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Un tribunal ruso condena en ausencia a ocho años de prisión a la escritora Masha Gessen por criticar al ejército

Las autoridades acusan a la periodista ruso-estadounidense de “difundir información falsa”. Una exconcejala también es sentenciada a siete años de cárcel por apoyar un minuto de silencio por las víctimas ucranias

Masha Gessen
Masha Gessen, el pasado diciembre en Berlín.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
Javier G. Cuesta

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Un tribunal de Moscú ha condenado este lunes en ausencia a ocho años de prisión a la escritora, periodista y defensora del colectivo LGTBI Masha Gessen. La ciudadana ruso-estadounidense, acusada de “difundir información falsa”, ha sido sentenciada por analizar, entre otros temas, la matanza de civiles en la ciudad ucrania de Bucha durante una entrevista concedida a un popular bloguero ruso. Gessen, que vive en el exilio en Estados Unidos desde 2013, cuando el Kremlin promovió sus primeras leyes contra las personas LGTBI, se autodefine como trans no binaria y es autora del libro El futuro es historia. Rusia y el regreso del totalitarismo, galardonado en 2017 con el prestigioso Premio Nacional del Libro estadounidense. Además, este lunes, otro tribunal moscovita ha condenado a una exconcejala de la capital rusa por secundar un minuto de silencio en memoria de las víctimas ucranias.

Las autoridades rusas abrieron el caso penal contra Gessen y pusieron a la activista en busca y captura a finales de 2023. Finalmente, el tribunal del distrito Basmanni de Moscú ha considerado que la escritora es culpable del delito de “difundir información falsa” por refutar la versión oficial sobre las acciones del ejército ruso en Ucrania. Gessen visitó varias ciudades ucranias después de haber sido golpeadas por la invasión rusa, entre ellas la propia Bucha, Irpin, Gostomel y Krivoi Rog. “No estuve en el frente. Mi objetivo era entrevistar en un entorno tranquilo a gente que había sufrido crímenes de guerra”, explicaba la escritora durante la entrevista con un bloguero ruso, en la que Gessen manifestó rotundamente que no había ninguna posibilidad de que los crímenes de Bucha fueran un montaje, como denuncia Moscú. “Por dos razones. Hay bastantes testigos fiables y conocemos los nombres de las víctimas y sus familias. Todas las historias de todos los barrios de la ciudad son parecidas. Visitas cada casa y te cuentan una historia terrible”, declaraba Gessen. El segundo motivo para la periodista se basa en que vio en Ucrania la misma desolación que en el conflicto sirio: “Soy una experimentada reportera de guerra, conozco bien al ejército ruso. No me sorprendió lo que vi en Bucha”.

Nacida en Moscú, Gessen, de 57 años, colaboradora de The New York Times, The New Yorker y otros medios estadounidenses, anunció en 2013 que, por motivos de seguridad, regresaba a Estados Unidos, adonde había emigrado en 1981 desde la Unión Soviética junto a su familia. Judía, y muy crítica con la campaña militar de Israel en Gaza, ha sido juzgada por la misma ley con la que el Kremlin ha encerrado a muchos opositores en prisión por “desacreditar las acciones de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia”. Según la plataforma OVD-Info, las autoridades han abierto al menos 1.053 casos penales contra disidentes desde el inicio de la invasión de Ucrania.

Acciones “propias de un Estado fascista”

Otro tribunal de Moscú ha condenado este lunes, también en ausencia, a la exconcejala de la capital Yelena Kotiónochkina a siete años y medio de cárcel por haber secundado el 15 de marzo de 2022 guardar un minuto de silencio contra la invasión de Ucrania y calificar las acciones de las tropas rusas como “propias de un Estado fascista”.

Kotiónochkina, actualmente en el exilio, participó en una pequeña sesión de los representantes del barrio moscovita de Krasnoselski en la que su compañero Alexéi Górinov, en prisión desde julio de 2022, reclamó anular un concurso infantil y realizar a cambio un gesto por los menores muertos durante la invasión del país vecino. “Vamos a reformularlo —con el lema— Niños contra la guerra”, ironizó Kotiónochkina cuando otra concejala protestó y dijo que el juego de pinturas infantil no tenía ninguna relación con la guerra desatada semanas antes contra Ucrania. “Esto sí lo secundo”, respondió Górinov. Sentado entre ambos se rio otro conocido opositor, Ilia Yashin, condenado posteriormente a ocho años y medio de prisión por rebatir la versión oficial de la masacre de Bucha.

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Kotiónochkina huyó de Rusia después de que las fuerzas de seguridad registrasen el edificio municipal en el que trabajaban. Además, la justicia del Kremlin incluyó en la investigación un vídeo difundido por la disidente sobre las acciones militares rusas en Ucrania.

Aquella reunión de los siete concejales del barrio de Krasnoselski quedó grabada en la web del distrito. Alexéi Górinov, miembro del movimiento opositor Solidárnost, promovió la protesta. “Díganme, por favor, ¿cómo podemos estar debatiendo sobre un concurso de dibujos infantiles por el Día del Niño (...) cuando, entre nosotros, se está matando a niños todos los días? Para su información, les diré que un centenar de menores ha muerto en Ucrania, y hay niños que han quedado huérfanos. Los nietos y bisnietos de quienes participaron en la II Guerra Mundial”, afirmó el político, que cumple, a sus 63 años, una larga condena en prisión con un estado de salud “muy preocupante”, según cuentan a EL PAÍS fuentes de su entorno.

La Fiscalía había solicitado una condena de ocho años y medio de cárcel para Kotiónochkina, y se opuso a la petición de los abogados de la política de que comparecieran como testigos Yashin y Górinov. El tribunal se puso de parte de la acusación, que argumentó que “no había motivos” para que los dos exconcejales interviniesen en el juicio.

La ley “contra la difusión de información falsa” sobre el ejército ruso ha sido una de las principales armas legales del Kremlin contra la oposición desde que Moscú aprobó el nuevo artículo del código penal a principios de marzo de 2022, el momento en el que alto mando ruso comprobó que su “operación militar especial” —la invasión de Ucrania— fracasaba y en las calles aún había protestas contra la guerra.

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