Obuses de 155 milímetros, el armamento de la OTAN que mantiene en pie a Ucrania
Los cañones de este calibre son uno de los sistemas más determinantes para resistir a la invasión rusa que han aportado en gran número los aliados de Kiev. Un 60% de su arsenal de obuses son unidades soviéticas
Hay un armamento en el que Ucrania es superior a Rusia. No es superior en número, pero sí en efectividad: la artillería de la OTAN de medio y largo alcance del calibre 155 milímetros. Sin estos obuses, posiblemente Ucrania ya habría perdido la guerra. Su importancia es tal que el ministro de Defensa ucranio, Oleksii Reznikov, aseguró el 5 de febrero en rueda de prensa que su mayor logro en el cargo había sido garantizar el suministro de estas armas al poco de comenzar la invasión, en febrero de 2022. El problema es que la producción de estos cañones y de su munición en Norteamérica y Europa va por detrás de las necesidades en el frente.
Los cañonazos de los obuses de 155 milímetros anticipan la proximidad de la línea cero de la guerra. En un perímetro a más de 20 kilómetros de distancia del frente, como pueden ser el de las batallas por Bajmut o Vuhledar, las brigadas de artillería ucranias disparan sus proyectiles sobre las tropas rusas. Cambian rápidamente la localización de los cañones para evitar ser identificados por el enemigo. Cada una de estas armas se protege como si el destino de la guerra dependiera de ello. De hecho, buena parte de los éxitos ucranios en el campo de batalla del pasado año, como la reconquista de la provincia de Járkov o la liberación de media provincia de Jersón, fueron gracias a este armamento. Es la artillería la que asegura el avance de la infantería. Pero también está siendo fundamental en el trabajo de defensa, por su precisión golpeando el suministro a las líneas avanzadas rusas.
Ucrania tiene escasez de munición, según insisten periódicamente sus autoridades civiles y militares. Un 60% de su arsenal de obuses son unidades soviéticas que utilizan calibres de 122 y de 152 milímetros, que ya no se producen a gran escala ni en Ucrania ni en la Europa del Este. Además, estas piezas son antiguas y muchas de ellas están en mal estado, por lo que pueden ser un peligro para los pelotones que las operan. El 30% restante en el arsenal, según el recuento de diciembre del periodista y analista militar Volodímir Dacenko, son cañones del calibre 155 milímetros, diámetro homogeneizado en los países de la OTAN. Este tercio representa unas 350 unidades y es el que marca la diferencia porque, aunque es tres veces inferior en número a las piezas con las que combate el invasor, las de la OTAN son más efectivas en cuanto a precisión.
“Con más artillería de largo alcance, haríamos retroceder a los rusos en Vuhledar”, aseguraba el martes a EL PAÍS un oficial de la 68ª Brigada Separada de Cazadores, una de las formaciones más respetadas del ejército ucranio. El canal ruso de información en Telegram Grey Zone, uno de los más citados sobre la situación entre las tropas invasoras, confirmaba el 13 de febrero que la diferencia de precisión en artillería fue unas de las razones de la casi total destrucción de la 155ª Brigada de Infantería Naval en su intento reciente de tomar Vuhledar.
Pero a Ucrania le faltan cañones y munición, según contaban el 5 de febrero a este diario en el frente sur de Zaporiyia soldados de la 65ª Brigada de Infantería Mecanizada combatiendo en la línea cero, en el pueblo de Orijiv: los obuses autopropulsados franceses Caesar y los estadounidenses M777 de su artillería habían reducido considerablemente sus disparos, priorizando los objetivos más seguros, convoyes que sus informantes en las zonas ocupadas alertan de su salida por itinerarios ya trazados para el fuego. Además, indicaban estos militares, parte de las unidades que estaban en servicio en esta parte del frente, han sido destinadas a la defensa de Bajmut.
Jack Watling, analista del instituto de estudios en Defensa británico RUSI, aportaba un dato esclarecedor esta semana en un análisis para la radio NPR: en tan solo ocho días, Ucrania gasta el equivalente a todos los proyectiles de 155 milímetros que tiene almacenados el Reino Unido. Estados Unidos, según informó en enero The New York Times, habría suministrado ya un millón de estos proyectiles, la mitad de los cuales proceden de los arsenales que Washington había cedido a Israel y a Corea del Sur. Watling advertía el 15 de febrero en sus redes sociales que las existencias de la OTAN dan para “algunos meses más”.
La CNN informó el viernes de que la Administración estadounidense tiene previsto multiplicar por cinco la producción de proyectiles de 155 milímetros en el próximo año y medio. Olha Husieva, experta del Instituto para Política de Seguridad de Kiel, explicó en una entrevista reciente con EL PAÍS que el problema de base es que la OTAN no estaba preparada para asistir a una invasión a gran escala como la de Ucrania.
Los obuses estadounidenses M777 son el principal apoyo en artillería de larga distancia para Ucrania —su disparo alcanza hasta los 30 kilómetros con misiles guiados; con munición normal, 24 kilómetros—. Kiev cuenta con más de 150 unidades. Los Caesar son cañones autopropulsados de los que Francia ha suministrado una veintena de unidades y Dinamarca, otra veintena, según el Centro Militar Ucranio, un medio de análisis de defensa. Los Caesar son una de las armas favoritas de Ucrania porque pueden disparar a 40 kilómetros de sus objetivos, una distancia que aumenta las garantías de no ser interceptados. El Gobierno francés también facilitó la exportación de los obuses de este calibre TRF1.
Los más modernos entre los obuses autopropulsados de la OTAN suministrados a Ucrania son los PHZ 2000 alemanes. Berlín habría entregado 24 unidades; Holanda, ocho, e Italia, media docena, según la prensa del país. Italia también ha aportado un número indeterminado de obuses FH70. Otro apoyo de relevancia para Ucrania son los cañones autopropulsados M109, de fabricación estadounidense, pero con varias adaptaciones en Europa. Estados como Noruega, el Reino Unido, Lituania e Italia habrían transferido más de medio centenar de unidades. Y hay países del Este que han aportado cañones autopropulsados de 155 milímetros de producción nacional, como los Krab polacos y los Zuzana 2 eslovacos.
Estas armas autopropulsadas pueden llegar a pesar más de 45 toneladas y la longitud del cañón supera los ocho metros, como los Krab. En el caso de obuses no autopropulsados, el peso es menor: rondan las 4,2 toneladas de los M777. La uniformidad en el calibre permite que la misma munición sirva para todos los modelos, incluso para disparar misiles guiados de extrema precisión como los Excalibur. Más allá de los Excalibur, la potencia de fuego más letal y precisa de la que dispone Ucrania son las multilanzaderas de misiles Himars, que pueden ser operadas a 80 kilómetros del objetivo.
Rusia ha decidido tomar cartas en el asunto intensificando desde este invierno el uso de drones bomba Lancet contra piezas de artillería, según confirmó el pasado miércoles a EL PAÍS Yaroslav Chepurnoi, portavoz de la 79ª Brigada Aerotransportada de Asalto, una de las más laureadas de Ucrania. Se han reforzado en las últimas semanas las defensas de estas piezas de artillería, según múltiples testimonios gráficos compartidos en canales de Telegram, con redes que evitan el impacto directo de los drones.
La trascendencia de la artillería es tal que el primer armamento que ha empezado a producir Ucrania en su territorio durante la guerra son proyectiles de 152 y 155 milímetros, todavía en fase de pruebas. Las Fuerzas Armadas Ucranias iniciaron en 2015 su transición hacia los estándares de la OTAN. En 2016 empezaron a diseñar el obús autopropulsado Bohdana, de 155 milímetros, del que actualmente solo hay una unidad en activo. El Bohdana es una suerte de orgullo nacional porque fue determinante en la liberación el pasado junio de la isla de las Serpientes, en el mar Negro, frente a la desembocadura del río Danubio. El Bohdana, junto a una pieza Caesar, según informó esta semana el diario Pravda, fue transportado en plataformas flotantes por el río hasta situarse a 40 kilómetros de la isla. Sus cañonazos destruyeron las posiciones rusas y permitieron el desembarco de las fuerzas especiales de la Marina ucrania. La reconquista de la isla de las Serpientes era fundamental para reanudar el tráfico de barcos por el Danubio. Reznikov prometió que en breve habrá nuevos Bohdana combatiendo.
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