Los diputados franceses elegirán al presidente de la Asamblea Nacional en un panorama de fragmentación sin precedentes
La votación de este jueves es clave para determinar cuál será la relación de fuerzas entre bloques, con una izquierda que ha logrado a última hora designar un candidato común para presidir el Parlamento
Francia sigue avanzando hacia lo desconocido. Este jueves, los diputados franceses votarán al nuevo presidente de la Asamblea Nacional en un contexto jamás visto de un Parlamento fragmentado en tres bloques y sin mayorías claras tras las legislativas del 7 de julio, donde la coalición de izquierda, agrupada en el Nuevo Frente Popular (NFP), se impuso contra todo pronóstico a un Reagrupamiento Nacional (RN) que todos los sondeos daban como favorito. La votación, prevista para la tarde, será clave no solo porque escenificará la nueva configuración política del hemiciclo y la relación de fuerzas entre bloques, sino también porque confirmará o no la solidez del NFP y permitirá comprobar sus posibilidades reales de gobernar.
Al haber conseguido solamente una mayoría relativa con 195 diputados (los 182 de la coalición unitaria más los 13 de llamada izquierda diversa) de los 289 necesarios para alcanzar la mayoría absoluta, un gobierno exclusivamente del NFP ―admitiendo que Macron accediera a nombrar a un primer ministro elegido por el NFP― sería probablemente tumbado a los pocos meses, por lo que la coalición tendrá que pactar con otras formaciones si no quiere ver sus esperanzas desvanecerse. De ahí la importancia de que el NFP, enfrascado en unas luchas de poder entre La Francia Insumisa (LFI) y el Partido Socialista (PS) e incapaz aún de ponerse de acuerdo en un candidato para el puesto de primer ministro, haya por fin conseguido este miércoles designar una candidatura común para la presidencia de la Asamblea, tras semanas de negociaciones. El diputado de Puy-de-Dôme (al norte de Francia) y presidente del grupo Izquierda Demócrata y Republicana que incluye a los comunistas, André Chassaigne, ha sido designado tras el desistimiento de la ecologista Cyrielle Chatelain. “Tenemos una legitimidad colectiva para presidir la Asamblea Nacional”, escribió en un tuit.
Frente a él, en el espectro de la derecha y del centro, se han postulado la macronista y presidenta saliente del Parlamento, Yaël Braun-Pivet; la diputada de Horizon ―la formación de Édouard Philippe que forma parte de la coalición presidencial― Naïma Moutchou; la diputada de Los Republicanos Annie Genevard y el centrista Charles de Courson, quien con 72 años es el diputado más veterano de la Asamblea. La elección del presidente puede tener una, dos, o tres vueltas. Para pasar la primera y la segunda vuelta un candidato necesita obtener la mayoría absoluta y ya solo una mayoría relativa en el caso de que hubiera una tercera vuelta. Dada la división del Parlamento en tres bloques nutridos, ninguno debería poder elegir a un candidato en la primera vuelta, lo que confiere una especial importancia al nombramiento de candidatos capaces de tender puentes con los otros grupos o bloques.
El RN, cuyo protagonismo ha disminuido drásticamente desde su derrota en las legislativas en las que terminó tercero por escaños ―un fracaso relativo si se tiene en cuenta que la formación de Le Pen y Jordan Bardella obtuvo el mayor número de votos y ha pasado de 89 a 143 escaños a solo tres años de las próximas presidenciales―, presentará al vicepresidente saliente de la Asamblea Nacional, Sébastien Chenu. El político de extrema derecha, quien perdió frente a Braun-Pivet en 2022, no “se hace ilusiones”, según cuenta Le Figaro. Tanto él como Le Pen son conscientes del aislamiento al que les imponen las demás formaciones, a través del cordón sanitario puesto en marcha para impedirles llegar al poder en las legislativas. De hecho, el NFP ha abogado estos días por aplicar el cordón sanitario para impedir al RN acceder a los puestos de la Mesa de la Asamblea ―constituida por 22 miembros encargados de la organización y del funcionamiento interno del Parlamento― y a las presidencias de comisiones y delegaciones parlamentarias. Por su parte, los macronistas han asegurado que mantendrían su veto al RN y a LFI, mientras la candidata de LR a la presidencia de la Asamblea, Annie Genevard, se ha declarado desfavorable a su exclusión.
La desunión del NFP y la decepción que su incapacidad para elegir un candidato a primer ministro crea entre sus electores lleva semanas copando los titulares de la prensa gala. Algunos analistas incluso temían que no fueran capaces de acudir a la votación de este jueves con una única candidatura. Esta mañana, la líder de los ecologistas, Marine Tondelier, expresó su cansancio e inmensa decepción ante la “guerra de liderazgos” entre LFI y el PS, al que asisten a su pesar los ecologistas y los comunistas desde el 7 de julio. “La esperanza [que surgió en las elecciones legislativas] se ha convertido en rabia, nuestra alegría se ha convertido en vergüenza”, dijo Tondelier, quien cree que la disputa en el seno de la izquierda beneficia al Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen.
A la incógnita que plantea la futura reconfiguración del Parlamento se suma el carácter inédito de la permanencia de un Gobierno dimisionario y las serias dudas emitidas por el resto de partidos en cuanto al respeto de la separación de poderes, debido a que algunos ministros combinarán excepcionalmente sus cargos ministeriales con el de diputados. Este martes por la tarde, el presidente francés, Emmanuel Macron, aceptó la dimisión del Gobierno de Gabriel Attal, aunque este seguirá gobernando de forma provisional y con un poder limitado. La gestión transitoria del Ejecutivo, que consiste en tomar decisiones administrativas sin impacto político, podría ampliarse hasta el inicio del nuevo curso académico, en particular para asegurar el buen desarrollo de los Juegos Olímpicos. Una situación totalmente inédita en la historia de la V República ―la única vez que ocurrió en 1962 el Gobierno de transición de Pompidou solo duró nueve días― y que podría alargarse aún más dada la configuración de la Asamblea Nacional sin mayorías claras.
Gabriel Attal, recientemente elegido presidente del grupo macronista rebautizado Ensemble pour la République (EPR), está decidido a tratar de capitalizar ese nuevo escenario, consciente de que el Parlamento se ha convertido en el nuevo centro de gravedad de la política gala. El primer ministro dimisionario, a quien la prensa apodó durante un tiempo como “baby Macron” y que fue calificado de “hermano pequeño” por el propio presidente, prosigue su distanciamiento de un Macron cada vez más aislado y criticado por una amplia parte de su propio movimiento, tras su decisión de disolver el Parlamento sin consultar al Gobierno. Attal, entrevistado este martes en el canal TF1, dijo que su grupo estaba trabajando en “un pacto de acción para los franceses” con “propuestas de medidas y compromisos” que propondrá al resto de grupos con los que se reunirá en los próximos días, a excepción, recalcó, del RN y de Francia Insumisa (LFI). El político de 35 años aprovechó además para arremeter contra las divisiones en el seno de la izquierda aludiendo al “espectáculo desolador” al que asisten los franceses. “Escuchamos hablar de personas, de formaciones políticas, es el partido antes que el país”, denunció.
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