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Los ultras alemanes de AfD confían en quebrar el cordón sanitario que los aleja de los gobiernos

El partido explora liderar su propio grupo en el Parlamento Europeo tras su buen resultado en las elecciones del 9 de junio

Elena G. Sevillano
Alice Weidel, colíder de Alternativa para Alemania, durante una intervención en el congreso de su partido este domingo.
Alice Weidel, colíder de Alternativa para Alemania, durante una intervención en el congreso de su partido este domingo.Jana Rodenbusch (REUTERS)

Los miles de manifestantes que inundaron la ciudad renana de Essen, en el oeste de Alemania, el sábado coreando “¡nazis fuera!” prácticamente desaparecieron el domingo, permitiendo así que el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) acabara su polémico congreso sin más sobresaltos. Los dos presidentes fueron ratificados en sus puestos, se votaron resoluciones sobre política exterior que confirman la postura prorrusa y la formación aprovechó para sacar pecho de sus resultados en las elecciones europeas, que les han aupado hasta el segundo puesto, con el 15,9% de los votos, por lo que están explorando incluso liderar su propio grupo en el Parlamento Europeo. Los ultras alemanes se ven fuertes de cara a los comicios en tres länder del este en septiembre. Quieren empezar a tocar poder y creen que podrán conseguirlo. Para ello se proponen quebrar el cordón sanitario que hasta ahora ha impedido cualquier tipo de alianza con otros partidos.

Las encuestas pronostican que AfD puede obtener más del 30% de los votos en las elecciones de Sajonia, Turingia y Brandeburgo, lo que les convertiría en primera fuerza. El partido finalmente podría “ver salir el sol en la responsabilidad de Gobierno”, aseguró Tino Chrupalla, copresidente de la formación. “Queremos gobernar. Primero en el este, luego en el oeste y después en el Gobierno federal”, añadió, entre aplausos de los casi 600 delegados que este fin de semana se han desplazado a una ciudad blindada por las autoridades ante la convocatoria de decenas de marchas y protestas contra la extrema derecha.

La otra copresidenta, Alice Weidel, describió como una de las tareas centrales de su renovado mandato —por dos años— “derribar esos cortafuegos inconstitucionales” que utilizan el resto de partidos para distanciarse de AfD. Alemania es de los pocos países en los que el cordón sanitario (en alemán brandmauer, cortafuegos) contra la ultraderecha todavía se mantiene. El resto de formaciones no forjan coaliciones, ni negocian ni mantienen ningún tipo de colaboración con AfD, que está completamente aislada.

No solo internamente; los ultras alemanes son unos parias también en Europa. Demasiado radicales hasta para el resto de la extrema europea del continente. En mayo el grupo Identidad y Democracia (ID), liderado por la francesa Marine Le Pen, expulsó al partido después de que su cabeza de lista a las europeas, Maximilian Krah, blanqueara a las SS nazis en una entrevista. En Alemania, el partido está bajo sospecha formal de la Oficina para la Protección de la Constitución, los servicios secretos internos, por su extremismo.

Mientras tanto, AfD busca su lugar en la constelación de grupos que se están creando tras las elecciones del 9 de junio. Chrupalla no escondió que “personalmente” él habría querido permanecer en ID hasta que hubiera otra alternativa. El partido explora liderar su propio grupo, tal y como confirmaron ambos presidentes, pero en paralelo negocia integrarse en otra alianza ya formada.

Un nuevo grupo de derecha populista

En pleno congreso, el domingo por la mañana, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, anunció en Viena la creación de una nueva agrupación de extrema derecha en el Parlamento Europeo. El partido de Orbán, Fidesz, se ha aliado con los principales partidos nacionalistas y populistas de Austria y de la República Checa. El FPÖ austríaco, con el que AfD mantiene buena relación, ganó las elecciones europeas y es el favorito en las legislativas del próximo septiembre. Sumando los escaños del partido opositor checo Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO por sus siglas en checo) la alianza tendría el número mínimo de miembros para establecerse como grupo, pero no el de países representados, que debe ser como mínimo siete.

Orbán, el líder del FPÖ, Herbert Kickl, y el líder de ANO y exprimer ministro checo, el magnate Andrej Babis, presentaron su alianza —que se llama Patriotas para Europa— en una rueda de prensa sin preguntas y no precisaron con qué otras formaciones estaban negociando. Si este grupo saliera adelante serían tres las fracciones de derecha radical en el Parlamento Europeo, junto con ID y los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), donde se encuadra el partido de la italiana Giorgia Meloni. O cuatro, si los alemanes de AfD consiguen liderar la suya propia, aunque parece complicado que todos consigan socios de al menos siete países.

En política exterior, AfD clarificó este fin de semana su postura sobre Rusia. La resolución que salió adelante, respaldada por Weidel, afirma que Alemania debe “emanciparse” de la política exterior estadounidense, pide que el país ponga fin al suministro de armas a Ucrania y se pronuncia en contra de aislar a Rusia con sanciones. También aboga por fortalecer las relaciones con China.

La inmigración, que fue el tema estrella de la campaña de las europeas, ocupó también buena parte de los discursos. “La crisis migratoria se ha descontrolado”, expuso Weidel, que procedió a relacionarla con la criminalidad: “La delincuencia y el coste de mantener a los extranjeros no dejan de subir... más ataques con arma blanca, más asesinatos, más violaciones”, aseguró. El partido, que nació en 2013 como protesta contra el euro, ha ido derivando en una formación islamófoba y antiinmigración que emplea un discurso patriótico y pide preservar la cultura alemana.

El domingo las protestas masivas que acompañaron el inicio de la cita, con decenas de miles de personas marchando por Essen hasta el Grugahalle, el palacio de congresos donde se reunía AfD, quedaron reducidas a una pequeña manifestación de unas 150. Seguían coreando lemas contra la extrema derecha y haciendo ruido frente al edificio, aunque el cordón policial les mantenía tan lejos que desde dentro no se oía nada.

Según la Policía de Essen, desde el viernes por la noche se contabilizaron un total del 32 actos de protesta. En su mayor parte, pacíficos. Solo algunos grupos intentaron impedir la entrada de los delegados el sábado con comportamientos violentos y enfrentamientos con los agentes, que les dispersaron con porras y gas pimienta. La Policía tuvo que escoltar a algunos delegados a pie entre una multitud enfurecida. En total, 28 agentes resultaron heridos, uno de ellos grave. En principio se habían comunicado dos heridos graves tras el ataque de un grupo de personas que les patearon la cabeza y después huyeron. La Policía está analizando las imágenes de vídeo y busca testigos del incidente.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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