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Guerra entre Israel y Gaza: resumen del 27/09/2024

Netanyahu acorta su visita a Nueva York para regresar a Israel tras el bombardeo a Beirut | El ejército israelí intenta eliminar al líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, con una potente operación en la capital libanesa que mata al menos a dos personas y deja heridas a 76

Los equipos de bomberos y ciudadanos libaneses inspeccionan la zona alcanzada por los ataques israelíes esta tarde en Beirut.
Los equipos de bomberos y ciudadanos libaneses inspeccionan la zona alcanzada por los ataques israelíes esta tarde en Beirut.Houssam Shbaro (Anadolu/Getty Images)
El País

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acortó su viaje a Nueva York, donde intervino en la Asamblea General de la ONU, regresando este viernes a Israel, tal y como anunció su oficina en un comunicado. La noticia llegó solo unos minutos después de que Israel atacase el centro de mando de Hezbolá en Líbano, situado en el suburbio de Dahye. El propio Netanyahu autorizó el bombardeo, que dejó al menos dos muertos y 76 heridos, a través de una llamada telefónica desde Nueva York. Las fuerzas armadas trataron de comprobar si Hasan Nasralá, el líder de la milicia chií, se encontraba en el lugar y si fue alcanzado por el ataque. La agencia oficialista iraní Tasnim News aseguró que el máximo dirigente de Hezbolá se encuentra a salvo.

Dahiye, el feudo de Hezbolá al sur de Beirut, es una zona densamente poblada, por lo que el balance final de víctimas será previsiblemente mucho mayor. La milicia libanesa no pronunció sobre el estado de Nasralá, limitándose a señalar que su número dos, Hashem Safieddine, está vivo. Oficialmente, Israel también guardó silencio, pero los medios israelíes empezaron a informar de que los servicios de inteligencia estimaron que Nasralá está muerto. El líder de Hezbolá se convirtió en secretario general en 1992. Con solo 35 años, se convirtió en el rostro público de un grupo fundado por la Guardia Revolucionaria de Irán en 1982 para luchar contra las fuerzas de ocupación israelíes. Nasralá lideraba Hezbollá cuando sus finalmente expulsaron a las fuerzas israelíes del sur del Líbano en 2000, poniendo fin a una ocupación de 18 años.

En torno a las 18.00 hora local (17.00 hora peninsular española), aviones F-35 lanzaron al menos ocho proyectiles, que dejaron en escombros seis edificios en Dahiye, justo después del beligerante discurso del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Una gran nube de humo se elevó entonces sobre los suburbios de la capital y, unos minutos más tarde, las Fuerzas Armadas de Israel informaron de un ataque contra “la sede principal” de Hezbolá, “situada bajo edificios residenciales en el corazón de Dahiye”. “Daremos información actualizada en cuanto conozcamos los resultados del ataque”, señaló su portavoz, Daniel Hagari, antes de precisar que las instrucciones a la población civil no sufren cambios. El ejército suele endurecerlas cuando teme una represalia inminente de peso.

En Nueva York, Netanyahu hizo trizas las débiles y contradictorias señales de que Israel estaba dispuesto a aceptar la propuesta de alto el fuego de EE UU y Francia para detener la escalada bélica en el Líbano. “Mientras Hezbolá opte por la guerra, Israel no se detendrá”, advirtió; “vamos a ganar esta batalla porque no tenemos otra opción, luchamos por nuestra supervivencia”. El discurso del primer ministro ante la Asamblea General de la ONU, interrumpido en varias ocasiones por abucheos y discretos aplausos hasta el punto de que el presidente de turno de la sesión tuvo que llamar dos veces al orden a la sala, fue una repetición del argumentario de su Gobierno durante la guerra; y su tono desafiante. Menos de 24 horas después de haber llegado a Nueva York, y apenas dos horas después de su discurso, el líder israelí decidió adelantar su regreso al país por los acontecimientos sobre el terreno, en concreto el potente bombardeo sobre Beirut.

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