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Guardaespaldas y seguridad extrema: así protege Alemania al presidente de Rheinmetall contra el que quiso atentar Moscú

“No nos dejaremos intimidar por Rusia”, asegura la ministra alemana del Interior

Rheinmetall Alemania
Armin Papperger, juntos a vehículos de combate de infantería Marder, en 2022 en la planta de Rheinmetall en Unterluess (Alemania).picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)
Elena G. Sevillano

Armin Papperger, presidente de la empresa armamentística alemana Rheinmetall, contaba en una entrevista en 2019 que era poco menos que un apestado en su país. Ni le daban la mano, se quejaba. Cinco años después, con una guerra a las puertas de Europa y con un canciller decidido a dar un vuelco a la política de seguridad y defensa de Alemania, Papperger habla casi a diario con los máximos representantes políticos. Su papel ahora es clave en el apoyo occidental a Ucrania en su defensa contra Rusia. Y eso le ha colocado en la diana de Moscú, que según desveló esta semana la cadena estadounidense CNN, planeó acabar con su vida.

La vida diaria de Papperger, ingeniero de 61 años, ha cambiado drásticamente en los últimos meses. Le rodea un nivel de seguridad completamente inusual para un empresario. Le acompañan guardaespaldas día y noche, un coche de policía está aparcado permanentemente frente a la sede de la empresa, en Düsseldorf, y quienes se reúnen con él pasan controles de seguridad propios de jefes de Estado.

El empresario sufrió un ataque en su casa de verano a finales de abril, y desde entonces le acompañan siempre agentes de policía en sus apariciones públicas. En realidad, las fuerzas de seguridad habían empezado a protegerle unos meses antes, cuando los servicios de inteligencia de Estados Unidos averiguaron que Rusia planeaba asesinarle, como desveló CNN este jueves citando como fuentes a cinco funcionarios estadounidenses y occidentales sin dar nombres. Washington alertó a Berlín, que extremó la seguridad alrededor del empresario, lo que según la cadena frustró el intento de acabar con su vida.

Sin confirmar explícitamente la noticia, el Gobierno alemán ha dejado claro que se toma muy en serio las informaciones sobre el intento de asesinato, que supuestamente formaba parte de un complot para eliminar a varios altos directivos europeos del sector de la defensa que apoyan el esfuerzo bélico de Ucrania. “No nos dejaremos intimidar por Rusia y seguiremos haciendo todo lo posible para prevenir las amenazas rusas en Alemania”, declaró este viernes la ministra del Interior, Nancy Faeser.

Rheinmetall es un gigante de la defensa. La compañía que preside Papperger desde 2013 es uno de los mayores productores mundiales de artillería, con casi 30.000 trabajadores en más de 100 países y un volumen de negocio anual de casi 7.200 millones de euros. Su crecimiento en los últimos dos años ha sido vertiginoso. Solo este año prevé un aumento del volumen de negocio del 40% con respecto al año pasado y está incrementando su plantilla mes a mes para dar respuesta al ingente aumento de pedidos derivados de la guerra de Ucrania. Todo el sector, que habla de la mayor oleada de contrataciones desde el final de la Guerra Fría, está en auge.

Fábrica en Ucrania

Papperger es una figura clave en el esfuerzo militar para apoyar a Kiev. Su empresa produce muchos de los equipos que los aliados envían al ejército ucranio, como los tanques Leopard, los vehículos de combate de infantería Marder o los obuses de artillería de 155 milímetros, un armamento determinante para resistir a la invasión rusa. Además Rheinmetall está construyendo una fábrica en Ucrania para producir localmente el Lynx, un vehículo de combate de infantería. El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso y expresidente del país, Dimitri Medvédev, afirmó el año pasado que Rusia tomaría represalias (“fuegos artificiales de misiles Kalibr”) contra cualquier instalación que Rheinmetall estableciera en Ucrania.

Papperger no era ningún desconocido para los medios de comunicación, pero su perfil público se ha disparado con el incremento del gasto en defensa y el giro que ha dado Alemania para priorizar la defensa y la seguridad después de décadas de infrafinanciación de sus Fuerzas Armadas. El presidente de Rheinmetall ha abogado en numerosas ocasiones por aumentar las entregas de armas a Ucrania y ha instado al Gobierno a elevar el gasto en defensa para financiarlas.

Rheinmetall tampoco ha confirmado las informaciones, pero en un comunicado asegura que “siempre se toman las medidas necesarias” en materia de seguridad tras consultar a las autoridades. El Kremlin, por su parte, ha tildado de “falsas” las acusaciones. El semanario alemán Der Spiegel ha aportado nuevos detalles de los supuestos planes rusos para atentar contra Papperger. Alemania recibió “un aviso de un servicio de inteligencia extranjero” según el cual había “indicios de posibles planes de asesinato” que se concretaban en la presencia de varios individuos que vigilaban los movimientos de Papperger.

Los “movimientos sospechosos” de estos hombres, procedentes de países de la antigua Unión Soviética, llamaron la atención de los servicios de inteligencia, que creen que se trata de agentes al servicio de Rusia. No ha trascendido que se produjera algún arresto, aunque en abril las autoridades detuvieron a dos ciudadanos germano-rusos sospechosos de planear sabotajes en territorio alemán en un intento de socavar el apoyo militar a Ucrania. Berlín acusa asimismo directamente al Kremlin del asesinato de un disidente checheno exiliado en Alemania en el parque Tiergarten a plena luz del día en 2019.

“Las amenazas van desde el espionaje, el sabotaje y los ciberataques hasta el terrorismo de Estado. El llamado asesinato de Tiergarten, aquí en Berlín, no ha caído en el olvido”, recordó este viernes un portavoz gubernamental a preguntas sobre el plan ruso para asesinar a Papperger. “Tampoco las conclusiones del Tribunal Regional Superior de Berlín, que habló explícitamente de terrorismo de Estado en ese caso. Somos conscientes de tales peligros”, añadió.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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