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El saludo del lobo del futbolista turco Demiral tensa las relaciones entre Alemania y Turquía

Los dos países convocan a sus respectivos embajadores tras el gesto ultraderechista mientras Erdogan modifica su agenda para asistir al partido contra Países Bajos del sábado en Berlín

Elena G. Sevillano
Merih Demiral
Merih Demiral hace el gesto del lobo gris, el pasado martes durante el partido entre Turquía y Austria, en Leipzig.ABEDIN TAHERKENAREH (EFE)

El gesto de un futbolista para celebrar uno de sus goles en el triunfo de Turquía sobre Austria el martes pasado ha desencadenado una serie de roces diplomáticos entre Ankara y Berlín que podrían subir de tono con la visita del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, este sábado a la capital alemana. El Gobierno de Olaf Scholz ha convocado al embajador de Turquía en protesta por el llamado saludo del lobo gris, un gesto asociado a grupos ultranacionalistas y ultraderechistas de Turquía que hizo el futbolista Merih Demiral. Ankara había hecho lo propio con el embajador germano después de que varios ministros alemanes criticaran a Demiral.

Tras conocerse que el Ministerio de Exteriores alemán, encabezado por la verde Annalena Baerbock, había convocado al embajador turco ha trascendido que Erdogan ha modificado su agenda para estar el sábado en Berlín y asistir al partido de cuartos de final de la Eurocopa que enfrenta a la selección turca con Países Bajos. El mandatario tenía previsto acudir a una cumbre en Azerbaiyán, a la que finalmente enviará a su vicepresidente, Cevdet Yilmaz, según informan medios como el turco Hürriyet.

La UEFA, organizadora del torneo, está investigando el gesto de Demiral como “comportamiento inapropiado”, pero en Berlín los ministros del Gobierno de coalición de Olaf Scholz han ido más allá y han criticado públicamente al futbolista. La titular de Interior, Nancy Faeser, ha dicho que “utilizar la Eurocopa como plataforma para el racismo es completamente inaceptable”. “Los símbolos de la extrema derecha turca no tienen cabida en nuestros estadios”, añadió en un mensaje en la red social X.

Ankara ha defendido al jugador turco y ha calificado la reacción de Berlín de “xenofobia”, lo que eleva la temperatura de un conflicto entre dos socios estrechos ―ambos pertenecen a la OTAN― que comparten también un historial de momentos muy tensos. Alemania concentra la mayor diáspora turca, con tres millones de personas. En los últimos años se han producido varios encontronazos entre ambos Gobiernos. El más reciente, por las palabras de Erdogan tras el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre. El mandatario sostuvo una postura radicalmente opuesta a la de Berlín, al considerar a Israel “un Estado terrorista” y acusarle de llevar a cabo un “genocidio” con el apoyo “ilimitado” de Occidente. El encarcelamiento de ciudadanos alemanes en Turquía o las comparaciones nazis que empleó el mandatario turco en época de Angela Merkel se cuentan entre los puntos más conflictivos entre ambas naciones.

El Ministerio de Asuntos Exteriores turco ha defendido a Demiral, afirmando que el gesto que hizo es un símbolo histórico y cultural, hecho durante un momento alegre y de celebración, que no iba dirigido contra nadie. Ankara ha recordado también que el símbolo no está prohibido en Alemania y que por tanto la reacción de Berlín es exagerada. También han calificado de “inaceptable” la investigación abierta por la UEFA.

El propio jugador ha negado también que hubiera algún tipo de “mensaje oculto” en el llamado saludo del lobo, símbolo de los Lobos Grises, un movimiento de corte nacionalista y de extrema derecha creado en los años setenta del siglo pasado en Turquía. Pese a las críticas, Demiral, de 26 años y jugador del Al Ahli saudí, dice no arrepentirse de haber hecho el gesto. “La forma en que lo celebré tiene que ver con mi identidad turca”, señaló antes de subrayar que solo pretendía expresar el orgullo que siente por ser ciudadano turco. Tras estallar la polémica publicó en su cuenta de X una foto suya haciendo el gesto y el mensaje “qué feliz el que dice ser turco”.

“Simboliza el terror y el fascismo”

“Es verdad, no hay nada oculto en el saludo del lobo”, le ha respondido el ministro alemán de Agricultura, Cem Özdemir, hijo de inmigrantes turcos. “Su mensaje es de extrema derecha, simboliza el terror y el fascismo. Cansa discutir sobre esto. La UEFA tiene que tomar medidas”, añade en su cuenta de X. La activista kurda Düzen Tekkal ha denunciado que hace años que recibe amenazas de muerte de los lobos grises y ha calificado de insulto el gesto de Demiral. “El saludo del lobo no es un gesto inocente. Representa el deseo de aniquilar a los armenios, kurdos, alevíes, griegos, yazidíes y judíos. Los lobos grises deberían estar prohibidos en Alemania”, ha añadido.

La Oficina para la Protección de la Constitución, los servicios secretos internos alemanes, asegura que el antisemitismo y el racismo son elementos centrales de la ideología de extrema derecha de los lobos grises. “La hostilidad hacia los judíos, la negación del derecho de Israel a existir, la difusión de estereotipos antisemitas y las narrativas conspirativas también están muy extendidas entre los extremistas de derecha turcos en Alemania”, asegura la oficina en su último informe anual, correspondiente a 2023, que calcula que hay alrededor de 12.500 seguidores de esta ideología viviendo en el país. Los servicios secretos de algunos Estados alemanes, como Renania del Norte-Westfalia, vigilan a los simpatizantes de este movimiento como sospechosos de extremismo.

Erdogan no ha hecho comentarios públicamente sobre la noticia; su reacción ha sido por ahora anunciar que acudirá al partido de cuartos de final del sábado para animar a la selección turca. El partido se disputará en el Estadio Olímpico de Berlín, ciudad que concentra buena parte de la diáspora turca asentada a partir de los años sesenta con la emigración de trabajadores a las industrias alemanas. En la capital residen alrededor de 250.000 personas con nacionalidad o ascendencia turca, que se concentran en barrios como Kreuzberg, conocido como “la pequeña Estambul”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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