, como en ocasiones anteriores, en un acuerdo, o si esta vez va en serio. Hay mucho de cálculo electoral. Los liberales tocan fondo en los sondeos, hasta el punto de que podrían quedar fuera del Parlamento en las próximas legislativas. Creen que, cuanto más tiempo pase, más difícil será remontar ante las próximas legislativas. Al mismo tiempo, no quieren ser señalados como los responsables de la ruptura por el coste que esto podría entrañar en las urnas. De ahí los movimientos tácticos de estos días, y las iniciativas para cargar la responsabilidad de la ruptura en sus socios, si estos las rechazan.
¿Teatro? ¿O riesgo real? “Esta crisis es de verdad”, estima por teléfono el politólogo Uwe Jun, profesor en la Universidad de Tréveris. “No hay confianza entre los tres, y cuando esto ocurre es difícil gobernar juntos durante 11 meses más”.
Este miércoles por la tarde está convocada una reunión solemne con los líderes de los partidos que forman el Gobierno, y de ahí deberían salir los primeros indicios sobre una posible decisión. La segunda fecha clave es el 14 de noviembre, cuando la Comisión presupuestaria del Parlamento federal debe concluir sus trabajos y entregar el presupuesto al plenario para su debate y aprobación.
En los últimos días, se han multiplicado las reuniones de urgencia entre Scholz y el ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck, y el liberal Lindner. Se trata de ver si las propuestas de Lindner, el socio menor del tripartito, permiten alguna aproximación con socialdemócratas y ecologistas. O si están tan alejadas que resulta imposible continuar. Se trata, a la vez, de encontrar fórmulas para relanzar la economía y de buscar el dinero para colmar el agujero de miles de millones en el presupuesto de 2025, y esto, sin infringir los estrictos límites al endeudamiento que impone la Constitución.
“Esta semana o la próxima deberá haber una decisión”, vaticina el profesor Jun. “Las cosas no se pueden aplazar más”. Y así, mientras los ojos del mundo están fijados en Estados Unidos y quién será el futuro presidente, puede suceder que en los mismos días caiga en Alemania el Gobierno y la incertidumbre se instale también a esta orilla del Atlántico.
El documento de Lindner, que presentó a sus socios la semana pasada, se titula Giro económico en Alemania, y se ha bautizado como Carta de divorcio, por sus consecuencias potenciales. El documento, de 18 páginas, evidencia el abismo ideológico entre una parte del Gobierno que cree que la respuesta a la recesión y al déficit de inversiones e innovación es más Estado (socialdemócratas y ecologistas), y otra (liberales) que sostiene que el remedio es menos Estado. Es decir, menos burocracia, menos subvenciones, menos impuestos a las empresas, menos regulaciones medioambientales, más flexibilidad en los objetivos climáticos y más facilidades para que el sector privado innove e invierta.
“Nadie puede aceptar que Alemania quede rezagada económicamente”, justificó Lindner tras filtrarse su ultimátum. “Necesitamos un cambio de dirección”. Según el ecologista Habeck, “este el peor momento de dejar caer a un Gobierno, y no podemos permitirnos esta ligereza”. “A veces los Gobiernos de coalición son un desafío, pero este Gobierno ha sido elegido y afronta tareas que deben resolverse”, ha dicho el canciller Scholz. “Hay que trabajar en ello con seriedad y esto es lo que espero de todos”.
Si se marcha el FDP de Lindner, se abren dos opciones. La primera es que Scholz y los ecologistas de Habeck y la jefa de la diplomacia, Annalena Baerbock, sigan gobernando en minoría hasta el próximo septiembre. La segunda, que el canciller presente una moción de confianza sabiendo que la perderá y active así el proceso para unas legislativas anticipadas que podrían celebrarse en marzo.
“Si el Gobierno fracasa, solo hay una salida: elecciones”, dijo el martes el democristiano Friedrich Merz, favorito en los sondeos para suceder a Scholz. Desde que la coalición semáforo —por los colores de sus miembros: rojo, verde, amarillo— comenzó a gobernar en 2021, su historia ha sido la de una sucesión de crisis, derivadas en parte por las ideologías difícilmente conciliables, y agravadas por los malos resultados económicos y por las recientes derrotas en elecciones regionales.
Hay un antecedente en 1982, cuando los liberales rompieron la coalición con los socialdemócratas. Cayó el canciller Helmut Schmidt y le sustituyó el democristiano Helmut Kohl. El detonante fue, como ahora, un documento del ministro de Economía, que también era un liberal, Otto Graf Lambsdorff. Aquel documento, como el de Lindner, se conoce como la Carta de divorcio.
“El ambiente de crisis es parecido al de 1982,” recuerda el politólogo Jun. “Pero hay una diferencia: entonces los liberales podían seguir en el Gobierno”. Y siguieron, aliados con los democristianos de Kohl. Hoy no le dan los números para formar una mayoría con los democristianos de Merz. “Ahora irían a la oposición”.
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