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Israel investiga la muerte de cuatro soldados en el peor ataque contra una base militar tras el 7 de octubre

El dron lanzado por Hezbolá deja además unos 60 heridos tras impactar en el comedor de un cuartel cerca de Haifa sin que saltaran las alarmas

El jefe del Estado Mayor del ejército israelí, Herzi Halevi, se dirige a los soldados de la base Golani, este lunes, atacada por un dron de Hezbolá la víspera. Foto: Ejército de Israel / EFE | Vídeo: EPV
Luis de Vega (Enviado especial)

Israel ha sufrido en la noche del domingo el ataque con mayor número de víctimas, muertos y heridos, desde que comenzó la guerra el 7 de octubre de 2023 con la matanza de 1.200 personas orquestada por Hamás. Un dron lanzado por Hezbolá mató a cuatro soldados, todos de 19 años, y dejó más de 60 personas heridas tras impactar en una instalación militar de Binyamina, al sur de Haifa y a unos 65 kilómetros de la frontera con Líbano, según la versión oficial.

El partido-milicia chií libanés reconoció el ataque después de que el aparato impactara en el techo del comedor de la base dedicada al entrenamiento de soldados al final de la hora de la cena sin que previamente se activaran las alarmas. Todo apunta, según las autoridades israelíes, a que, de los dos drones lanzados, uno fue interceptado y al otro se le perdió el rastro. Uno de los uniformados presentes ha confirmado al diario Haaretz que no saltaron las sirenas y que podría haber sido un “desastre peor” si la explosión se hubiera producido un poco antes, con mucha más gente sentada en las mesas. Este diario cita una investigación preliminar que explica que el aparato voló durante media hora a muy baja altura sin ser detectado.

El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha afirmado que tienen que investigar lo ocurrido y aprender “lecciones” tras visitar el escenario donde ha tenido lugar “un incidente grave que resultó en consecuencias dolorosas”. El portavoz castrense Daniel Hagari ha reconocido que Israel se ha enfrentado “a la amenaza de los drones desde el comienzo de la guerra” y que es necesario mejorar las “capacidades de defensa”, según un vídeo hecho público. “Continuaremos atacando a Hezbolá sin piedad en todo Líbano, incluido Beirut”, ha señalado el primer ministro Benjamín Netanyahu en su visita a la base.

“Estamos en guerra y un ataque contra una base de entrenamiento en la retaguardia es algo grave con resultados dolorosos”, reconoce por su parte el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Herzi Halevi, que por la noche visitó también el lugar de los hechos. Esas instalaciones pertenecen a la Brigada Golani, nacida en la guerra de independencia de 1948 y una de las de mayor renombre. Este lunes, 41 heridos siguen ingresados, ocho de ellos graves, según fuentes médicas citadas por Times of Israel.

El pasado 4 de octubre, un dron lanzado desde Irak mató a dos militares e hirió a una veintena en una base israelí en los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por el Estado israelí. El empleo de este tipo de aparatos sin piloto se ha convertido en algo más que habitual en la guerra de nuestros días y también ha pasado a formar parte de manera cotidiana del conflicto de Oriente Próximo.

Israel emplea drones a diario, tanto de forma ofensiva como para labores de vigilancia e información. Y, de la misma forma, lo hacen la mayoría de sus enemigos implicados en la contienda. El domingo, el aparato llegó desde posiciones de la milicia libanesa, pero también llegan desde Gaza, Yemen, Irak o Irán. Hezbolá ha hecho públicos en los últimos meses varios vídeos con imágenes desde el aire de instalaciones estratégicas enemigas. De los 1.200 drones lanzados hacia territorio israelí en la presente guerra, 221 no han sido interceptados, según datos de Times of Israel.

El ejército israelí mantiene desde principios de octubre un enorme despliegue de miles de efectivos dentro de territorio libanés y castiga desde el aire Beirut y otras regiones del país, donde ha causado más de 2.000 muertos. Pero esa ofensiva para acabar con las capacidades militares de Hezbolá —Israel asegura haber matado a unos 200 “terroristas”, entre ellos la casi totalidad de la cúpula del grupo— no ha conseguido que el grupo chií, sostenido principalmente por Irán, haya levantado el pie del acelerador. Sus misiles y drones impactan cada vez más y más lejos.

Soldados israelíes patrullan la zona cercana a la base atacada con drones por Hezbollah este lunes en Binyamina.
Soldados israelíes patrullan la zona cercana a la base atacada con drones por Hezbollah este lunes en Binyamina. ITAY COHEN (REUTERS)

Es más, el resultado del último ataque supone una muestra de que sus capacidades ofensivas siguen siendo sustanciales. Ya la noche del viernes, en un ataque similar, otro avión no tripulado logró impactar sobre un edificio de Herzliya, a las afueras de Tel Aviv, sin causar víctimas, pero sin ser detectado tampoco por los sistemas antiaéreos. Varios vecinos grabaron desde una terraza en plena celebración de Yom Kipur, la festividad más sagrada del calendario judío, al aparato aproximándose antes de impactar.

El lanzamiento de drones y cientos de misiles forma parte de la ofensiva planteada por Hezbolá en los últimos días sobre Haifa, principal puerto y tercera ciudad de Israel. Este lunes por la mañana ha habido al menos una decena de lanzamientos sobre esa zona. Situada a menos de 40 kilómetros de la frontera con Líbano, se trata de un importante núcleo industrial, de infraestructuras y estratégico que, además, alberga en sus cercanías algunas bases militares. Hay días en los que el ejército informa del lanzamiento de hasta dos centenares de cohetes por parte de la milicia libanesa hacia su vecino del sur, aunque la inmensa mayoría son interceptados, caen en zonas sin habitar o no causan daños.

El principal objetivo marcado por Netanyahu y su estamento militar con la ofensiva en Líbano es conseguir que los 60.000 israelíes evacuados desde hace un año del entorno de la frontera puedan regresar a sus casas de forma segura. Pero el mayor radio de los lanzamientos que está llevando a cabo la milicia ha extendido la inseguridad a otras regiones de Israel, alejadas en algunos casos hasta un centenar de kilómetros, como es el caso de la corona metropolitana de Tel Aviv, principal núcleo de población del país.

Varios medios informaron de que las alarmas no saltaron en la noche del domingo, abriendo la puerta a que eso haya podido disparar el número de víctimas. Israel dispone de uno de los mejores sistemas antiaéreos del mundo, unido a un sofisticado sistema de alertas que avisa a la población para que se ponga a cubierto. El país está perfectamente parcelado para que esas advertencias de peligro molesten solo a los vecinos de la zona en la que se ha detectado un posible impacto, aunque hay veces que los puntos rojos ocupan una parte importante en el mapa de Israel.

Batería de defensa antiaérea de EE UU

Este último ataque coincide con el anuncio por parte de Estados Unidos del envío a Israel de una batería de defensa antiaérea THAAD (Terminal High Altitude Area Defense, Defensa Terminal en Área de Gran Altitud). No es un armamento para interceptar drones y va más orientado a elevar el grado de protección después de los ataques de misiles iraníes del 13 de abril y el 1 de octubre. Israel está pendiente de lanzar la represalia por este último, que ha dado por segura y que ha anunciado como “letal” y “sorpresiva”.

Desde muy pronto, tras el impacto en Benyamina, se informó de la existencia de cuatro heridos en estado crítico, sin especificar ni que eran militares ni el lugar exacto en el que había tenido lugar el ataque. El ejército controlaba el flujo de la información que se iba sirviendo, aunque algunas imágenes que iban dando el salto a las redes sociales ofrecían algunas pistas: jóvenes uniformados, sangre en un comedor y vídeos de evacuaciones en helicóptero.

Las instalaciones militares son objetivo frecuente de los ataques que sufre Israel, aunque no suele trascender información sobre si hay impactos ni acerca de los daños causados. Ya en la ofensiva iraní del 1 de octubre, varias bases aéreas fueron afectadas, aunque no su personal ni su armamento, acabó reconociendo el ejército. Ese mismo día, un misil impactó, según diferentes medios, en los alrededores de la sede de los servicios secretos en el exterior (Mosad), en Herzliya.

El 22 de septiembre otro cayó no lejos de la fábrica armamentística de la compañía de defensa Rafael, en Kiriat Bialik, a las afueras de Haifa. Un reportero estadounidense, Jeremy Loffredo, ha denunciado haber permanecido cuatro días detenido por las autoridades israelíes, acusado de revelar secretos por informar de los daños causados por el ataque del 1 de octubre. En su vídeo, entre otros, hacía referencia a esa sede del Mosad.

Por otro lado, 12 niños murieron el pasado 27 de julio mientras jugaban un partido de fútbol tras el impacto de un misil en unas instalaciones deportivas de Majdal Shams, una localidad siria del Golán ocupado por Israel. Las autoridades israelíes atribuyeron ese ataque a Hezbolá y afirmaron hace unos días haber matado al responsable del lanzamiento de ese cohete.

El aparato de comunicaciones de Hamás publicó este mismo domingo un vídeo en el que muestra a milicianos de las Brigadas Ezedín al Qassam, el brazo armado de Hamás, preparar y lanzar un dron contra posiciones militares israelíes. La grabación, con fecha 10 de octubre y realizada con varias cámaras, incluida la del aparato, no demuestra si el impacto causa víctimas. Es, en todo caso, otro ejemplo de cómo este tipo de armamento ha pasado a formar parte de la realidad cotidiana de una contienda que se libra en diferentes frentes.

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Sobre la firma

Luis de Vega (Enviado especial)
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
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